Cuando Frank Pérez saca su requinto, una pequeña guitarra de seis cuerdas, los recuerdos caen sobre él.
Son incontables, abarcan seis décadas de canciones, interpretaciones y reuniones sociales. Sus dedos de 81 años de edad no son tan veloces como lo fueron, pero su pasión aún se enciende por las melodías y las letras que alguna vez siguieron el curso de los barrios de Tucsón, los salones de baile y los bares.
Pérez y sus dos hermanos menores, Fred y John, eran los Hermanos Pérez, el trío al cual ir a escuchar cuando las familias mexicoamericanas de Tucsón querían escuchar sus canciones favoritas de amor mexicanas o americanas. Al principio eran los Hermanitos Pérez, cuando los hermanos estaban en su adolescencia, y después de varios años de interrupción se reagruparon como los Hermanos Pérez.
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Los Hermanos Pérez llevan más de 10 años sin presentaciones públicas, pero la próxima semana afinarán sus instrumentos y sus voces, cuando ingresen al Museo de Músicos de Tucsón.
“Vivo en los recuerdos”, dijo Pérez, sentado en su comedor en su casa ubicada cerca de la preparatoria Pueblo, la cual fue construida por su padre a finales de los cuarentas.
La inducción será parte de la Octava Celebración Anual de Música y Cultura que se realizará el 12 de abril en el Centro de Convenciones de Tucsón, de 5 a 8 p.m. El evento también incluirá la apertura del Museo de Músicos de Tucsón, que contará con un conjunto de objetos históricos de más de 130 músicos de Tucsón y obras de arte que retratan la escena musical local.
Además de los Hermanos Pérez, entre otros inducidos al Museo están:
Jeffry Jahn — clásico, Bill Ronstadt y miembros de la familia Ronstadt — folk, The Sonoran Dogs, Brian Davies y Slim Edelman — bluegrass/country y Adalberto Gallegos — intérprete de Tejano.
Los hermanos Pérez empezaron siendo niños a finales de los cuarentas. El Tucsón de la postguerra estaba en los albores de su crecimiento explosivo y las familias mexicoamericanas de Tucsón estrechamente unidas establecían sus identidades americanas mientras mantenían vivas las costumbres mexicanas y el español.
Frank dijo que el punto de partida de su vida musical llegó cuando escuchó al icónico trío mexicano Los Panchos. Oía su música en discos de 78 rpm y se enamoró de los acordes y las guitarras.
Proveniente de una familia de músicos, Frank aprendió por sí mismo a tocar el requinto. Sus hermanos lo siguieron.
No pasó mucho tiempo antes de que los vecinos empezaran a pedir a los Hermanitos Pérez que interpretaran boleros clásicos. Para inicios de los años cincuentas, los chicos tocaron con celebridades que vinieron a la ciudad, como el comediante Bob Hope y el cantante mexicano Tito Guízar. Pérez dijo que uno de sus recuerdos más preciados es su presentación en vivo en el viejo mercado Jerry Lee Ho en Barrio Viejo para el programa de radio de Don Jacinto Orozco, quien en ese tiempo era una querida celebridad, pionero de la radio en español de los tucsonenses.
“Éramos buenos para nuestra edad”, dijo Pérez. “Y mejoramos después de eso”.
Pero en 1956 terminaron los buenos tiempos. Los muchachos fueron al servicio y tomaron caminos separados.
Después de dejar el servicio militar, Frank volvió a Tucsón y continuó donde se había quedado, musicalmente. Formó parte de Los Elegantes, un popular cuarteto en el que estaba Román Delgado, Willie Santa Cruz y Seferino “El Yaqui” Flores. Sus armonías en cuatro partes, como los Hermanos Castro de México, se oían con frecuencia en el viejo Saddle and Sirloin y en Gus and Andy’s, entre otros sitios.
Los Elegantes eran grandes en Tucsón, quizá más populares que los chicos Pérez. Pero ese cuarteto se acabó también.
En 1970, Frank fue a California, donde vivían sus hermanos. Ocasionalmente tocaban, pero sólo para ellos mismos. Sin embargo, Pérez sabía que eso también cambiaría.
“Sabía que yo iba a regresar”, dijo.
Alrededor de 1987, los hermanos se reunieron como los Hermanos Pérez y volvieron a ser de los consentidos de Tucsón. El trío se presentaba en la radio en español, en el club de los Marine Corps League Detachment en Sur Tucsón, en el Hotel Santa Rita y otros hoteles, y en bares, incluyendo el ahora abandonado Spanish Trail. Grabaron un sólo disco, “Nostalgia”.
“Yo estaba en el cielo cuando empezamos a tocar de nuevo”, dijo Pérez. “No perdimos nada”.
No perdieron el ritmo, pero para el 2003 el trío había tomado otro curso. Los hermanos se disolvieron de nuevo e hicieron a un lado sus instrumentos.
Pérez saca su requinto cuando los hermanos se reúnen en la casa familiar de West 40th Street para tocar y cantar. Rememoran el pasado. Está todo bien, dijo Frank.
“Lo extraño”, dijo.
Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al (520) 807-8479.