Las películas que tocan el tema de la destrucción masiva con proporciones universales son, se puede decir, de las que más abundan en el cine de ciencia ficción.

Y es que la situación de que un grupo de humanos habite y trate de subsistir en un mundo inhóspito es un tema muy atractivo para que guionistas y directores se den gusto creando situaciones dramáticas extremas que pongan en entredicho la moralidad y el concepto del bien y el mal.

Mientras algunas historias de este atractivo subgénero se enfocan en el apocalipsis en sí (The Day After Tommorrow, World War Z, Armageddon, Independence Day, War of the Worlds, Deep Impact, Knowing, Cloverfield…), otras se desarrollan en una época posterior, en la cual el mundo caótico que dejó una invasión extraterrestre, una epidemia zombi, algún asteroide gigante o algunas criaturas descomunales han creado un entorno que representa un peligro permanente para los pocos que lograron sobrevivir.

Filmes como The Road, Children of Men, las sagas Mad Max y Resident Evil, I am Legend, Waterworld, Reign of Fire, Escape from New York, 28 Days Later, así como la reciente It Comes at Night y hasta cintas infantiles como WALL-E (entre otras tantas) se enfocan en contar sus historias tiempo después de la gran catástrofe, mostrando una Tierra extremadamente hostil que obliga a sus protagonistas a adaptarse a una nueva forma de vida.

A Quiet Place (John Krasinski, 2018) se ubica en este segundo grupo, en donde el entorno violento es causado por la presencia de monstruos letales (al parecer producto de una invasión extraterrestre) que amenazan con hacer desaparecer a la población sobreviviente en su totalidad.

Al igual que en It Comes at Night, la situación que se vive en el mundo de A Quiet Place está representada por el drama que experimenta una sola familia, la cual también debe seguir reglas estrictas de comportamiento, si es que quiere mantenerse con vida.

El título hace referencia a la situación particular que predomina en toda la trama, pues debido a que las letales monstruosidades del filme son ciegas pero poseedoras de un oído sumamente agudo, los humanos sólo tienen oportunidad de sobrevivir si evitan hacer ruido, ya que cualquier sonido que no sea natural (como el aire, la corriente de un río, etc.) podría resultar fatal.

La familia está compuesta por Lee Woodward (John Krasinski), Evelyn (Emily Blunt) y sus hijos Regan (Millicent Simmonds), Marcus (Noah Jupe) y Beau (Cade Woodward), a los cuales conocemos desde el inicio de la cinta, mientras salen de excursión para buscar víveres y medicamentos en total silencio.

La dinámica que vemos en los Woodward hace suponer que el resto de la humanidad alrededor del globo está pasando por la misma situación crítica (algunas fogatas coordinadas en los alrededores, portadas de periódicos y fragmentos de noticieros lo sugieren), siendo esto un logro bastante sobresaliente, pues unas cuantas calles desérticas y los prolongados episodios de silencio (el recurso más efectivo del filme) son elementos suficientes para que el espectador se mantenga en constante tensión.

El mérito de la cinta es ofrecer un momento de tensión tras otro (casi todos de un muy buen nivel), una criatura bastante aterradora y un duro episodio familiar en el inicio que hace que el peligro se perciba en cada momento. Por si esto fuera poco, la inminente llegada de un nuevo miembro de la familia hará que los nervios del espectador aumenten.

No cabe duda de que lo logrado por Krasinski como director (sobre todo en la tensión conseguida) en este su segundo trabajo es en verdad sobresaliente, presentándose, al igual que Jordan Peele y su ópera prima Get Out, como una voz nueva, fresca y original, algo que tanto hace falta en el género del terror.

Hasta la próxima.


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