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Evitar que los niños entren al cuidado temporal no es fácil, pero existe una forma

From the Investigación del Arizona Daily Star: Respuestas a nuestra crisis de niños bajo el cuidado temporal series

Angela Helseth, a la izquierda, especialista en apoyo familiar de Healthy Families, realiza una visita a domicilio con Nathan Wilson, a la derecha, Christine Haley, en el centro atrás, y su familia de seis hijos entre ambos padres. Healthy Families ha ayudado a Wilson, padre primerizo, a aprender habilidades de la paternidad. Pero debido a los recortes a fondos estatales, sólo el 15 por ciento de las familias elegibles del Condado Pima pueden acceder al programa.

Christine Haley no tenía ni 21 años y estaba a punto de tener a un hijo para el que no estaba preparada.

Su propia infancia, que apenas había quedado atrás, había sido difícil. Había sido molestada y humillada por sus compañeros y se había metido en pleitos. Pero sus peores recuerdos son haber sido abusada sexualmente.

Read in English: Sparing children the heartache of foster care isn't easy, but blueprint exists

Conforme pasaron los años, se casó y tuvo más hijos, pero las cosas no fueron más fáciles. Su vida era caótica, y tomó decisiones de las que se arrepiente. Poco antes de que su matrimonio terminara, la familia se quedó sin un lugar dónde vivir.

A través del beneficio de las terapias y de amigos que le han brindado apoyo, se ha dado cuenta de que en sus dificultades había un componente que agobia a muchas familias involucradas con el Departamento de Seguridad Infantil de Arizona (DCS, por sus siglas en inglés): un estrés constante y debilitante, ahora comúnmente llamado trauma complejo.

El trauma que Haley llevó a su edad adulta hizo que criar a los niños —difícil aun en las mejores circunstancias— fuera un reto adicional. Había abuso mental y emocional, dijo, mientras luchaban por encontrar estabilidad. Su familia frecuentemente se mudaba de casa. Estaban solos y vivían en pobreza.

Haley, ahora de 34 años, está tratando de tomar mejores decisiones. Asimismo, Arizona enfrenta también sus propias decisiones sobre los miles de padres de familia que están batallando, como Haley.

Desde que empezó la Gran Recesión económica hace más de 10 años, muchas familias de Arizona han languidecido conforme el estado, enfrentando recortes presupuestarios, elimina servicios una y otra vez. Los legisladores han recortado casi 276 millones de dólares desde el 2008 de programas y servicios de ayuda a las familias, según muestran los datos de la Alianza de Acción Infantil (Children's Action Alliance) y el Comité Bipartidista de Presupuesto (Joint Legislative Budget Committee).

Los recortes han hecho inaccesible el cuidado de los niños para miles de familias y han dejado a la gente pobre trabajando con muy poco apoyo. En la medida en que las familias batallaban más, la cantidad de niños puestos bajo el cuidado temporal de terceros (Foster care) aumentaba y los casos de negligencia infantil escalaron de 9 mil 845 en el 2008 a casi 20 mil en el 2016.

El alza en la cantidad de niños removidos de su casa tenían como propósito proteger a niños vulnerables, pero los niños que viven bajo el cuidado temporal de terceros no necesariamente están más seguros y son más propensos a enfrentar dificultades de aprendizaje, retraso en su desarrollo, depresión, problemas de conducta y obesidad que los niños que permanecen con sus familias —incluso si son problemáticas—, indican estudios recientes.

Gracias a los cambios en el Departamento de Seguridad Infantil, actualmente hay menos de 16 mil niños bajo el cuidado de terceros en Arizona. Pero para lograr un cambio duradero, el estado debe empezar a ayudar a las familias mucho antes de que un trabajador social toque a su puerta, dijo Becky Ruffner, directora de Prevención del Abuso Infantil de Arizona.

"A menos que y hasta que Arizona invierta contracorriente en servicios de prevención antes de que los casos lleguen a crisis, seguiremos como estamos", dijo Ruffner.

En busca de soluciones que puedan funcionar en Arizona, el Arizona Daily Star y La Estrella de Tucsón hablaron con más de 100 expertos en mejoras a la seguridad infantil y visitaron seis estados del país para ver lo que está dando resultados en esos lugares. Hoy, compartimos nuestros hallazgos en cuanto a prevención de crisis familiares que pueden derivar en negligencia y abuso infantil. Es la primera de tres entregas de un reportaje especial que publicaremos los primeros tres domingos de marzo en inglés y los viernes subsecuentes en español.

El gobernador Doug Ducey dice que Arizona se ha convertido en un líder nacional en la reducción del números de niños bajo el cuidado temporal de terceros, y de hecho ha habido una caída significativa, lo que hace que el número de casos en el Departamento de Seguridad Infantil sea más manejable. Pero para lograr un cambio duradero, el estado debe ayudar a las familias mucho antes de que un trabajador social de seguridad infantil toque la puerta, dicen los defensores de los niños.

Niños bajo el cuidado temporal por mucho tiempo

En su discurso el mes de enero para dar por inaugurada la nueva sesión legislativa, el gobernado Doug Ducey elogió al Departamento de Seguridad Infantil, diciendo que Arizona se ha convertido en un líder nacional en cuanto a la reducción del número de niños bajo el cuidado temporal de terceros.

Tiene razón en que ha habido un descenso significativo en Arizona, pasando de ocho o nueve niños de cada mil a aproximadamente cinco de cada mil. Con esa reducción vienen otros aspectos positivos: los trabajadores sociales del DCS ahora tienen cargas de trabajo más razonables, bajando de los 145 casos imposibles de atender por cada trabajador a cerca de 16.

El año pasado, se presentó también una caída sustancial en el número de niños viviendo en albergues de emergencia o en hogares comunitarios que fue de 2 mil 360 en el año fiscal 2016 a mil 880 en el año fiscal 2017.

Pero los niños que son cuidados fuera de sus hogares siguen permaneciendo separados por demasiado tiempo. Hasta el pasado mes de septiembre, 24 por ciento de los niños bajo la custodia del estado había estado en esa situación por más de dos años, y alrededor del 30 por ciento había estado así por un periodo de entre 13 y 24 meses. El estándar del estado es lograr que los niños regresen con su familia, sean adoptados por otra familia o vivan bajo el cuidado de un tutor permanente en un lapso de seis meses.

Los defensores también coinciden en que los padres de familia necesitan más apoyo mientras sus hijos están bajo el cuidado temporal de terceros, para que los mismos problemas no sigan plagando a las familias. Durante el año fiscal 2017, 20 por ciento de los niños de Arizona que regresaron a casa tras el cuidado temporal fueron reportados al estado en los siguientes 12 meses por posible abuso o negligencia. Cerca del 10 por ciento volvió a ser sacado de sus hogares en un lapso de seis meses.

La mejor manera de acabar con esto es enfrentar los efectos más dañinos de la pobreza: la falta de acceso a una vivienda segura y a cuidado infantil a bajo costo. Ambos pueden conducir a acusaciones de negligencia que hacen que los niños sean separados de sus familias, dijo Richard Wexler, director ejecutivo de la Coalición Nacional para la Mejora de la Protección Infantil. Los subsidios para el cuidado de los hijos pueden evitar que los padres pierdan a sus hijos bajo acusaciones de "falta de supervisión", dijo. Subsidios al costo de la renta puede evitar que se los quiten por no poder proveerles vivienda digna.

Más allá del valor social de ayudar a las familias a mantenerse unidas. Las cifras muestran que los intentos del estado de preservar la seguridad de los niños sacándolos de sus casas simplemente no ha funcionado. Incluso con el repunte de niños de Arizona puestos por el estado bajo el cuidado de terceros en años recientes, el número de niños que murieron por maltrato aumentó 16 por ciento entre 2011 y 2015, incluyendo tanto a niños que estaban bajo la supervisión del DCS como aquellos de los que estado desconocía su vulnerabilidad hasta que la tragedia sucedió.

En Colorado, donde varios condados han implementado cambios para mantener intactas a más familias, la cantidad de niños fallecidos por maltrato se redujo un 50 por ciento en el mismo periodo.

Trauma desatendido

Los desafíos por adicciones y salud mental, la negligencia y el abuso es lo que separa a las familias. Pero el trauma y la pobreza intergeneracional son muchas veces las causas detrás.

Trauma, una palabra que en inglés es usualmente asociada a choques y lesiones en la cabeza, es también lo que los niños y las familias experimentan tras una exposición recurrente a experiencias excesivamente malas.

Los niños son resistentes, y las cosas malas no necesariamente causan problemas de largo plazo. Pero cuando esas cosas malas suceden muchas veces, o en dosis altas, o cuando viven dos o tres de esas experiencias al mismo tiempo, el cerebro entra en alerta máxima, siempre.

El abuso, negligencia, la encarcelación de uno de los padres, el hambre o ver que papá o el novio de mamá le pega a mamá, todas esas cosas cambian la forma en que se desarrolla el cerebro de un niño. Si no recibe ayuda, probablemente ese niño enfrente trastornos mentales, adicciones o problemas de salud.

Los padres de familia que sufren traumas no atendidos pueden perder la habilidad de conectar emocionalmente con sus hijos o pueden no sentir o no expresar empatía con sus hijos.

Vivir en pobreza empeora las cosas. Los niños en familias con ingresos menores a los 15 mil dólares tienen 22 veces más posibilidades a ser maltratados que aquellos en familias con ingresos mayores a 30 mil dólares, reporta el Estudio de Incidencia Nacional de Abuso y Negligencia Infantil (National Incidence Study of Child Abuse and Neglect). Ello no se debe a que la gente pobre se incline más a abusar de sus hijos, sino porque la pobreza acarrea estrés y disfunciones familiares que pueden transmitirse de una generación a otra.

Información del estado y el condado recopilada por el Arizona Daily Star indica que los códigos postales con más necesidad de servicios de vivienda, pago de servicios y asistencia alimenticia son también las áreas de las que se reciben más llamadas al DCS y donde más niños son sacados de sus casas.

Los efectos de una estructura familiar fallida no se limitan a un sistema de seguridad infantil sobrecargado. El Departamento de Bomberos de Tucsón ha visto crecer las llamadas de auxilio de poco menos de 80 mil en el año fiscal 2008 a 92 mil en el año fiscal 2017, aun cuando la población de Tucsón se redujo un poco.

Con frecuencia, las llamadas son peticiones repetidas de ayuda con problemas de salud mental, adicciones, falta de oportunidades, adicciones, falta de servicios en medios del calor o el frío e incluso abandono, especialmente entre los adultos mayores.

El volumen de llamadas ha forzado tanto el sistema del Departamento de Bomberos que en el 2016 lanzó la unidad de Cuidado Comunitario Colaborativo de Tucsón (Tucson Collaborative Community Care, TC3). El equipo cuenta con un paramédico y un trabajador social que intenta conectar a los usuarios con los recursos que necesitan, permitiendo así que los trabajadores de emergencias puedan atender asuntos médicos e incendios. En determinado día, la unidad TC3 tuvo una lista de espera de casi 800.

El departamento se ha convertido, en palabras de la asistente de jefe Sharon McDonough, en "una gran red de seguridad".

Clases de paternidad

La primera vez que el DCS se involucró en la vida de Christine Haley fue cuando enfermeras del hospital escucharon a su esposo diciendo que no cambiaría el pañal de su hijo recién nacido.

Christine Haley y su hija Lyns Wilson, de 2 años, juegan con una bola de plastilina durante una visita de Healthy Familie. Desde el 2009 se han recortado 75 por ciento de los fondos estatales de este programa.

Haley dijo que los servicios que le brindaron fueron de ayuda, pero de todas formas el matrimonio terminó. La segunda vez que el DCS tocó a su puerta, ella era madre soltera. La preocupación, una vez más, era negligencia.

Haley, exhausta y criando sola a sus hijos, acababa de terminar el turno nocturno como taxista. Una trabajadora social de otra agencia, que estaba de visita para ayudar a uno de los hijos de Haley, se asomó por la ventana y la vio dormida en su sillón con cuatro niños asegurados a sillas altas de bebé para comer y a asientos para niños más grandecitos, viendo televisión.

Esa visita liberó servicios que han ayudado a Haley con sus hijos. Lo que más le ayudó, dijo, es Healthy Families (Familias Saludables), uno de los mejores programas de prevención de Arizona. Haley y su prometido, Nathan Wilson, han aprendido sobre el desarrollo infantil y preparación escolar para sus dos hijos menores, mellizos, al tiempo que reciben referencias a otros servicios para sus otros cuatro hijos.

"El DCS nos recomendó tomar clases de paternidad para Nathan, puesto que era padre primerizo, lo cual nos llevó a inscribirnos en Healthy Families", dijo.

Artículos personales de algunos de sus seis hijos cuelgan en una pared en la casa de Christine Haley y Nathan Wilson en Tucsón. Haley ahora entiende que el trauma que llevó a la edad adulta -desde su propia niñez difícil- hizo que la crianza de sus hijos fuera un desafío adicional, lo que llevó al Departamento de Seguridad Infantil a intervenir y brindar ayuda en el hogar.

Healthy Families ofrece ayuda por los primeros cinco años de la vida del niño, con el objetivo no sólo de reducir el riesgo de que un niño esté desatendido o sufra abuso, sino que también ayuda a los papás a aprender sobre el desarrollo del cerebro y las mejores formas de preparar a los niños para la escuela.

Las familias empiezan recibiendo visitas en casa de una hora por semana, después son de una hora cada dos semanas y finalmente una vez al mes.

Haley y Wilson están en su tercer año del programa, y a ambos les ha parecido extremadamente útil.

Su primera trabajadora social era "una cajita musical para aliviar el estrés", dijo Wilson, quien trabaja en un centro de atención telefónica y está terminando clases en línea sobre cobranza médica y codificación. "Ellos encuentran qué es lo que necesita cada familia, y no te juzgan sobre lo que tú estás pasando".

Ya una vez antes Haley había estado brevemente involucrada con Healthy Families, cuando nació uno de los niños de su primer matrimonio, Participó por unos seis meses, dijo, pero después dejó de ser elegible, pues encontraron que el niño tenía un retraso en su desarrollo y necesitaba otro tipo de servicios.

"Ellos han escuchado y considerado nuestras preferencias en casa en cuanto a la crianza de los niños y herramientas sociales, combinándolo con sus programas de enseñanza", dijo ella con relación a Healthy Families. "Ha sido un programa de mucha ayuda para nosotros".

A través de este programa, la familia ha sido referida también a otros servicios, como un tiempo de respiro para la hija mayor de Haley y ayuda en general con la educación de los hijos.

"Los ayudamos en cualquier área en la que estén teniendo problemas", dijo su ex trabajadora social Angela Helseth, quien trabajó con ellos durante un par de años. Dijo que Healthy Families es "exactamente lo que esta familia necesita".

Y también es exactamente lo que otras familias necesitan: su índice de éxito en el Condado Pima es de 96 por ciento, basado en el número de participantes que evitan que sus hijos entren al cuidado temporal por terceros y que se mantienen en el programa.

Pero sólo el 15 por ciento de las familias que reúnen los requisitos pueden participar, dijo Eric Schindler, presidente de Recursos Infantiles y Familiares de Tucsón (Tucson's Child & Family Resources), el cual administra el programa aquí. Aproximadamente el 75 por ciento de los fondos estatales para el programa han sido recortados desde el 2009.

El único problema con Healthy Families, dice Schindler, es que no hay más para más gente.

Cindy Irwin es terapista de Homebuilders, un programa del estado de Washington que se enfoca en ayudar a familias con alto riesgo de que les quiten a sus hijos. Ha mostrado un ahorri de $6.61 del dinero de los contribuyentes por cada dólar gastado.

Programas basados en la evidencia

Si ayudar a las familias y a los niños a encontrar mejores formas de vida no es razón suficiente para invertir en la prevención, aquí hay otra consideración: se ahorra dinero.

Ese ha sido un factor clave en el estado de Washington, donde en los años recientes ha habido un giro radical hacia las intervenciones tempranas.

Cuando los legisladores de Washington quieren medir el éxito del programa, se dirigen al Instituto para las Políticas Públicas en Olympia. Los investigadores ahí utilizan algo llamado metaanálisis para ver qué tan bien trabajan los programas y qué puede esperar el estado para generar ahorros con el tiempo.

Una de las razones por las que el instituto es tan exitoso es porque no es partidista, dijo la investigadora Marna Miller, con tantos republicanos como demócratas citando sus hallazgos en las sesiones legislativas estatales.

Los programas son analizados utilizando la relación costo-beneficio. Los programas exitosos muestran una relación costo-beneficios de 1 a 4; lo cual significa que es razonable esperar que por cada dólar invertido, con el tiempo el retorno sea de 4 dólares.

Por ejemplo, un programa interno llamado Homebuilders ha probado ahorrarles a los contribuyentes 6.61 dólares por cada dólar gastado. El programa es diferente de Healthy Families en cuanto a que se enfoca en ayudar a familias con alto riesgo de que les quiten a sus hijos, mientras que Healthy Families se enfoca en la preparación para la escuela y cómo ser buenos padres.

Los programas que con el tiempo demuestran ser buenos obtienen un sello de "basado en evidencia". Hasta hace unos cuantos años, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos reconocía 14 programas de visitas domiciliarias como basados en evidencia. Arizona utiliza algunos, entre ellos Healthy Families, del que se estima que ayuda a ahorra 14 dólares por cada dólar invertido.

Pero este programa llega solamente a una pequeña porción de las familias que lo necesitan.

First Things First de Arizona —una iniciativa creada para ayudar a los niños durante sus primeros cinco años de vida y aprobada por los electores en el 2006— utiliza casi puros recursos basados en evidencia para sus servicios. Se basa con financiamiento del impuesto al tabaco y no forma parte del DCS, a pesar de que juega un rol esencial en la ayuda a familias con problemas como la pobreza y el trauma como parte de su enfoque en la preparación para la escuela.

Uno de sus mejores programas es Nurse-Family Partnership, que cada año ayuda a unas 220 madres primerizas para que tengan un embarazo saludable y se asegura de que estén cubiertas las necesidades de los recién nacidos hasta que llegan a los 2 años. Aquí, el programa se expandió bajo el Maternal, Infant, and Early Childhood Home Visiting Program (Programa de visitas domiciliarias maternales, infantiles y de la primera infancia), llegando a unas 150 madres más del sur de Tucsón a través de la Ley de Cuidado de Salud Accesible (Affordable Care Act).

Las mamás pueden beneficiarse de este programa si se trata de su primer embarazo, si llevan menos de 28 semanas de gestación y si viven en un nivel inferior al 200 por ciento del nivel de pobreza federal. Este programa basado en evidencia ha estado aquí por unos 40 años, dijo Joanne Karolzak, directora de Servicios Infantiles y Familiares de Casa de los Niños. Por cada dólar invertido, el programa regresa un promedio de 5.70, con ahorros netos de más de 34,000 dólares por familia atendida.

Otro programa clave es Parents As Teachers (Padres como maestros), el cual, como su nombre lo sugiere, se enfoca en ayudar a los papás a ser los primeros maestros de sus hijos.

Joan Katz, coordinadora de Parents as Teachers en el Distrito Escolar Unificado de Sunnyside, había estado trabajando con niños de prescolar con retrasos en el lenguaje cuando notó que con frecuencia se encontraba ayudando a dos o tres niños de la misma familia. Puesto que los retrasos en el habla pueden ser hereditarios, dijo que empezó a buscar formas de ayudar a la familia en general.

Parents as Teachers encaja perfectamente, dijo. Sus cuatro componentes incluyen visitas domiciliares, conexiones de grupo, tiempo entre padres e hijos y referencias a otros recursos.

Esta es la razón por la que esos programas son importantes: Los primeros cinco años de vida es cuando el cerebro humano está más abierto a absorber nuevas habilidades, incluyendo el aprendizaje de la lectura y la comunicación. También es el periodo en el que los niños, con ayuda de sus padres y sus cuidadores, aprenden a auto controlarse, lo que significa aprender sobre sus emociones y cómo calmarse cuando están molestos.

Ayudar a los papás a entender cómo se desarrolla el cerebro —y cómo crear expectativas razonables sobre sus hijos pequeños— es básico para evitar el abuso y la negligencia en el cuidado. Esto es especialmente cierto cuando los padres y los cuidadores de los niños han sobrevivido abuso o negligencia y corren el riesgo de repetir el ciclo con sus propios hijos.

El peor miedo no comprendido

El Departamento de Seguridad Infantil se ha involucrado con Haley y sus hijos en varias ocasiones a lo largo de los años, pero la dependencia nunca ha llegado al punto más temido por ella: que le quiten a sus hijos.

Ayudar a Haley en su casa representa un gasto promedio de 4,600 dólares por tres meses —una fracción de lo que costaría poner a sus seis hijos bajo el cuidado temporal o foster care, que cuesta entre 22 y 28 dólares diarios por niño, y que en el índice más alto, para adolescentes médicamente frágiles, llega a tener un costo de hasta 46 dólares diarios. Llevarlos a vivir a un hogar comunitario cuesta en promedio 3,500 dólares por niño al mes.

El gasto del DCS refleja cómo Arizona ha priorizado el cuidado temporal sobre la prevención: En el año fiscal 2017, 59 millones de dólares del presupuesto de la dependencia fue a las familias con licencia para ser cuidadores temporales, que es sólo una de las opciones para los niños que son sacados de sus casas, mientras que 28.9 millones se gastaron en servicios en las casas de las familias con problemas.

Programas de prevención como Healthy Families y Building Resilient Families —el cual todavía no es considerado como basado en la evidencia, no se ha utilizado en el Condado Pima y está siendo revisado por investigadores de la Universidad del Norte de Arizona— le costaron a la dependencia 15 millones de dólares ese mismo año.

Más allá del costo para Arizona, está también el desglose de por vida de los gastos diarios, el cual es resaltado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de esta forma: Si alguien enfrenta las consecuencias de un trauma significativo y no ha recibido ninguna ayuda, esa persona puede provocar una pérdida de productividad de 144,360 dólares, 43,000 en atención médica en la infancia y la vida adulta, 14,000 en costos de justicia criminal y seguridad infantil, y 8,000 en costos de educación especial.

Arizona tiene un puntaje alto en este rubro, indica la Encuesta Nacional de Salud Infantil, con cerca del 31 por ciento de nuestros niños habiendo vivido dos o más experiencias adversas durante la infancia. El índice nacional es de 21.7 por ciento.

"Cuando vemos las raíces de los problemas sociales, estamos hablando del origen a muy temprana edad", dijo Katie McLaughlin, directora del Laboratorio de Estrés y Desarrollo de la Universidad de Washington. "No es sorprendente que el ciclo se perpetúe".

Y cuando estos niños se convierten en adultos "programados para el estrés", nadie debería sorprenderse si las comunidades enfrentan grandes problemas.

El enfoque, entonces, debe estar en programas que ayuden a prevenir o desactivar esos ciclos y que ayuden a erradicar la pobreza, reducir la violencia y abordar las "causas de raíz" del trauma, dijo McLaughlin.

¿Y todo lo demás? Ella lo resume así:

"Son pequeñeces".

Traducción por Liliana López


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