Pedro De Velasco.

La frontera permanece “cerrada” desde hace un año y medio. Sin embargo, diariamente personas van y vienen a Estados Unidos, puesto que su cruce es considerado esencial, es decir algo fundamental o necesario, de lo cual no podemos prescindir. Quizás usted se pregunte, ¿qué podría entrar en esta definición? Despreocúpese, los Departamentos de Estado y de Seguridad Interna de los Estados Unidos ya se encargaron de definirlo por nosotros, para prevenir subjetividades o ambigüedades.

Se lo explico.

Es considerado viajero esencial toda persona estadounidense regresando de unas vacaciones en las playas de Puerto Peñasco o San Carlos; todo residente legal permanente que haya ido a Nogales a echarse unos buenos tacos de asada; choferes trayendo frutas y verduras que no se pueden producir aquí en el desierto... ah, pero de entrada por salida, eso sí, no vayan a pretender quedarse.

Pero si usted tiene visa y le urge venir de shopping, porque ya trae los calzones agujerados y el resorte guango, lo siento, eso no es considerado esencial; si usted es un extranjero que viene a visitar a su familia, a la que tiene más de un año sin ver, lástima por usted, eso tampoco es esencial; y si usted es una persona que ha sufrido amenazas, violencia, impunidad, que teme por su vida y la de sus hijos y que lo dejó todo para acercarse a la frontera y solicitar la protección del gobierno de Estados Unidos, como enmarcan las leyes nacionales e internacionales, ¡qué pena su caso!, pero eso tampoco es considerado esencial.

Sin duda, esta pandemia nos ha afectado a todos, en la salud pero también en lo económico.

Si usted es un comerciante o propietario de un negocio, seguramente sus pérdidas continuaron aún después de que levantaran las restricciones locales para reducir la transmisión del virus del COVID-19. Y es que la mayoría de sus clientes probablemente son visitantes que se quedaron atrapados del lado equivocado de la frontera.

Para nadie es secreto que México es por mucho el principal socio comercial de Arizona. De acuerdo con la Oficina del Censo, en 2018 el comercio entre Arizona y México fue de $16.6 mil millones de dólares ($7.6 mil millones en exportaciones a México y $9 mil millones en importaciones).

Según la Comisión Arizona-México, en ese mismo año los visitantes mexicanos contribuyeron entre el 60 y el 70% de los ingresos por impuestos a las ventas en nuestras comunidades fronterizas. En Tucsón solamente, los mexicanos trajeron una derrama económica de mil millones de dólares, según estadísticas de la Universidad de Arizona.

Lastimosamente, hoy, casi ningún visitante puede pasar, puesto que su cruce no se considera esencial.

Pero el problema no es solamente económico sino de índole humanitaria. Y es que a la par del cierre fronterizo a viajes no esenciales, el gobierno de Estados Unidos implementó el Título 42, una orden que inició durante la era del presidente Trump y cuya implementación fue extendida en forma indefinida por el presidente Biden, pese a su promesa de restaurar el asilo.

Título 42 utiliza la pandemia del COVID-19 como excusa para impedir el ingreso y expulsar de forma inmediata a cualquier persona que se acerque a Estados Unidos solicitando la asistencia y protección humanitarias consagradas en las leyes nacionales e internacionales.

Desde hace un año y medio, las personas que llegan al puerto fronterizo temiendo por sus vidas y solicitando auxilio son regresadas sin siquiera ser escuchadas. Y si en su desesperación se internan por un lugar remoto en la frontera, distinto al puerto de entrada, para entregarse a la Patrulla Fronteriza y pedir ayuda humanitaria, son expulsadas de forma inmediata, sin la más mínima consideración o empatía.

Suyapa (pseudónimo utilizado por una mujer) y su hijo pequeño salieron de Honduras huyendo de su agresor, quien amenazó con matarlos por haberlo denunciado. Suyapa llegó a Nogales con la intención de pedir asilo, tras enterarse de que esa no era una opción, pagó una fuerte suma de dinero a unos “coyotes” para que los internaran a Estados Unidos. Tras caminar por 8 días en el inclemente desierto, fueron detenidos por las autoridades migratorias, quienes los expulsaron sin hacer caso a su ruego de protección, en esa y en dos ocasiones más.

Epidemiólogos y expertos en salud coinciden en que Título 42 no sólo carece de una justificación de salud pública, sino que en realidad resulta en una amenaza para la salud, no sólo de las personas buscando asilo.

En vez de cierres fronterizos, prohibiciones, expulsiones y denegaciones de asistencia humanitaria, el gobierno del presidente Biden debería implementar medidas simples y de probada efectividad para reducir contagios, como el uso de cubrebocas, el lavado frecuente de manos, el distanciamiento social, evitar situaciones de congregación y alta densidad, utilizar espacios al aire libre o bien ventilados para el procesamiento y recepción de personas, entre otros.

Pero, sobre todo, debería tener en cuenta que un viaje para salvaguardar la vida es siempre esencial.


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Pedro De Velasco es abogado mexicano con más de 12 años de experiencia trabajando con comunidades migrantes entre México y Estados Unidos. Es director de Educación e Incidencia de la Iniciativa Kino para la Frontera, la cual brinda asistencia humanitaria a migrantes en Nogales, Sonora.