Era 1956 cuando Meyer y Susan Neuman, y sus dos hijos, Rosie y Phillip, llegaron al aeropuerto de Tucsón. Meyer y Susan eran sobrevivientes del Holocausto, dos de los primeros en venir al sur de Arizona.

La pareja, que falleció hace cinco años con cinco meses de diferencia entre uno y otro, era parte de un grupo de más de 250 sobrevivientes del holocausto de la Segunda Guerra Mundial, que hicieron de Tucsón y del sur de Arizona su hogar.

Para conmemorar sus historias y las de otros que huyeron del genocidio y de la persecución política, el Jewish History Museum (Museo de Historia Judía) expande sus instalaciones de Stone Avenue para añadir el Holocaust History Center (Centro de Historia del Holocausto). Se está construyendo un edificio de más de 185 metros cuadrados, el cual incluirá una plaza al aire libre y un jardín de esculturas.

Es una idea que se ha estado contemplando desde la década de los sesentas, dijo Bryan Davis, director ejecutivo interino del Museo de Historia Judía, organización madre del Centro de Historia del Holocausto.

Los sobrevivientes del Holocausto están muriendo y sus historias deben preservarse para que otros aprendan de ellas, dijo Davis.

El nuevo espacio no será dedicado exclusivamente a los recuerdos ni enfocado en las víctimas judías. Más bien se usará para tener exhibiciones y conferencias sobre el antisemitismo, el genocidio y los derechos humanos, asuntos y crisis que siguen dañando países y destruyendo comunidades.

“Queremos que sea una institución cultural en la ciudad y que forme parte de los planes de estudio escolares”, dijo Davis.

Se espera que el nuevo centro, que alguna vez fue un salón de belleza y parte de la casa de la familia Carrillo –construida antes de que Arizona se convirtiera en un estado–, abra a principios del próximo año. Dos mil niños de escuelas de Tucsón y un total de cinco mil personas ya han visitado la versión inicial del Centro de Historia del Holocausto.

De octubre del 2013 a abril, el naciente centro recibió a sus visitantes en un espacio de 37 metros cuadrados. Davis dijo que el éxito del programa piloto convenció a los patrones del museo de que instalaciones más grandes al sur del centro de la ciudad atraerían a la gente al sitio cerca de la Prince Chapel African Methodist Episcopal Church (Capilla Príncipe de la Iglesia Episcopal Metodista Africana) y frente a donde era el Consulado Mexicano.

Rosie Eilat-Kahn tenía casi 5 años de edad cuando vino con sus papás desde Cleveland, Ohio, donde nacieron ella y su hermanito. Sus padres se conocieron en Suecia, después de haber sobrevivido a los campos de concentración nazis.

Dijo que el Centro de Historia del Holocausto honrará a quienes sobrevivieron al genocidio y que formaron sus hogares en el sur de Arizona para criar aquí a su familia. Pero el valor va más allá. Para ella, el centro es una herramienta educativa para enseñar sobre el holocausto y mostrar lo que los humanos pueden hacer a otros si la tolerancia y el cuidado no son parte de la conversación civil.

El Centro de Historia del Holocausto es un proyecto conjunto con el Museo de Historia Judía, ubicado en el 1910 Stone Avenue Temple, el primero en Arizona y que data de cuando aún era sólo un territorio. Ambos museos se complementarán, dijo Barry Friedman, presidente de la junta directiva del Museo de Historia Judía.

Las dos instalaciones contendrán la historia de la presencia judía en el sur de Arizona, dijo. Los judíos llegaron poco después de la Venta de la Mesilla –o Gasden Purchase– en 1854 y se asentaron en Tucsón, Nogales y Bisbee, y su historia está reflejada en el museo más antiguo.

El Centro de Historia del Holocausto “cierra el círculo, conecta piezas perdidas de la historia de Tucsón”, dijo Friedman. “Necesitamos mantener viva la historia”.

Además del espacio dedicado al genocidio de judíos europeos y otros durante la Segunda Guerra Mundial, el centro reflejará las pesadillas de los genocidios y persecuciones recientes –y actuales. Desde Ruanda a Siria, a Iraq y a Centroamérica.

“Está pasando en todas partes del mundo”, dijo Friedman.

Incluso la ubicación del campus, a la orilla del Barrio Viejo, está conectada con la diáspora de gente de otros tiempos y lugares. Hace 100 años, el viejo barrio empezó a crecer con familias mexicanas que huyeron del terror de la Revolución Mexicana.

Davis espera que el nuevo centro fomente la empatía y compasión por los refugiados y que muestre una historia de persistencia y contribuciones de aquellos que huyeron y hallaron refugio en puerto seguro.

“Esperamos cambiar la forma de pensar de la gente”, dijo.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187. En Twitter: @netopjr.