¿Podrías imaginar cómo vivían las primeras personas que poblaron las tierras que hoy componen el Condado Pima? ¿Cómo era la cotidianidad de los habitantes antes de la llegada de los misioneros jesuitas y de los colonizadores españoles? ¿Qué tanto sabes del pasado de Tucsón?

A propósito de esta conmemoración invitamos a hacer una corta retrospectiva de los años anteriores a la fundación de la ciudad. Este relato recoge eventos descritos por el historiador Henry F. Dobyns en su libro Spanish Colonial Tucson: A Demographic History, publicado por la Universidad de Arizona en 1976, un viaje todavía vigente a la historia de Tucsón y del Condado Pima.

Los primeros habitantes

Comencemos devolviéndonos unas cuantas décadas en el tiempo. Vamos a 1954, año en el que un equipo de arqueólogos descubrió utensilios de nativos americanos que datan de los años 800-900 d.C. Las piezas estaban ocultas debajo de la pared de ladrillos de un antiguo puesto militar español. Lo importante del hallazgo fue constatar que los nativos americanos se habían asentado en este sitio hace alrededor de mil años.

Aunque no es posible saber quiénes fueron exactamente estos primeros habitantes, se sabe que, para el momento en el que llegaron los españoles al actual Tucsón, ya habitaban aquí comunidades indígenas originalmente denominadas Akimel O’odham, o “gente del río”; su lengua provenía de la familia idiomática uto-azteca.

Aunque resulta difícil imaginar la vida en este desierto hace quinientos años (cuando no había, por ejemplo, sistemas de refrigeración o de calefacción), historiadores, misioneros de la Colonia y cronistas de indias documentaron el pasado de los pueblos nativos que habitaban a lo largo de los ríos Gila, Salt, Yaqui y Sonora.

Organizadas en aldeas al estilo de las rancherías, las familias vivían en pequeñas cabañas con forma de óvalo y cubiertas de pasto y barro. Como lugares comunes, compartían una ramada central y un área para cocinar.

¿Y cómo lograban subsistir todas estas personas en una zona árida y desértica? Sorprende saber que estos primeros habitantes de la región fueron capaces de convertir el desierto en un terreno agrícola rentable. Gracias a los cientos de kilómetros de irrigación, cultivaron alimentos como maíz, frijoles y calabazas, además de otras plantas como tabaco y algodón.

Junto con lo dispendioso que resultaba cuidar los cultivos, los habitantes estaban organizados para defender su tierra de los asaltos de los apaches y los yavapai, quienes llegaban a las aldeas buscando alimentos. También participaban activamente en intercambios comerciales y hombres y mujeres se dividían las labores textiles, como la producción de ropa y canastos para el uso doméstico.

La llegada de los misioneros y de los colonizadores españoles

Según relata el historiador Dobyns, la primera persona no indígena que vio las rancherías de los indígenas originarios fue el reverendo Eusebio F. Kino. Entre 1687 y 1711, este jesuita se dedicó a recorrer la región para expandir la frontera misionera de la Sonora española. Se cree que su paso por el actual Tucsón sucedió en noviembre de 1694, cuando viajaba a lo largo del río Santa Cruz.

Escultura del reverendo Eusebio Francisco Kino, obra del artista Julián Martínez, ubicada en la esquina de la 15th Street con Kino Parkway.

Al llegar a esta región, el padre Kino encontró dos pueblos relacionados –a quienes los españoles llamaron colectivamente Pima– que ocupaban el centro-sur de Arizona: los Akimel O’odham y los Tohono O’odham. A su paso por estas y otras aldeas, el padre Kino fundó varias misiones e introdujo nuevos cultivos, ganado (caballos, ovejas, cabras), trigo y herramientas de metal.

Unos cuatro años después de su primer paso por estas tierras, Kino y su líder militar, el capitán Diego Carrasco, hicieron las primeras referencias escritas conocidas de Tucsón. Al conjunto de aldeas les otorgaron un nombre de santo: el primero se refirió al sitio como San Cosme de Tucson, y el segundo como San Cosme de Tucsiom.

El nombre de la actual ciudad es, sin embargo, una derivación directa de la manera como los originiarios la llamaban hace siglos: schookson o stjukshon. Cuando llegaron los misioneros, cambiaron el phonema sh por t, y la k por s. Se cree que la decisión de estos cambios provino de los mismos indígenas que trabajaban como intérpretes para los españoles. De Schookson pasamos entonces a decir Tucson. A lo largo de los años, en los poblados sonorenses, en el habla cotidiana los habitantes comenzaron a acentuar la palabra: Tucsón.

Pero, ¿qué significaba la palabra original? Aquí debemos dividir el término en dos partes: schook o tjuk significaban color negro. Son o shon, por su parte, eran sufijos para referirse al lugar “en la base de”. ¿Y de qué lugar se trataba? De “la Sierra de la Frente Negra”, es decir, del lugar que hoy conocemos como “la montaña de la A”, compuesta por piedras volcánicas de color negro y ubicada en el valle de Santa Cruz.

En cuanto a la palabra “pima” o pi ‘añi mac, su origen se remonta a la lengua Akimel O’odham, y su significado directo es “No sé”. Se dice que esa era la respuesta de los nativos a las primeras preguntas de los colonizadores.

En la actualidad, la población nativa que ha subsistido está establecida en dos reservaciones: la Keli Akimel O’otham, en la comunidad indígena del río Gila, y la On’k Akimel O’odham, en el río Salt en Pima-Maricopa.

De las visitas misionales al Pueblo de Tucsón

El impacto cultural real producto del intercambio con los misioneros españoles comenzó a darse a partir de lo que entonces se denominaba una visita. Esto quiere decir que los pima de Tucsón empezaron a recibir visitas regulares de un sacerdote destinado en una misión cercana. Esa campaña clerical para convertir a los nativos americanos al cristianismo generó los primeros cambios en la comunidad originaria.

La política colonial española de entonces se apoyaba en los misioneros para concentrar poblaciones nativas divididas en relativamente pocos sitios de misión y, desde allí, fomentar la agricultura y la ganadería, enseñar la artesanía europea y reafirmar la lealtad militar a España.

Para la fecha de su fundación oficial, el 20 de agosto de 1775, los exploradores españoles fundaron el Presidio San Agustín de Tucsón, una edificación que marcaba el límite noroeste de la colonia mexicana de España y que albergó a una comunidad de soldados y a sus familias durante más de ochenta años.

Hacia el año 1800, la cantidad de colonos civiles en Tucsón fue una razón suficiente para comenzar a llamar al territorio el “Pueblo de Tucsón”. A partir de entonces, además de los nativos americanos, la población se componía de mexicanos y estadounidenses que, conviviendo pacíficamente, fueron año tras años consolidando la sociedad multicultural que dio origen al Tucsón de hoy.


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