En estos días en los que los conflictos definen la línea entre Arizona y México, remplazando lo que alguna vez fue una región amigable y desmilitarizada, Rosie García busca inspiración para devolver la paz a la frontera.

Ve en el pasado a una gran figura de hace 300 años: el padre Eusebio Francisco Kino.

“Kino fue un pacifista. Eso es lo que destaca”, dijo García.

El pasado fin de semana, Kino fue el centro de atención de aficionados de Tucsón y Sonora que celebraron el 50 aniversario del descubrimiento de los restos del explorador jesuita en Magdalena de Kino, Sonora. El sábado 21 de mayo se realizó un simposio en la Catedral San Agustín en el centro de Tucsón, donde varios oradores hablaron sobre el legado de Kino. Y en Magdalena se realizaron festividades en la plaza donde se exhiben los restos de Kino protegidos bajo una rotonda blanca.

La historia de cómo se encontraron los restos de Kino es especial. Fue una búsqueda binacional con numerosas pistas y retos, y bajo una enorme duda. Pero eso será otra columna para otro domingo.

García, integrante de Kino Heritage Society (Sociedad del Patrimonio de Kino), cree que el legado de Kino sigue siendo relevante. Kino exploró el Sur de Arizona y el Norte de Sonora -la Pimería Alta- durante 24 años.

“Era la voz de la Pimería Alta y de la gente de ese tiempo”, dijo.

Cierto, llegó a convertir a los indígenas al cristianismo, pero Kino, quien arribó a la tierra de los Pimas en 1687, fue más que un misionero, agregó.

Kino era cartógrafo. Historiador. Agricultor y ganadero. Explorador de las estrellas y de la tierra. Estableció o inició más de 20 misiones en la Pimería Alta y Baja California, y sus extensos diarios son un portal a nuestros lugares y personas ancestrales. Pero sobre todo, dijo García, Kino, quien anduvo a caballo por miles de kilómetros a lo largo del desierto visitando innumerables comunidades indígenas, luchó por la justicia social.

En su andar diligente, Kino defendió a los indígenas de los colonizadores y soldados españoles que destruían en lugar de construir.

“Lo seguimos viendo a lo largo de la frontera”, dijo acerca de su legado. Como ejemplos, García mencionó la Iniciativa Kino de la Frontera en Nogales, Sonora, un albergue y centro de defensa operado por jesuitas para inmigrantes que no tienen comida, ropa ni esperanza; así como personas de Arizona y Sonora que defienden los derechos humanos.

García dijo que esos ejemplos y otros esfuerzos por asegurar una armonía transfronteriza son parte del espíritu de Kino.

Kino murió de fiebre el 15 de marzo de 1711. Entre las misiones que estableció están San Xavier del Bac, Tumacácori y la ya desaparecida Guevavi. A él se le atribuye haber demostrado que Baja California era una península, no una isla, y estableció la primera ruta terrestre europea a California pasando por Yuma.

El 10 de enero, Kino Heritage Society celebró el aniversario número 325 de la llegada de Kino a Tumacácori en el Río Santa Cruz. Unos 40 años después de la muerte de Kino, la misión fue destruida y se construyó una nueva en donde está la actual Misión San José de Tumacácori como parte del parque nacional histórico.

En 1692, Kino creó dos misiones: San Xavier y la Misión San Cosme y Damián de Tucsón, pero ninguna de las dos sobrevivió. La actual Misión San Xavier data de fines de los 1700s y fue construida por los Tohono O’odham y por misioneros franciscanos, quienes siguieron a los jesuitas después de que fueron expulsados por la fuerza de las colonias española y portuguesa en 1767.

En nuestros días, el nombre de Kino es parte de la región fronteriza. Hay calles, escuelas y pueblos enteros nombrados en su honor. Hay estatuas de Kino en Arizona y en Sonora, así como en el Capitolio de Estados Unidos.

Hay un movimiento en marcha para convencer al Vaticano de conferir la santidad católica a Kino. Sus seguidores en todo el mundo piensan que hay suficiente evidencia para garantizar su canonización.

“Si no fuera por el Padre Kino, no tendríamos las Escrituras aquí”, dijo García. “Él trajo el cristianismo”.

García, quien es una firme proponente de la santidad de Kino, siente que su mensaje de paz sigue siendo aplicable a la región fronteriza. Fue capaz de vencer la inicial desconfianza de los indígenas y tender puentes entre las radicales diferencias de su mundo y el nuevo mundo que encontró en el escaso desierto de la Pimería Alta.

“Fue un hombre para todos los tiempos, para todas las edades”, dijo García.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.