Cuando La Estrella de Tucsón nació el 20 de octubre de 2004, Ernesto “Neto” Portillo Jr. ya estaba aquí. Era columnista del Arizona Daily Star y su “Mirador Tucsonense” se estrenó en español en nuestra primera edición.

Esa columna tenía todo el peso de su pluma.

Hablaba de un inmigrante que había llegado a Tucsón sin documentos y que celebraba incrédulo la compra del icónico restaurante La Fuente, en North Oracle Road. Hablaba de otra familia también de origen mexicano, los Huerta, que lo habían vendido.

Hablaba del esfuerzo y los sueños de esta gente. Ponía atención en las paredes coloridas de La Fuente, en la serie de comercios y barrios que ambas familias habían recorrido en sus años en el Viejo Pueblo y en la música de mariachi en vivo que el restaurante albergaba.

Identidad y cultura. Las banderas de Neto.

Y así, Neto siguió publicando su columna en inglés y en español. Cientos de ellas. Llenas de música, de negros, de hispanos, de refugiados de otros continentes, de enfermos de sida, de artistas, de chicanos... hasta el día de hoy, en que estas páginas llevan su último artículo como columnista fijo del diario y editor de La Estrella de Tucsón.

Neto se jubiló del diario el 28 de junio, tras casi 20 años aquí y cuatro décadas de carrera periodística, dispuesto a ver qué más tiene la vida para él.

“Extrañaré sus notas de tiempos pasados, de los barrios y las personas que tuvieron un impacto en cómo se desarrolló Tucsón”, dijo su colega Gabriela Rico, también periodista y editora de larga trayectoria en el Arizona Daily Star. “Neto siempre fue tierno con sus palabras y es obvio que quería mucho a Tucsón y nuestra historia. Es lamentable que los mariachis, las doñas y los pioneros perderán una voz en nuestra publicación”.

Aunque seguramente volverá a escribir, es un hecho que vamos a extrañar su presencia constante, alegre y serena a la vez.

Neto, egresado de Cholla High School y quien cursó Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Arizona antes de descubrir que su pasión era encontrar y contar las historias de la gente, es del tipo de personas que te hacen visible.

Llegaba a la redacción saludando a todos, sonriendo, preguntando por el fin de semana, por la familia, por el dolor de oído, narrando sus aventuras con su esposa Linda o abriendo su corazón para hablar de sus hijas. No es casualidad que los líderes de esta ciudad -políticos, artistas, activistas- lo conozcan, lo quieran y lo respeten.

“Neto y Tucsón son uno solo”, dijo Carmen Duarte, otra de las periodistas reconocidas del Star y quien fue parte del primer equipo de La Estrella de Tucsón. “Trajo su sentido de la historia y la gente de Tucsón. Su escritura es vital e importante”.

Y agregó Carmen: “Su partida es una pérdida durante un periodo de cambios dramáticos en el mundo del periodismo impreso”.

Felipe Lucero, diseñador gráfico y quien trabajó varios años con Neto en La Estrella, lo definió como un “justiciero con la pluma”. Dijo: “Él se ha encargado de hacerle justicia al hispano por medio de la pluma” resaltando sus aportes a la comunidad en cualquier ámbito.

Hijo del chihuahuense Ernesto Portillo, pionero de la radio en español en Tucsón, y de la tucsonense Julieta Bustamante, quien también trabajó por muchos años en este diario, Neto no solamente salió de la sala de redacción vistiendo una de sus camisas tipo guayabera o chacabana en color amarillo brillante y arropado por el aplauso de sus colegas, sino con un sinfín de posibilidades en el horizonte.

Son las puertas que abre la empatía.

“El primer recuerdo imborrable que tengo de Neto fue… cuando acababa de escribir una serie sobre un inmigrante llamado Jesús, cuyos restos habían sido encontrados en el desierto, y el proceso de identificación para lograr regresar a Jesús a su familia”, narró Mariana Alvarado, periodista jalisciense quien por varios años ejerció un periodismo bilingüe y certero en Tucsón, antes de regresar a México.

“Al ser yo parte justo de esa minoría en un país que no es donde nací y en un periódico que es principalmente en inglés, tenía la sensación de que realmente la historia no tendría el impacto necesario o que a nadie le importaría leer una historia más de migrantes”, recordó Mariana. “Pero ahí estaba el gran Ernesto Portillo, viniendo a mi escritorio a decirme: ‘Mija, qué historias tan chingonas has hecho!’. Me dejó muda. Sólo atiné a decir ‘gracias; mucho gusto’”.

EN PAZ

La serenidad es otra de las grandes cualidades personales y profesionales de Neto. Su tolerancia con sus críticos es a prueba de histerias.

Poli Corella, editor senior del Star, dijo en la despedida a Neto que siempre le había impresionado cómo tomaba la crítica de los lectores que opinaban diferente a él. “Nunca los atacabas”, le dijo. “Siempre te mantuviste fiel a tus valores y siempre sincero”.

Neto, alto, de sólo 62 años y con una apariencia aún menor, se puso de pie el viernes 28 de junio frente a su mamá, su esposa y sus colegas en una sala de redacción que ha visto partir a muchas grandes figuras del periodismo local. Ya había limpiado su escritorio y recogido hasta las salsas picosas que guardaba en el cajón.

Pensó que las emociones acumuladas cortarían su discurso. Pero su voz entrecortada sólo se fue haciendo más firme para expresar lo difícil que era dejar a sus compañeros no sólo en una época de cambios internos sino ante la incertidumbre que envuelve al periodismo en general.

“Sigan haciendo lo que saben hacer”. Pausa y emoción. “¡El periodismo es una #%@$& noble profesión!”, exclamó Neto. “I salute you”.

Neto, nosotros te saludamos a ti. Nos quitamos el sombrero y brindamos por un futuro tan noble y alegre como tú.

¡Gracias por todo, Neto!


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