Skip to main contentSkip to main content
You are the owner of this article.
You have permission to edit this article.
Edit



La bisnieta de 16 meses de edad de Patricia Savulchak pronto se subió a sus piernas y se recargó en su pecho. La niña de cabello color arena de ojos azules, Layla, se parece a su mamá cuando tenía su edad.

Enesta casa de madera en un barrio de clase media en el este de Pittsburg, Savulchak crío a sus hijos y ayudó a criar a sus nietos. Pero nunca planeó criar a su bisnieta a la edad de 73 años.

Kristian, la mamá de Layla, tenía 22 años cuando murió de una sobredosis el año pasado, una víctima más de la epidemia de opioides que está devastando Pittsburgh. Para poder mantener a Layla y su hermano, Cameron, de 3 años fuera de cuidado temporal, o foster care, Savulchak aceptó tenerlos con ella en el momento que le quedó claro que el papá biológico de los niños no tenía ni una vivienda ni dinero para cuidar de ellos.

“No iba a permitir que nadie se llevara a estos niños y los pusiera en casa de un desconocido”, comentó. “Sabía que tenía que traermelos y hacer lo mejor que pudiera”.

Pero Savulchak también sabía que no podía costear el cuidado de los niños, ni pasar por el proceso batalloso de sacar la licencia como hogar temporal sin ayuda.

Ayuda que encontró por medio de A Second Chance, Una Segunda Oportunidad, una organización sin fines de lucro con sede en Pittsburgh que se dedica a otorgar licencias y apoyo a parientes que proveen cuidado temporal. La agencia mandó a un trabajador a la casa de Savulchak para guiarla por el entrenamiento obligatorio y asumió los gastos asociados con los arreglos que necesitaba la casa para hacerla segura para los bebés.

Los hogares de cuidado temporal tradicionales obtienen la licencia antes de recibir a un menor. Pero aquellos que también son parientes del menor, reciben al niño primero, antes de que sean elegibles para el apoyo financiero que viene con obtener la licencia. Pero en el Condado Allegheny, estas familias empiezan a recibir asistencia al momento que tienen al menor con ellos, lo cual ayuda a facilitar la transición conforme la familia trabaja en obtener la licencia.

Savulchak recibe aproximadamente mil 200 dólares mensuales para ayudar a costear las necesidades de sus dos bisnietos, así como apoyo de la agencia.

Hace 20 años, el 76 por ciento de los niños removidos de sus hogares en el Condado Allegheny —aproximadamente 2,100 menores— estaban en cuidado temporal tradicional, con sólo el 9 por ciento en el cuidado de parientes. Ahora, gracias al enfoque de la organización A Second Chance de ayudar a que los parientes obtengan licencias de cuidado temporal, casi el 60 por ciento de los menores removidos están siendo cuidados por parientes y un 30 por ciento en cuidado temporal tradicional.

Lo más importante es que casi todos esas colocaciones con parientes tienen la licencia de hogares temporales. El condado paga 12.3 millones de dólares a los parientes que cuidan de menores, en comparación con los 9.4 millones de dólares que paga a hogares temporales tradicionales.

Las colocaciones con parientes han demostrado ser más estables y menos traumáticas para los menores que el vivir con un desconocido. También, por lo general, le permite al menor mantenerse cerca de su barrio, con sus hermanos y en la misma escuela, reduciendo la interrupción a sus vidas y pagando dividendos en mejores resultados para los niños.

Investigaciones de Una Segunda Oportunidad han encontrado que a niños colocados con parientes les va mucho mejor más adelante, con tasas de graduación de preparatoria más altas y menos embarazos juveniles, en comparación con promedios nacionales de niños en cuidado temporal  tradicional, señaló Sharon McDaniel, fundadora de la organización.

También niños a quienes sus parientes cuidan tienden a reunirse con sus papás más rápido: El tiempo promedio que pasa un menor antes de poderse reunir con su padre/madre es de 7.6 meses, en comparación con los 6.23 meses para niños colocados por A Second Chance.

En cambio, en Arizona defensores de los menores dicen que a los parientes frecuentemente ni se les avisa de los beneficios que tienen a su disponibilidad. Lo cual incluye la opción de obtener una licencia como hogar temporal para poder recibir un apoyo mensual económico por parte de la entidad de bienestar infantil en Arizona, el Departamento de Seguridad Infantil, DCS por sus siglas en inglés.

Sin el apoyo económico, una colocación con un pariente tiene más probabilidades de fallar —y esa falla puede cambiar la trayectoria del menor, dijo McDaniel.

“Si fallan en casa de abuela los colocan en cuidado congregado. Es simplemente una conducto que los lleva más adentro del sistema,” señaló. “A hogares comunitarios, a delincuencia, a escaparse, a vagabundear, al tráfico sexual … la lista sigue y sigue”.

En comparación con Arizona

McDaniel, quien fue cuidada por sus familiares, comentó que Arizona está detrás de la curva en cuanto apoyo a parientes se refiere. Hace unos años, le ofreció a DCS asesoramientos gratuitos para analizar las brechas en el cuidado de parientes. Pero los líderes de la agencia en aquel entonces rechazaron la oferta, diciendo que tenían demasiadas iniciativas a la misma vez, dijo.

El DCS “realmente toma un enfoque conservativo”, dijo. “No necesitan más hogares temporales. Lo que necesitan es un enfoque diferente desde el inicio hacia los parientes, un cambio de actitud real sobre cómo interactúan con las familias”.

La mayoría de los parientes que cuidan menores en Arizona no obtienen una licencia de cuidado temporal, lo que significa que sólo reciben un dólar por niño por día como apoyo financiero de DCS. En comparación, hogares temporales con licencia reciben aproximadamente 600 dólares por menor cada mes, la cantidad varía dependiendo de la edad y las necesidades del niño.

En el 2016, había 650 hogares con parientes a cargo del menor con licencia, en comparación a 4,100 sin licencia a cargo de 6,800 niños.

El 45 por ciento de los niños en cuidado temporal en Arizona vive con parientes que no tienen la licencia, dijo Kris Jacober, directora ejecutiva de la Asociación de Arizona para Padres Temporales y Adoptivos.

“Tienen que arreglárselas ellos mismo y hacerlo funcionar”, dijo. Pero muy a menudo esas familias necesitan más ayuda de la que reciben y los niños terminan en hogares temporales con extraños o en hogares comunitarios, añadió.

“‘No tengo comida en el refrigerador, no puedo pagar el alquiler. Ya no puedo cuidar a estos tres, cuatro niños’, es lo que dicen”, añadió. En Arizona, hay un subsidio federal para abuelos que no cuentan con la licencia de cuidado temporal de 75 dólares mensuales.

Pero a menudo, nadie les dice a estas familias sobre los beneficios u opciones que tienen a su disponibilidad, según cuidadores y aquellos que abogan por estas familias.

El subdirector del DCS, Mike Faust, dijo que se supone que trabajadores de la agencia tienen que decirle a los familiares sobre la opción de sacar una licencia.

“Esta información se les comunica durante la colocación, está en el sitio web, pero en esos momentos estas familias están pasando por demasiado”, dijo Faust. “El nosotros repetirles esta información múltiples veces, siempre va hacer lo mejor para todos los involucrados”.

Lograr que estos familiares obtengan la licencia requiere un nivel de compromiso que no hay en Arizona, dijo McDaniel.

“En ocasiones la resistencia de la abuela se puede interpretar como falta de interés, pero simplemente es que está alterada,” dijo. “Realmente es cuestión de estar comprometido, permitirle a las familias que expresen estas emociones y luego trabajar con ellos”.

Algunos familiares en Arizona quieren sacar la licencia de cuidado temporal pero no pasan la inspección de seguridad, dijo Julie Treinen, directora de servicios de apoyo para familiares con la Asociación Infantil de Arizona en Tucsón. Por ejemplo, parientes que tienen la tarjeta médica para el consumo de la marihuana tienen que entregarla antes de que puedan obtener la licencia. Aquellas familias que no tienen una cerca alrededor de la piscina —una escena bastante común— tampoco pueden sacar la licencia.

Aun así, el DCS coloca al menor con esos familiares “inseguros”, pero sin la ayuda financiera que viene con la licencia.

Andrea Zukowsky, de 67 años, cuida de sus cuatro nietos de 13, 9, 6 y 23 meses de edad. Los tres mayores han sido diagnosticados con trastorno de estrés postraumático a raíz de haber sido previamente abusados. Zukowsky dice que tiene suerte de haber pagado su casa, pero vive de un cheque de mil 300 dólares al mes que recibe de beneficios por ser viuda del Seguro Social y batalla para cubrir las necesidades de sus nietos.

La ayuda que recibe de DCS es el equivalente a una gota en un balde. Por no contar con la licencia de cuidado temporal, recibe 30 dólares por niño por mes. Si tuviera la licencia, recibiría 630 dólares mensuales por niño.

Según Zukowsky, los trabajadores de DCS no le dijeron sobre la opción de obtener la licencia ni la refirieron a servicios de apoyo a familiares por medio de la Asociación Infantil de Arizona en Tucsón.

Fue de casualidad que Zukowsky aprendió sobre estos servicios a trávez del centro educativo y de recursos para parientes y adopciones en Tucsón, en el cual trabaja la maestra de escuela dominical de su nieto.

Para Zukowsky el centro ha sido de gran ayuda. Ahí toma clases para padres y sesiones de cómo trabajar con niños traumatizados. También asiste un grupo de apoyo para familiares cuidadores cada semana, el cual le ayuda a no sentirse tan sola.

Pero este centro, uno de los recursos más cruciales para familiares que cuidan a menores en el Condado Pima, está financiado principalmente por medio de una beca federal de tres años, la cual expira este año, dijo Treinen, de la Asociación Infantil de Arizona.

Hace unos meses Zukowsky trató de sacar la licencia para cuidado temporal pero se dio por vencida. La agencia que otorga dichas licencias le dijo que tendría que reemplazar las ventanas de su casa de más de 60 años ya que están selladas con la pintura, pero es un gasto que no puede costear.

“No es que esté siendo avara, pero estos niños necesitan más de lo que les puedo dar”, dijo. “Necesitan mucho más”.

McDaniel comentó que ese es específicamente el tipo de barrera que A Second Chance podría ayudar a sobrepasar.

“Absolutamente le podríamos ayudar a reemplazar sus ventanas”, dijo. “De la manera que lo vemos es comparar el valor de las ventanas con el valor del pariente poder cuidar a sus nietos a largo plazo … Nosotros buscamos la manera de otorgarles la licencia en vez de mantenerlos fuera”.

Durante los primeros tres años que Zukowsky tuvo a sus nietos, los tres mayores insistían dormir con ella en la noche porque era el único lugar en dónde se sentían seguros. Zukowsky dormía en un reclinable en la sala, despertando frecuentemente a lo largo de la noche cada cuando sus nietos buscaban asegurarse que todavía estaba ahí”.

Ahora ya están más tranquilos.

“Ya están con Nonna”, dijo. “Y Nonna se va a asegurar de que nada les pase”.

Traducida por Perla Trevizo.


Become a #ThisIsTucson member! Your contribution helps our team bring you stories that keep you connected to the community. Become a member today.

Contacta a Emily Bregel en ebregel@tucson.com o al 573-4233. En Twitter: @EmilyBregel.