Seguramente The Meg (John Turteltaub, 2018) será para la franquicia Jaws, iniciada por Steven Spielberg en 1975 y que contó con cuatro entregas, lo que Godzilla (Roland Emmerich, 1998) significó para la saga de Jurassic Park, también iniciada por el propio Spielberg en 1992.

Recuerdo que el año previo a su estreno la gente no dejaba de comentar ese célebre tráiler en el cual la pezuña gigantesca de la descomunal criatura (de cuna nipona) aplastaba los huesos de un tiranosaurio rex en exhibición, rematando luego con la frase pegadora “El tamaño sí importa”; muy pronto la audiencia y la crítica contradirían la afirmación con otra más contundente: más que el tamaño, importa un buen guion, personajes bien desarrollados y una buena realización.

Es de todos sabidos que a Godzilla no le fue muy bien que digamos y no consiguió lo que sí logró su competencia: convertirse en una saga taquillera. Sin embargo, aun así los intentos por mantener vivo a este monstruo dio a luz a un reboot más o menos aceptable en 2014 (Gareth Edwards) y una continuación que ya comenzó a promocionarse con bombos y platillos: Godzilla: King of the Monsters (Michael Dougherty, 2019); por cierto, su estreno está anunciado para marzo de 2019 y tendrá en uno de los protagónicos a Milly Bobby Brown, la joven estrella de la serie de TV Stranger Things.

The Meg nos presenta al capitán Jonas Taylor (Jason Statham), un buzo experto que atraviesa por un periodo complicado de su vida debido a un incidente ocurrido en las profundidades del océano. En él, el temerario explorador perdió a la mitad de su personal a causa (según él) del ataque de una criatura marina de enormes proporciones.

Sus argumentos dudosos le acarrean graves consecuencias: su despido de la compañía, el fracaso de su carrera e incluso el divorcio; y es que nadie le cree que el causante del desastre haya sido un animal que se extinguió millones de años atrás.

Con todo y eso él es la persona a la que se recurre cuando un submarino se encuentra varado en las profundidades. Por su parte, el capitán no duda en aceptar la misión, pues su propia ex esposa se encuentra entre los atrapados. Es entonces que Taylor entra en acción, primero motivado por salvar a su ex mujer, pero también buscando redimir su conciencia por la pérdida de vidas humanas bajo su responsabilidad y, de paso, demostrar su teoría: que sí hay un megalodón de 20 metros de longitud vivito y coleando en el fondo del océano.

Puesta en la mesa a grandes rasgos la básica premisa, al espectador sólo le resta ponerse cómodo y dejarse llevar por las secuencias de acción y los efectos visuales de la cinta; en ella tendrá el privilegio de ver cobrar vida a una criatura arcaica que seguramente significó el terror de los seres que habitaron el océano y por la cual los científicos aún siguen debatiendo, entre otras cosas, sus dimensiones reales (entre 15 y 30 metros de longitud).

El filme cuenta con muy buenas secuencias submarinas en donde aparecerán otros seres marinos, los cuales preparan muy bien el terreno para la aparición estelar de este tiburón gigante que creará los momentos estelares de la función cuando arribe a la superficie, se acerque a la playa y amenace la vida de bañistas despreocupados.

Completan el elenco Rainn Wilson, Ruby Rose, Cliff Curtis y Ólafur Darri Ólafsson y las estrellas chinas Bingbing Li y Winston Chao.

Hasta la próxima.


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