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La pandemia, otro obstáculo a vencer para latinos que aspiran a la universidad

Con más contagios, pérdida de ingresos y viviendas multigeneracionales, los retos son mayores

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Armando Ramírez, estudiante de último año de la Universidad de Arizona, ha vivido los efectos de la pandemia tanto a nivel de pérdidas familiares como en dificiltades para estudiar en línea y el temor de contagiar a sus seres queridos mientras mantiene sus dos empleos. Foto del 2 de septiembre de 2020.

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Esta historia fue creada por La Estrella de Tucsón con el apoyo de la Asociación de Escritores de Educación (EWA, por sus siglas en inglés) para indagar sobre cómo la pandemia está afectando los planes de estudiantes latinos universitarios y enlazarlos a ellos y a sus familias con recursos disponibles. Visita tucson.com/laestrella/becas para consultar una guía de becas e información útil para estudiantes.


Armando Ramírez, estudiante de último año en la Universidad de Arizona, no solo enfrenta el estrés de hacer la universidad en línea con una conexión de internet poco confiable. No solo se las arregla con dos trabajos de medio tiempo para ayudar a mantener a su mamá y a su abuela enferma mientras él mismo vive sin seguro médico durante la pandemia.

También ha pasado por una tragedia personal. Ocho parientes suyos han fallecido a causa del COVID-19 en California y Sonora, dijo. A pesar de que no conocía personalmente a algunos de ellos, el dolor de sus familiares ha sido intenso.

“Estoy viendo a mi mamá y a mi abuela tristes, de luto. Ellas se encerraron por un tiempo”, dijo Ramírez, de 21 años, quien comparte vivienda con su mamá y su abuela en Tucsón. “No puedo sentirme triste; no tengo el tiempo. Simplemente no lo tengo”.

En todo el país, los recién graduados de la preparatoria y los estudiantes universitarios tuvieron un verano abrumador a causa de la pandemia del nuevo coronavirus. Vivieron meses de incertidumbre en cuanto a sus planes para su educación superior en el otoño, en un momento en que la comunicación con los maestros era limitada.

Pero para muchos estudiantes latinos, especialmente los que son los primeros en su familia en ir a la universidad –conocidos como estudiantes universitarios de “primera generación”– las barreras logísticas y financieras creadas por la pandemia han sido particularmente difíciles.

Para algunos tucsonenses, los sueños universitarios se están alejando de su alcance, dijo René Fernández, consejero en la escuela Flowing Wells High School, donde el 68% de los estudiantes son latinos y muchos serían estudiantes universitarios de primera generación.

“Esto se me ha quitado el sueño. Creo que veremos unos números bastante bajos de jóvenes que logren llegar a la universidad este otoño”, dijo Fernández en una entrevista antes de que iniciara el semestre actual.

Nicole Hurd, fundadora y directora ejecutiva de College Access Corps, radicada en Carolina del Norte, dice que todavía es muy pronto para cuantificar hasta qué grado se perderán oportunidades educativas para las comunidades marginadas y de bajos ingresos a causa de la pandemia del coronavirus.

Pero dice que es muy importante animar a esos jóvenes a perseverar. Su organización trabaja para incrementar la matrícula universitaria a nivel nacional entre los estudiantes de preparatoria de bajos ingresos, los que carecen de representación y los estudiantes universitarios de primera generación.

La pandemia podría destruir años de progreso en la creación de equidad en el acceso universitario para las poblaciones que carecen de representación, como son los estudiantes latinos y de primera generación, dijo.

“Ellos se han ganado estas oportunidades. Si las dejamos pasar, estamos en peligro de tener la generación con menos diversidad que se ha matriculado a la universidad en el otoño en décadas”, dijo Hurd.

Fernández dijo que su propio hijo entró a la Universidad de Arizona en este semestre de otoño y sintió la tensión de tener varias reuniones virtuales en Zoom, sesiones de preparación en línea e intercambios de información por correo electrónico, aun teniendo a dos padres con educación universitaria para ayudarlo.

“Estoy asombrado de lo difícil que ha sido este año”, dijo. Para los estudiantes con padres sin experiencia universitaria, “ellos están solos en esta situación de locura que estamos viviendo”.

Las universidades estaban preparadas para la baja en inscripciones, pero aún está por verse el impacto real, dicen autoridades educativas.

A fines de agosto, el conteo de estudiantes en el Colegio Comunitario Pima (PCC) era de 17,785 estudiantes, 15.5% menos que el conteo del año pasado en las mismas fechas y 15.8% menos que el del otoño del 2018.

Los números de inscripción -que cuentan el número de asientos ocupados en cada clase- en el PCC fue 18.4% más bajo comparado con el otoño del 2019 y 17.4% menor al del otoño del 2018. Eso significa que en agosto no solo había menos estudiantes planeando asistir al PCC, sino que esos estudiantes tomarían menos clases cada uno, dijo Libby Howell, vocera del Colegio.

Las anécdotas de quienes planeaban ir al Coelgio Pima demuestran que ellos estaban “preocupados de regresar a la escuela por miedo al contagio del COVID-19 y muchos estudiantes también están sufriendo con problemas de empleo durante esta caída económica”, dijo Howell en un correo electrónico.Casi la mitad de los estudiantes del PCC son latinos, la proporción más grande de cualquier grupo étnico, según el reporte de inscripciones del colegio del otoño del 2019.

EL COVID-19 PEGA MÁS

Los estudiantes latinos vienen de comunidades que han enfrentado un número desproporcionadamente alto de contagios del coronavirus, así como un aumento más grande en la tasa de desempleo después del cierre económico de marzo, comparado con la población general.

Es más probable que vivan en hogares multigeneracionales en comparación con familias anglosajonas, de acuerdo con un análisis de 2016 de los datos del censo por el Pew Research Center. Ese año, el 27% de los hispanos vivieron con generaciones múltiples, comparado con el 16% de los anglosajones.

Al estudiante de último años de la Universidad de Arizona Armando Ramírez no le gusta tener que tomar todas las clases en línea, pero prefiere eso que poner en riesgo a su abuela de 80 años.

Compartir el hogar con personas de edad avanzada y con miembros vulnerables en la familia hace que uno sea más consciente de los peligros de traer el virus a casa, dice Ramírez. Él vivió en los dormitorios durante su primer año de universidad, antes de regresar a casa para ayudar a cuidar a su abuela de 80 años.

Tener sus clases mayormente en línea lo tranquiliza, aun con los retos del aprendizaje virtual.

Ramírez calificó de “horrible” la experiencia de la primavera y verano de estudiar completamente en línea. “Pero prefiero que sea difícil que llegar a enfermarme o enfermar a otros y aumentar las muertes”, dijo.

NECESIDADES URGENTES

A nivel nacional, entre los casos en los que se dispone de información racial de los pacientes con COVID-19, el 33% han sido hispanos, según un informe del 19 de junio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. Eso es a pesar de que los latinos representan solo el 18% de la población del país.

En el Condado Pima, los hispanos son el 38% de la población, según muestran los datos del censo, pero son el 52% de los casos confirmados de COVID-19 en los que se cuenta con datos raciales y/o étnicos de los pacientes. Eso es 7,706 casos confirmados entre hispanos de los 14,706 casos en los que se conocía el origen racial/étnico de los contagiados, dijo Sasha Harb, epidemióloga del Departamento de Salud del Condado Pima hace unas semanas.

Harb señaló que excluir de las estadísticas los casos en los que no se sabe la raza del pacientepuede ser “engañoso”. Solo alrededor del 70 por ciento de los casos confirmados en el Condado Pima tienen datos raciales adjuntos.

”No queremos hacer suposiciones sobre los datos faltantes”, dijo Harb en un correo electrónico. Incluyendo los casos en los que se desconoce la raza y la etnia de los pacientes, los hispanos representan el 35% de todos los casos confirmados en el condado.

En todo Arizona, los hispanos representan el 45% de los casos en los que se informaron datos raciales y étnicos, a pesar de representar el 31% de la población, según los datos de salud estatales recopilados por COVID Racial Tracker, un proyecto conjunto del Centro de Investigación y Política Antirracista (Antiracist Research & Policy Center) y el Proyecto de Seguimiento COVID. En todo el estado, solo se identificó raza y/o etnia en el 65 por ciento de los casos, según el rastreador.

Karina Salazar, profesora auxiliar en el Departamento de Estudios y Práctica de Política Educativa de la Universidad de Arizona, dijo que no imagina el alto nivel de estrés para estudiantes con familiares de alto riesgo que toman clases presenciales en la Universidad. Salazar es autora de una investigación sobre cómo las universidades buscan desproporcionadamente estudiantes en preparatorias más blancas y de más dinero, el cual fue publicado en el New York Times en 2018.

Aunque existen programas para ayudar a los estudiantes subrepresentados a aclimatarse a la universidad, líderes de educación superior deben hacer más por ayudar en esta situación urgente, dijo Salazar.

“No solo hablamos de aclimatarlos a la universidad”, dijo Salazar. “Siendo que sabemos que las comunidades afroamericanas y latinx son las más desproporcionadamente impactadas por el COVID-19, es absolutamente imperativo que los colegios y universidades consideren estas disparidades y prioritizen su seguridad y sus necesidades inmediatas”, tales como barreras financieras, inseguridad alimenticia, salud y bienestar.

RETOS DE SER EL PRIMERO

Camilo Macías creció en el sur de Tucsón y fue un estudiante de primera generación de la Universidad de Arizona. Ahora es consejero escolar en Desert View High School, donde el 85% de los estudiantes son latinos. Macías teme que los estudiantes hispanos que toman un “año sabático” durante la pandemia nunca regresen a la universidad.

“Sé perfectamente que tendrá un gran impacto, especialmente con los jóvenes de nuestra comunidad”, dijo. “Somos muy unidos a la familia. Muchas veces, si tu familia está sufriendo económicamente o por salud, un joven (hispano) siempre pondrá a su familia primero y trabajará para ayudarla”.

Algunos estudiantes suspenderán sus propios planes educativos, ya sea para ir a trabajar y ayudar a su familia o porque no les agrada la idea de la educación en línea, dijo.

Voceros de los distritos escolares de Sunnyside y de Tucson dijeron que los datos de inscripciones a la universidad del 2020 de estudiantes recién graduados de sus preparatorias no estarán disponibles hasta noviembre.

El subdirector de Flowing Wells High School, Frank Thomas, dijo que a los estudiantes de primera generación se les puede dificultar verse en un ambiente universitario y creer que pueden pagarlo. Así que algunos educadores trabajan con ellos para animarlos a no darse por vencidos.

Los meses sin interacción personal entre alumnos y maestros o consejeros pudieron haber traído como consecuencia que menos estudiantes siguieran adelante con sus planes, dijo.

“Todo el proceso es muy frágil y un pequeño cambio puede romper el proceso y hacer que no suceda”, dijo. “No tener el cara a cara, no tener la rendición de cuentas del día a día, no tener el refuerzo positivo de darles un abrazo si les niegan una beca. … Eso no es indicador de la voluntad o ética de trabajo o capacidad académica del estudiante. Es una indicación de que estos son obstáculos muy reales que hacen que la situación sea insostenible”.

Thomas dijo que no se había enterado de que ninguno de sus estudiantes decidiera dejar la universidad por completo, pero muchos decidieron ir al Colegio Comunitario Pima en vez de una universidad de cuatro años, como la Universidad de Arizona.

“Casi todos los estudiantes con los que he hablado han tenido algún cambio en sus planes de alguna manera”, dijo.

Anahiz Ito, de 19 años y egresada de Desert View, iba a empezar su segundo año en Pima este otoño.

“Decidí no hacerlo este año”, dijo. “Honestamente, como mi modo de aprendizaje es visual, yo sé que no me iría tan bien como si fuera a clase en persona”.

Rebecca Sasnett / La Estrella de Tucsón

Anahiz Ito suspendió sus estudios en el Colegio Comunitario Pima porque tomar clases en línea se le hace difícil. Durante el verano se dedicó a certificarse como agente de bienes raíces para ayudar económicamente a su mamá. Foto del 27 de agosto de 2020.

Ito dice que en vez de inscribirse al colegio trabajó en obtener su licencia en bienes raíces este verano. Espera poder ganar suficiente dinero vendiendo casas para así algún día inscribirse en Pima Medical Institute y ser asistente dental. Su motivación principal es llegar a tener seguridad financiera para poder retribuir a su mamá, quien a los 16 años se vino a Tucsón desde Jécori, un pequeño pueblo en Sonora que forma parte de la municipalidad de Cumpas.

Cuando Ito era niña su mamá era madre soltera, sin certificado de preparatoria y con tres trabajos para mantener a Ito y a sus hermanos. Ito dice que su mamá trabajó como gerente de Peter Piper Pizza, tenía otro empleo en el Aeropuerto Internacional de Tucsón y limpiaba casas por las noches.

“Ella solo quería lo mejor para nosotros”, dijo. “Me gustaría algún día poder comprarle un carro o la cocina de sus sueños, porque ella bien que se lo merece. Yo sería tan feliz si pudiera hacer eso en el futuro, si llego a tener una muy buena carrera”.

PRESIÓN FINANCIERA

Después del cierre de la economía en marzo, la tasa de desempleo ajustada por temporada de la población hispana creció más del triple hasta el 18.9% en abril, comparada con la tasa de desempleo nacional récord de 14.7% en ese mismo mes, según datos de la Oficina de Estadísticas de Empleo (Bureau of Labor Statistics).

Desde entonces, el desempleo se ha ido reduciendo constantemente, pero en julio la tasa de desempleo entre hispanos todavía era casi 3 puntos porcentuales más alta que la tasa nacional de desempleo del 10.2%.

Las personas que viven en hogares con bajos ingresos corren un riesgo mayor de inseguridad alimenticia o de ser desalojados de su vivienda debido a la pérdida del empleo. Consejeros de preparatorias en distritos de mayoría latina reportan que sus estudiantes van a trabajar para ayudar a sus familias después de que sus padres se quedaron sin empleo.

“Todos los estudiantes con los que he hablado ahora tienen empleo”, dijo Thomas, de Flowing Wells High School. “Literalmente, no tienen tiempo de sentarse y revisar las solicitudes de becas, porque están trabajando”.

Muchos estudiantes no tienen un servicio de internet confiable o acceso a la tecnología que necesitan para el aprendizaje en línea.

“Mi internet se va al menos dos veces al día”, dijo Ramírez, quien agregó que incluso con una beca completa para la UA, necesita sus dos empleos de medio tiempo para apoyar a su familia.

Una encuesta nacional conducida en el mes de junio por la firma latina de investigación política Latino Decisions encontró que una tercera parte de las familias latinas en Estados Unidos no tienen acceso regular a internet en casa. De los que sí lo tienen, el 37% reportó que su único acceso al internet es a través de un teléfono celular. La mitad de las familias latinas encuestadas dijo que no cuentan con suficientes computadoras portátiles para apoyar las necesidades educativas de todos los miembros de la familia.

El Distrito Escolar Unificado de Tucsón invirtió $2 millones de dólares en la distribución de computadoras portátiles y realizó acuerdos con compañías proveedoras de internet para que ofrecieran servicio a bajo costo por $9.99 al mes, dijo Guillermina Torres, del programa de Servicios a Estudiantes Méxicoamericanos del TUSD.Con las escuelas preparatorias cerradas desde marzo, la comunicación con el sistema de apoyo educativo de los estudiantes se vio afectada, especialmente para las familias en las que los padres solo hablan español.

“Realmente no comprendíamos qué tipo de retos estaban enfrentando nuestros estudiantes, simplemente porque casi perdimos contacto con ellos hace unos meses”, dijo Gina Valencia, gerente de programa del Cetro Regional de Acceso a la Universidad del Comité Metropolitano de Educación (Metropolitan Education Committee) en Tucsón.

Esta organización sin fines de lucro aboga por una educación de calidad al alcance de los estudiantes de Tucsón. A través de alianzas con distritos escolares locales, el grupo ayuda a estudiantes a encontrar becas universitarias y a entender mejor las oportunidades que conlleva obtener un título.

Cuando Valencia empezó a contactar a los estudiantes para correr la voz sobre un nuevo fondo relacionado con la pandemia de Helios Education Foundation y de College Success Arizona, se enteró del estrés que estaban enfrentando los estudiantes, dijo. Muchos habían decidido no inscribirse a clases de verano en línea y se sentían inseguros de qué hacer para el semestre de otoño, dijo.

“Los papás estaban siendo despedidos, los papás eran trabajadores esenciales, los papás estaban en licencia de trabajo, los estudiantes estaban en licencia”, dijo Valencia, egresada de Sunnyside High School y quien lanzó el programa piloto de acceso a la universidad del MEC hace una década.

En un programa de becas administrado por el MEC, unos cuantos estudiantes han solicitado posponer sus becas hasta la primavera porque necesitan trabajar o cuidar a su familia, dijo.

“Hemos sido muy comprensivos con eso. Si la familia necesita que el alumno trabaje, ¿qué les podemos decir?”, dijo. “Nos pondremos en contacto con los estudiantes nuevamente en noviembre o diciembre (para decirles) ‘solo es un recordatorio, te estamos guardando tu beca’”.

LA INCERTIDUMBRE PESA

Cortesía de Rocque Pérez

Según su propio testimonio, Rocque Pérez, estudiante de la UA, ha tenido que superar la falta de apoyo familiar y las ideas preconcebidas de algunos educadores sobre lo que él podría lograr como estudiante latino.

Rocque Pérez, de 21 años, quien acaba de iniciar su último año en la UA, firmó un contrato de renta por $759 al mes en un departamento cerca del campus a fines de junio, antes de enterarse de que todas sus clases durante el otoño serían en línea. Le hubiera gustado que la universidad tomara mucho antes la decisión de trabajar mayoritariamente en línea para ayudar a sus estudiantes a planificar.

“Quizá estaban tomando decisiones día tras día, pero muchos de nosotros no podemos darnos el lujo y creo que no están tomando eso en consideración”, dijo en una entrevista en junio.

El verano fue difícil para Pérez. En mayo perdió su empleo trabajando con estudiantes marginados en la Oficina de Avance Multicultural de la UA, lo que lo dejó sin saber si podría completar su último año de universidad. Luego tuvo que dejar sus clases de verano en línea porque el Internet en el complejo de departamentos donde vivía no era confiable.

Cortesía de Rocque Pérez

Rocque Pérez (der.), quien en la foto aparece con el rector de la Universidad de Arizona, Robert C. Robbins, perdió su empleo en los primeros meses de la pandemia, lo que sumó incertidumbre a sus planes de continuar sus estudios. Pérez consiguió otro empleo en la UA.

Como estudiante de primera generación, Pérez dijo que nunca recibió el apoyo de sus padres “tóxicos”, quienes no lo apoyaron después de que se declaró gay en la preparatoria. Tampoco recibió el aliento de los consejeros de Mountain View High School, quienes, según dijo, lo disuadieron de postularse a universidades de cuatro años.

“Muchas veces me dijeron, ‘va a ser difícil para ti, va a costar mucho’. Fueron muy insistentes en encaminarme hacia el colegio comunitario”, dijo.

“Simplemente he estado rodeado de prejuicios y de personas poniéndome debajo de lo que yo quería para mí, que era más de lo que tenía para mí la gente que me rodeaba …. Esto me hizo ser quien soy”.

En agosto, Pérez consiguió otro empleo en la UA, aunque con muchas menos horas, y así determinó que podría volver a la universidad en el otoño, dijo.

Agustín Mata, ex alumno de Desert View, está comenzando su segundo año en el Colegio Pima este otoño. Pero redujo su carga de cursos a solo un par de clases. Vive en una zona rural en las afueras de Sahuarita y durante sus clases en línea la primavera pasada su internet era muy poco confiable.

“Siento que me desvié un poco”, dijo Mata. “No estaba prestando atención como lo haría si estuviera en clase”.

Aun así, Mata dice que si Pima solo hubiera ofrecido clases en persona este otoño, se habría retirado. Este verano, su madre, quien se mudó del estado mexicano de Guanajuato cuando era una adolescente, contrajo un caso grave de COVID-19 acompañado de neumonía. Su médico dijo que tendrá daño pulmonar permanente, dijo Mata.

Mata vive con su padre y dijo que está evitando cualquier riesgo innecesario de contraer el virus.

“No quisiera que mi papá pasara por lo que pasó mi mamá”, dijo. A pesar de que sus amigos siguieron saliendo, él mantuvo los protocolos de distanciamiento social. “Me asustó ver que aumentaba el número de muertos. No quería ser parte de eso. Me quedé en casa”.

Mata planea convertirse en oficial de policía después de obtener su título de asociado en Administración de Estudios de Justicia. Dijo que las protestas de Black Lives Matter están esclareciendo problemas en la aplicación de la ley, lo que fortalece su determinación.

“Solo quiero servir a mi comunidad”, dijo. “Quiero mostrarle a la gente que no todos los policías son iguales”.

SOLICITAR AYUDA ES MÁS DIFÍCIL

El acceso a servicios confiables de internet también fue una barrera para los estudiantes que intentaban finalizar sus aplicaciones de ayuda financiera o solicitudes para la universidad.

En el Colegio Comunitario Pima normalmente hay estaciones de computadoras de autoservicio disponibles para que los estudiantes soliciten ayuda financiera y otras necesidades, dijo Julio Durazo, subdirector del área de ayuda financiera, becas y operaciones del colegio. Pero con los campus cerrados al público en general, eso fue imposible este verano, dijo.

El personal de ayuda financiera del colegio que trabajaba desde casa pudo ayudar a los estudiantes a llenar virtualmente los formularios de Solicitud Gratuita de Ayuda Federal para Estudiantes, o FAFSA, dijo. Pero fue mucho más desafiante que ayudar a los estudiantes en persona, ya que muchos no se sentían cómodos con las videoconferencias.

Pima ofrece computadoras portátiles en préstamo a los estudiantes y una señal de WiFi que se extiende hasta los estacionamientos del colegio para que los estudiantes puedan trabajar en sus autos, dijo. Pero eso tampoco es lo ideal, reconoció Durazo.

“Por supuesto, todavía no es el mejor entorno de aprendizaje. ¿Tu carro? No hay mucho más que podamos hacer en ese sentido”, dijo. “Es muy difícil en este momento, pero tenemos que continuar”.

Muchos estudiantes de Sunnyside High School habían completado su FAFSA antes de que la pandemia cerrara las escuelas, pero las verificaciones de FAFSA, una serie de preguntas de seguimiento para estudiantes seleccionados, salieron “casi exactamente al mismo tiempo que las escuelas cerraron”, dijo N.J. Katusz-Utter, director de Educación de Carreras y Tecnología en el Distrito Escolar Unificado de Sunnyside, donde más del 80% de la población estudiantil es latina.

“Normalmente, los estudiantes entraban a la oficina del consejero escolar y decían: ‘Mira lo que acabo de recibir’”, dijo. El riesgo es que, sin ese apoyo en persona, algunos estudiantes pueden desanimarse de finalizar su ayuda financiera.

“¿En qué momento simplemente dices: ‘Ya no más’?”, dijo Katusz-Utter. “Me gustaría enfatizar a las familias: hay un juego de largo plazo involucrado aquí. Incluso para las familias que toman una decisión bien informada de esperar (para ir a la universidad), no renuncien a esas aspiraciones. Habrá una manera de llegar a donde necesitan”.

SENTIDO DE RESPONSABILIDAD

Los estudiantes universitarios de primera generación generalmente se motivan a sí mismos y son independientes, y es probable que estén más en sintonía con las consecuencias financieras y de salud de la pandemia de coronavirus, dijo Ayala, del Instituto de Servicios Hispanos de la UA.

“Ves en las noticias que muchos estudiantes están de fiesta. No creo que sean los estudiantes de primera generación. Realmente ves a más de ellos tratando de ayudar, tratando de encontrar trabajo”, dijo. Los estudiantes con padres que hablan español también están acostumbrados desde chicos a asumir el papel de traductores, dijo.Su capacidad de recuperación puede ser una ventaja en tiempos de adversidad como el presente, dicen los educadores.

“Los estudiantes de primera generación, inmigrantes y de habla hispana ya han atravesado tiempos difíciles y tienen esa capacidad de recuperación que traen consigo que podría darles esa fortaleza adicional”, dijo Hilda Ladner, oficial de Diversidad, Equidad e Inclusión del Colegio Comunitario Pima.

Pero Salazar, profesora de la UA e investigadora de acceso a la universidad, advierte que no debemos centrarnos en esos atributos que tanto les costó ganar a los hispanos. Dijo que es demasiado fácil vestir de glamour las luchas de los estudiantes que superan las fuertes barreras a la educación, en lugar de abordar las desigualdades sistémicas que los obligan a asumir esa posición, dijo.

“La responsabilidad siempre recae en los estudiantes de ser más resilientes, más firmes, como si todo lo que han pasado los hubiera preparado de alguna manera para superar una pandemia global en su proceso de ir a la universidad”, dijo. “Debemos ser cautelosos de no dar glamour a esa adversidad sin una crítica sobre los sistemas muy reales de injusticia social, económica y racial en la raíz de esas características de los estudiantes”.

Thomas, de Flowing Wells, dijo que la pandemia ha obligado a maestros, padres y estudiantes a reevaluar las suposiciones sobre cómo debería ser la experiencia universitaria, lo que lleva a algunos a cuestionar el valor de una educación universitaria u optar por retrasar sus estudios.

“No creo que un cambio radical en la forma en que buscamos la educación sea necesariamente algo malo”, dijo. “Lo que tengo miedo de que suceda es que los estudiantes, especialmente los estudiantes universitarios de primera generación, simplemente nunca lleguen a la universidad después de eso, y eso es un problema real”.

“Estamos hablando de la diferencia entre un trabajo de $30,000 al año o un trabajo de $75,000 al año” después de la universidad, dijo Thomas. “Estamos hablando de la diferencia entre tener seguridad alimentaria o no. Esas son cosas muy reales y difíciles de pensar y de pasar”.

Por ahora, muchos estudiantes simplemente están tratando de encontrar formas de continuar viviendo sus vidas en la “nueva normalidad”.

El graduado de Desert View Refugio Del Cid, de 18 años, empezó sus estudios en la UA este otoño. La pandemia de COVID-19 se volvió real para él cuando el padre de un amigo murió repentinamente a causa del virus este verano, dijo.

“Simplemente sucedió tan rápido”, dijo. “Cuando te toca de cerca, es cuando te das cuenta de que esto es real”.

Del Cid había estado debatiendo entre ir a la UA o a la Universidad del Norte de Arizona (NAU), ambas “escuelas de ensueño”, dijo. Pero a la luz de la pandemia, optó por la UA para permanecer más cerca de su casa en Tucsón. Planea hacer las pruebas para el equipo competitivo de beisbol de la universidad y, con suerte, llamar la atención del entrenador de la liga universitaria.

El coronavirus complicará esos planes, dijo, pero está comprometido religiosamente con el distanciamiento social, el uso de máscaras y el lavado de manos.

“Todavía quiero jugar beisbol. Me encanta; es mi deporte. Para hacer eso, tengo que cuidar de mí mismo”, dijo. “En el segundo en que salga positivo, eso podría arruinar a todo el equipo”.

Mamta Popat / La Estrella de Tucsón

Refugio Del Cid acaba de iniciar su carrera de mercadotecnia en la Universidad de Arizona, donde aspira a ser parte del equipo de beisbol. El egresado de Desert View High School sigue el consejo de su padre: perseverar en sus sueños.

Del Cid dijo que su padre inició su propia carrera universitaria en South Mountain Community College en Phoenix con una beca de beisbol, pero se retiró después de romperse un ligamento en el codo. Su padre comenzó a ganar mucho dinero trabajando en la construcción pero, finalmente, las décadas de trabajos forzados le destrozaron la espalda y limitaron sus opciones de trabajo actuales, dijo Del Cid.

“A veces se despierta por la mañana y su espalda está que arde por tantos años de trabajo y construcción”, dijo.

Del Cid dijo que escucha atentamente los consejos de su padre.

“Desde el principio, siempre ha mirado mis calificaciones y se ha asegurado de que esté donde esperaba que estuviera”, dijo. “Dice, ‘solo estoy tratando de que seas mejor que yo. No cometas los mismos errores que yo’”


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Emily Bregel es una experimentada periodista independiente y ex reportera del Arizona Daily Star. Contáctala en emily.bregel@gmail.com.