Hubu una vez en la vida de Sonia Manzano en la que era invisible.

Cuando crecía en el Bronx, no se veía a sí misma en libros. Ni en la televisión. Ni en películas.

Ella no existía en la cultura dominante de medios en Estados Unidos. Sin embargo, sabía que debería estar en ella. Se vio a sí misma en sus amigos y vecinos latinos del barrio: hacienda sus compras en las bodegas, saboreando piraguas (raspados puertorriqueños) en los días calientes, sentada en el porche platicando, caminando a la escuela y rezando en la iglesia.

Pero la “Nuyorican” Manzano tampoco existía.

“La sociedad no me veía”, dijo ella.

Finalmente, Manzano rompió la barrera en 1971, cuando se unió al elenco de “Plaza Sésamo” para interpretar a María, personaje en el que se mantuvo hasta que se jubiló en 2015.

No más fue invisible.

La visibilidad de Manzano como actriz, escritora y oradora latina se ha mantenido fuerte desde aquellos primeros días del programa infantil pionero. Se ha ganado 15 Emmys por sus guiones y reconocimientos por sus libros, entre ellos “The Revolution of Evelyn Serrano,” (La Revolución de Evelyn Serrano), una lectura para jóvenes adultos, y sus memorias “Becoming Maria: Love and Chaos in the South Bronx” (Ser María: Amor y Caos en el Sur del Bronx), publicado el año pasado por la editorial Scholastic Press.

La ex María hará su primera visita a Tucsón este fin de semana para participar en el Festival del Libro. Estará el sábado en dos páneles patrocinados por Nuestras Raíces, una colaboración entre Bibliotecas Públicas de Pima y bibliotecarios latinos de la localidad. En el primer panel estará junto con uno de los invitados favoritos del festival, el escritor Luis Alberto Urrea, y el cartonista de sátira cómica Lalo Alcaraz.

Hablarán sobre su experiencia al crecer en dos mundos y abarcarlos los dos.

Para Manzano, eso muchas veces fue algo difícil.

“Muchos de nosotros no hablamos español o nunca hemos estado en Puerto Rico”, dijo Manzano en una entrevista telefónica desde su casa en Manhattan.

Esto originó un estira y afloja con padres y abuelos que se aferraron a sus recuerdos de la isla y a sus tradiciones. Mientras tanto, los jóvenes latinos eran jalados a la esfera de la cultura norteamericana.

Sí que era difícil.

“Quieres encajar en la sociedad en la que vives y contribuir a ella”, dijo.

Manzano dijo que un momento crucial se le presentó muy joven, cuando se vio a sí misma en una película.

Tenía unos 11 años y vio “West Side Story”, la obra musical de Romeo y Julieta montada en la Ciudad de Nueva York en 1961, donde dos pandillas, los Jets y los Sharks, chocaron y bailaron, y la actriz boricua Rita Moreno brilló.

Para la futura María, su vida y su mundo latino, se veía diferente en la pantalla grande.

Era la primera vez que veía su vecindario como un lugar bello, dijo. Todo era emocionante. Incluso el grafiti se veía como una pintura de Matisse, añadió.

Esa película además sentó las bases para el futuro artístico y creativo de Manzano.

Entró a High School of Performing Arts, también conocida como la preparatoria “Fame”, y después ganó una beca para la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh. No fue una transición fácil, ni en lo cultural ni en lo académico.

“Pasé de ser una genio en el Bronx a una tonta en la universidad”, dijo.

Por supuesto que no lo era. Fue en la universidad donde aterrizó su primer éxito teatral en una producción fuera de Broadway con el musical “Godspell”. En un año ya estaba en Plaza Sésamo, divirtiéndose con el Big Bird, Oscar el Gruñón, el Comegalletas y el resto de la banda del programa multicultural para niños de prescolar.

Su primer papel fue el de una bibliotecaria.

Pero el papel más grande que su vida misma fue un personaje modelo, una “shero”, una heroína para incontables niños. Especialmente para niños latinos que finalmente pudieron ver a alguien que se veía y se oía más como ellos.

“Me convertí en eso para todos los niños latinos”, dijo.

Aun así, a pesar de su innovador papel junto con un puñado de otros actores y actrices latinos en la televisión y el cine, ha habido muy poco progreso, aun cuando la población latina de Estados Unidos se ha disparado.

Los latinos permanecen invisibles.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.