Soria

Jeffry Scott / La Estrella de Tucsón

Óscar Soria, comentarista en español de Los Dbacks y columnista de La Estrella de Tucsón.

Oliver Drake es un pitcher que estableció un récord durante la temporada 2018 de la Major Legue Baseball: jugó con cinco equipos. Cuando debutó con el quinto club, el Salón de la Fama le mandó pedir ciertos artículos usados ese día para exhibir en el sagrado recinto.

El lanzador dice que su esposa se convirtió en una experta para la mudanza, imagine lo que vivió el año pasado la señora Drake con tanto cambio de hogar. Y además de los cinco equipos de MLB con los que jugó Oliver, también hizo una parada en Ligas Menores, en Salt Lake City, Utah.

Esta “movida” introducción a la columna titulada “el robo de señales en el beisbol” es para dar una idea de uno de los mayores cambios que ha sufrido el rey de los deportes. Mientras antes un alto porcentaje de los peloteros de la gran carpa pasaban toda su carrera en una sola organización, sobre todo los estelares, ahora con tanto viaje en tan poco tiempo hacen recordar la obra de Julio Verne “La vuelta al mundo en 80 días”.

Al llegar a un plantel, el jugador tiene que empaparse entre otras cosas de las señales que usan, no le pueden esconder secretos; también, por obvias razones, puede resultar una consulta obligada por parte de su nuevo mánager y compañeros para hablar de los secretos de su anterior equipo cuando se presenten los primeros juegos contra sus antiguos compañeros.

El problema es cuando luego ellos lo cambian, hay que modificar las señales al enfrentar a su nuevo club. Se supone que el jugador sabe demasiado.

No es que todos los beisbolistas sean hábiles en esto; sin embargo, hay quienes pueden resultar una importante arma para ganar un juego. Así es como con tantos movimientos de jugadores hoy en día se prestan para provocar a cada rato los cambios internos en las señales.

Platicando con ex peloteros, algunos aseguran que ha sido una de las razones por las que se ha ido alentando el juego entre lanzamiento y lanzamiento, como que se preocupan mucho los pitchers por que no descubra el rival cuál envío vendrá, y entonces parece que a los lanzamientos les ponen claves y las encriptan. Para cuando eso pasa, ya se fueron varios segundos.

La tecnología

Se supone que a la hora del robo de señales los avances tecnológicos han hecho que los peloteros hayan ido perdiendo esa habilidad; los clubes han estado dependiendo más de la tecnología que de los jugadores.

El problema es que se estaban excediendo bajo el principio de que lo que no está prohibido está permitido. Se estuvieron presentando cualquier cantidad de acusaciones sobre el robo de señales usando aparatos modernos, y así fue como el beisbol decidió reglamentarlo, lo acaba de comunicar.

Interesante punto, porque jamás el beisbol se preocupó por este tema. De hecho, antes era algo que provocaba más bien reconocimiento; ganar por esa vía era motivo de orgullo.

En Hermosillo escuché historias fabulosas de la época del Cananea Reyes como mánager de los Naranjeros: que era una de sus principales habilidades, descubrir la estrategia del rival, y todo era por pura observación.

Es una maravilla ver hasta dónde ha llegado el beisbol gracias a la tecnología. Entre otras cosas, lo ha hecho más justo, las marcaciones equivocadas se corrigen; sin embargo, también le había estado quitando un valioso elemento: el desarrollo de la habilidad por parte del pelotero para robar señales, uno de los mejores ingredientes de las anécdotas beisboleras.

La nueva regla de prohibir el uso de los aparatos modernos para robar señales se debió a que se estaba saliendo de control, pero sin querer está trayendo un beneficio el que el pelotero de nuevo trate de desarrollar esa habilidad para ayudar a su equipo a ganar un partido: no perder ese rico elemento del juego de beisbol.


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