Daniel Neyoy Ruiz, su esposa y su hijo están en el camino.

La familia, que el año pasado estuvo casi un mes en santuario en una iglesia para evitar una orden de deportación, está avanzando, adentro y adelante. La familia se muda a una casa nueva, Neyoy trabaja sin miedo a ser deportado a México y la familia ve hacia delante.

“Se ha mejorado”, dijo Carlos Daniel Neyoy, el hijo de 13 años de edad de Daniel y su esposa, Karla Stahlkopff, nacido en Estados Unidos. Están mucho mejor desde que la familia salió caminando de la Iglesia Presbiteriana del Sur hacia un futuro más esperanzador. La suspensión de la deportación de Daniel Neyoy Ruiz se emitió en junio.

El alumno de octavo grado de Challenger Middle School estaba feliz cuando me encontré con él y con sus padres la semana pasada en su nueva casa cerca de South 12th Avenue y West Elvira Street. Sus vidas han pasado de la incertidumbre a la tranquilidad.

“Vivíamos en la sombra, pero cuando salimos eso nos dio un respiro”, dijo Karla.

Ahora, la familia Neyoy desea lo mismo para otra familia de Tucsón.

Esta familia se ha unido a otras personas para impulsar al gobierno federal a brindar a la familia de Rosa Robles Loreto la misma oportunidad de salir del miedo. Robles Loreto, quien es madre y esposa, ha estado en santuario en la Iglesia Presbiteriana desde el 7 de agosto pasado, esperando, anhelando y orando por una suspensión de su orden de deportación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).

Keep Tucson Together (Mantener a Tucsón Unido) intenta ampliar la campaña en apoyo a Rosa Robles Loreto, utilizando en redes sociales los hashtags #LetRosaStay, #KeepTucsonTogether, enviando cartas y mediante los tradicionales letreros para el césped con las palabras “We Stand With Rosa” (“Unidos con Rosa”).

La familia Neyoy ha estado en contacto prácticamente a diario con Robles Loreto. La visitan, hablan por teléfono con ella o intercambian mensajes motivacionales en Facebook.

“Algunas veces se deprime, pero es una persona fuerte”, dice Daniel, quien vino a este país con su esposa sin autorización. Vinieron a trabajar y a mejorar sus vidas.

Mientras que la familia Neyoy estuvo junta en santuario, el esposo y los hijos de Robles Loreto la visitan. Y un gran círculo de apoyo arropa a la familia Neyoy y ahora a Robles Loreto, dijo Daniel, de 37 años de edad, cuyo padre es predicador evangélico en México.

Karla, quien tiene 34 años, dijo que “extraños, gente totalmente extraña, nos hicieron sentir que nosotros también tenemos derechos”.

Las familias inmigrantes, sin importar su estatus legal, tienen derechos universales. El primero es mantener a la familia unida.

El movimiento para que permitieran a la familia Neyoy quedarse, así como a la familia de Francisco Pérez Córdova, quien estuvo en santuario durante 94 días el año pasado en la Iglesia Metodista Unida de San Francis en Foothills, trasciende a Tucsón. Es un movimiento en apoyo a miles de familias inmigrantes por todo el país, quienes enfrentan la posibilidad de la deportación o que ya la han sufrido y han sido separadas.

Neyoy luchó por mantener unida a su familia después de que fue detenido en el 2011 por un oficial del Departamento de Seguridad Pública de Arizona. El carro de Daniel estaba echando humo. Fue turnado al ICE. Su historia es la típica de muchos otros inmigrantes indocumentados que son detenidos por oficiales de las policías local o estatal debido a infracciones menores y que después, cuando no pueden probar su estatus legal, son turnados a las autoridades migratorias.

La familia se mantuvo firma. La familia no se dobló. La familia se sacrificó.

“El valor de la familia es universal”, dijo Karla.

El futuro se ve más claro. Daniel trabaja y paga impuestos. Aún tiene que renovar su suspensión de deportación. Si recibe una permanente, Daniel y Karla pueden solicitar la residencia legal y en un futuro la ciudadanía, cuando Carlos cumpla 21 años. Carlos dijo que para entonces espera estar en la universidad.

Incluso si hubiese llegado una segunda orden de deportación a aturdir a la familia, Carlos dijo que él con gusto hubiese vuelto a estar en santuario con sus padres.

“Mi familia y yo creemos que debemos estar juntos”, dijo Carlos. “Mientras estemos juntos, tenemos una oportunidad”.


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Ernesto “Neto” Portillo es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o en el 573-4187. En Twitter: @netopjr.