Cuando Santos Barbosa fue reclutado al Ejército, sus superiores se dieron cuenta de que tenía un talento: Podía pintar letreros. Lo había estado haciendo para un contratista de pintura en Oklahoma cuando vino a Tucsón para tomar un empleo en la Base Aérea Davis-Monthan a mediados de los años sesentas.

Dada su habilidad para pintar, “me quedé fuera del avión a Vietnam”, dijo Borbosa, nacido en Texas. Estaba instalado en Hawái, donde empezó a expandir sus habilidades en la pintura para incluir retratos. Eso le trajo un poco de dinero extra, el cual fue muy útil para él y su recién esposa Mary Benites, de Tucsón.

Después de su liberación, Barbosa regresó a Tucsón y encontró un trabajo pintando con el condado, del cual se jubiló en el 2003. Pero con el anhelo de ir más allá de sólo pintar letreros o realizar otros trabajos mundanos de pintura, Barbosa empezó a tomar clases de arte por correo. Aprendió las bases y eso alimentó su pasión.

Pintó. Aprendió. Pintó más. Al mismo tiempo, estudió fotografías y otras obras de arte de su tema favorito: los vaqueros del oeste.

Ahora, una de las pinturas de Barbosa cuelga en el anfiteatro del Museo de Arte de Tucsón, que la obtuvo hace un mes vía donación. “Tiempos Pasados, San Antonio” es la descripción de un día en Misión San José, la reina de las iglesias de la colonia española de Texas.

Barbosa, de 75 años, quien durante más de 40 años se afanó con sus obras en óleo y acrílico desde su casa en el oeste de la ciudad, vendió sus primeras pinturas en centros comerciales y fue nombrado Artista del Año 2017 por Friends of Western Art, se siente sumamente complacido de que una de sus piezas ahora será parte de la colección de arte del oeste en el museo.

El artista autodidacta se siente muy orgulloso, y humilde también.

Christine C. Brindza, curadora de arte del Oeste Americano en el Museo de Arte de Tucsón, dijo que la obra de Barbosa fue aceptada por sus cualidades, representativas de la región, y porque para el artista Tucsón es su casa. Su estilo es único, vibrante y caprichoso, dijo.

“Tiene una imaginación vívida. Permite que el espectador cree sus propias historias”, dijo Brindza.

En “Tiempos Pasados”, más de una decena de personas están juntas contra la barda del patio bajo un cielo cargado de gruesas nubes negras. Dos hombres conversan, un jinete se va cabalgando, una niña con trenzas negras atiende a las gallinas, varios músicos tocan, una mujer con un vestido largo blanco con rojo y verde en la orilla camina con un jarrón en su hombro izquierdo. Una paloma blanca vuela bajo un arco.

La mayor parte de su obra evoca otra época, siglos pasados. “Debería haber nacido en el siglo XIX”, bromeó.

No está seguro de cuándo ni por qué se enamoró del arte sobre el Oeste, pero pudo haber comenzado cuando vivía en Oklahoma City y con frecuencia visitaba el National Cowboy & Western Heritage Museum.

“Lo absorbí todo”, dijo sobre el arte de los vaqueros creado por artistas como Charles M. Russell, conocido como el artista Cowboy, y Frederic Remington, pintor y escultor. “Es algo que realmente me inspiró”.

Su esposa, Mary, dijo que él vive para pintar.

“Simplemente ama lo que hace. No ha salido de esta habitación”, dijo, mientras estábamos en el estudio de Barbosa, antes un garaje, en su casa en Enchanted Hills, cerca del Parque Kennedy.

Después de años de vender su arte durante los fines de semana en los centros comerciales locales y en la Feria del Condado de Pima, donde ganó algunos premios, a principios de los 80 su arte comenzó a aparecer en lugares exclusivos como Mountain Oyster Club y en El Presidio Gallery. En 1992 obtuvo el segundo lugar en una exhibición de arte del Oeste en Prescott. Ganó Best of Sow del Empire Ranch Show 2011 y del 2015 Arizona-Sonora Desert Museum-Four Corners Gallery Show.

Su estudio está lleno de piezas de arte terminadas y otras incompletas. Varias estanterías están llenas de libros sobre arte e historia de los vaqueros. Tiene cajas de fotografías. Visita lugares, desde Texas hasta Flagstaff, para obtener inspiración e ideas. También ha arreado ganado, pero su esposa bromeó que el último lo hizo en un RV.

Barbosa dijo que no pinta para vender. Pero cuando lo hace, es más probable que los rancheros y los visitantes de invierno se enamoren de una escena de vaqueros con rompevientos atrapados en una tormenta o una lluvia ligera en el centro de Tucson a fines de los años 1800. La lluvia, el cielo nublado y tormentoso y los vaqueros solitarios son sus temas favoritos.

Le pregunté a Barbosa cuál era uno de sus cuadros favoritos, de los cientos de cuadros que ha creado. Ninguno, dijo.

“El próximo que voy a pintar”, dijo, será su favorito.


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Ernesto “Neto” Portillo es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.