Warner Bros.

Hace más de diez películas que se ha venido diciendo de Clint Eastwood que tal vez sea esta (me refiero a la cinta en turno) el último trabajo del ya legendario actor/director. Con todo y eso, la veteranísima figura hollywoodense se las ha arreglado para ser más prolífico que nunca y entregarle a la audiencia historias profundas y emotivas, conservando un alto nivel en guion y dirección de actores.

Es verdad que la apariencia de este personaje, consagrado ya en sus dos facetas (actor y director), se ve bastante deteriorada, pero asombra la lucidez y la intensidad con la que todavía encarna a todos sus personajes.

Lo mismo puede decirse de su rol de director, en donde sorprende también la energía con la que afronta este trabajo tan demandante; en serio que varios cineastas jóvenes deberían seguirlo en sus rodajes para, por lo menos, aprenderle algo a este verdadero maestro en el arte de contar historias.

No creo, en lo personal, que vuelva a surgir en el seno de Hollywood alguien que vuelva a alcanzar los altos niveles que Eastwood ha conseguido a la par en los renglones de actor y director. Por un lado tenemos sus muchos papeles emblemáticos de la historia del cine, como el cowboy de pocas palabras de los spaghetti western de Sergio Leone (y los que sí tenían nombre) y el eterno policía duro que creó con Dirty Harry.

Total que mientras muchos críticos le quieren dar el adiós desde Mystic River (2003), la cual realizó a sus 73 años, el corrioso anciano se las ha arreglado para dirigir más obras de altos vuelos (que ya quisieran haber realizado cineastas más jóvenes), como Million Dollar Baby (2004) Letters of Iwo Jima (2006), Changeling (2008), Invictus (2009), American Sniper (2014) y mi favorita de esta etapa: Hereafter (2010), entre otras ocho cintas más que no han desentonado en absoluto con la calidad del resto.

The Mule (2018) es su filme más reciente, en donde Eastwood actúa y dirige una historia de temática muy actual que, seguramente, cimbrará un poco más las conciencias estadounidenses en los temas relacionados con la frontera de México y la maligna presencia y el poder que ostentan los peligrosos cárteles de la droga en ambos países.

La trama nos presenta a Earl Stone (Eastwood), un veterano de la Segunda Guerra Mundial de 90 años que es interceptado por las autoridades de E.E.U.U. mientras transportaba un cargamento de cocaína con valor de 3 millones de dólares.

Será muy interesante descubrir, mientras se desarrolla el filme, qué fue realmente lo que llevó a este horticulturista nonagenario, de apariencia apacible, a arriesgarse de esa manera, involucrándose de forma por demás increíble con criminales de la peor calaña.

El filme toca (como ya se dijo antes) temáticas que están muy presentes en el colectivo norteamericano actual. Una de ellas es el temor que representa el criminal hispano que quiere venir a hacer de las suyas en su territorio; la otra es la inhumanidad de los bancos que no se tocan el corazón para adueñarse del hogar de los más desprotegidos.

Esta última acción, como ha de suponerse, tiene mucho que ver con la decisión de Earl de involucrarse con el mundo del tráfico de drogas quien, además, a su avanzada edad tiene mucho de lo cual arrepentirse: las fallas que tuvo en su papel de padre, el descuido que tuvo con su esposa, entre otras cosas.

Completan el elenco Bradley Cooper como el agente Colin Bates, Michael Peña como Enforcer, y una lista de nombres bastante interesante: Taissa Farmiga, Andy García, Diane Wiest, Alison Eastwood, Clifton Collins Jr. y Laurence Fishburne.

Hasta la próxima.


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