Es un jueves por la tarde y el salón de clases de la vieja e histórica Escuela Dunbar está lleno. Las voces y las risas rebotan en las paredes. La música de rap se añade a la mezcla de sonidos.
Pero Joseph Martínez, con una rasuradora en una mano y un fino peine negro en la otra, está concentrado. Está haciendo un corte de pelo. Pulcro. Preciso. La persona en la silla es su hermano mayor, James Martínez.
“Ha recorrido un largo camino”, dijo James, de 32 años, en relación a su hermano Joseph, de 29.
Podría decir lo mismo sobre los otros estudiantes jóvenes que están aprendiendo un nuevo oficio en Dunbar Barber Academy, ubicada en el 325 W. Second St. Esta escuela de ocho años de antigüedad, abierta al público de lunes a viernes de 8 a.m. a 5 p.m. y que ofrece cortes de pelo a 5 dólares, tiene un programa de entrenamiento de 10 meses dirigido por Martio Harris, quien por mucho tiempo ha sido barbero y es además entrenador del equipo varonil de basquetbol en la preparatoria Flowing Wells.
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Sin emabrgo, más que aprender cómo hacer degradados o dar forma, los estudiantes están aprendiendo sobre responsabilidades, cómo establecer y alcanzar objetivos y atender a los clientes.
Se imparten por igual lecciones sobre la vida que clases de peluquería.
“He aprendido mucho de disciplina”, dijo Joseph Martínez, egresado de Tucson Magnet High School en el 2015 y recién salido de la academia.
Harris, conocido como Tío, no se sorprende. Cuando cerró Tio’s Mastercutz, su barbería en North Stone Avenue cerca de East Fort Lowell Road, decidió abrir una escuela de peluquería que haría más que enseñar a la gente como usar las tijeras y el peine.
“Quería entrenarlos para meterlos a la fuerza de trabajo y cambiar la percepción sobre la peluquería”, dijo Harris. Quería darles poder a sus estudiantes e infundirles confianza.
Y no todos los estudiantes son hombres.
Kim Fout, de 20 años, dijo que primero intentó en una escuela de cosmetología pero que no era para ella. “Me gusta cortar el pelo a los hombres”, dijo en uno de sus descansos.
Aunque hay muchos peluqueros hombres, Fout dijo que eso no le molesta. Dijo que sus compañeros son respetuosos. No se les permitiría ningún lenguaje o comportamiento irrespetuoso, dijo.
Escuchando a Harris hablar de su academia, de su filosofía y de sus objetivos, uno llega a sentir que está en la iglesia. En la pasión y la cadencia de su voz se reconoce a un predicador dominical.
De hecho, Harris fue pastor asociado antes de decidirse a abrir su escuela.
“Yo iba a ser o pastor en una iglesia o pastor en una academia”, dijo.
Su camino a Dunbar fue pavimentado por el ya fallecido Cressworth Lander, quien era presidente de la Coalición Dunbar, organización sin fines de lucro que ha supervisado los esfuerzos para mantener Dunbar como un centro comunitario.
Dunbar, al norte del centro de la ciudad, alguna vez fue una escuela segregada para los estudiantes de raza negra. Después de las leyes que prohibían la segregación en 1951, Dunbar se convirtió en John Spring Junior High School, pero fue cerrada en 1978.
Pero la Coalición Dunbar, propietaria del edificio de dos pisos, la ha mantenido abierta. Además de la escuela de peluquería, ahí está la academia de danza Barbea Williams, una cocina comercial, un auditorio que se renta, y pronto se instalará una escuela de cosmetología en la planta baja, donde está la escuela de barberos.
El éxito de la academia de barberos hizo que Harris se mude al piso de arriba, que es dos veces más grande. El salón de 3,500 pies cuadrados quedará listo muy pronto y contará con 40 sillas de barbero, un aula y una oficina. Harris tiene lista de espera para estudiantes.
El crecimiento de la escuela de barbería, la apertura de la escuela de cosmetología y los demás usos del edificio son muestra de la viabilidad y relevancia de Dunbar, dijo Bill Ponder, presidente de la mesa directiva de la Coalición Dunbar.
“Ellos siguen dando visibilidad a la escuela, siguen siendo una voz de la comunidad y manteniendo viva la historia”, dijo Ponder, ex director administrativo de la Sociedad Histórica de Arizona en Tucsón.
Harris recibió bien el reto hacer más grande la escuela y con más estudiantes. Pero para hacer mejor a los estudiantes, tanto como barberos profesionales como en su faceta de jóvenes responsables, Harris se concentra en sí mismo.
“Yo me reto a mí mismo cada día, así es que puedo retarlos a ellos”, dijo. “Quiero ayudarlos a cumplir sus sueños”.
Ernesto Portillo Jr. is editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo al 573-4187 o en netopjr@tucson.com. En Twitter: @netopjr.