Como era de esperarse, el estreno de Suicide Squad (David Ayer, 2016) echó a andar la monstruosa maquinaria Disney para trabajar en su nueva misión: apagar el efecto de la cinta lo más posible, tal y como lo ha venido haciendo con todos los proyectos sobre superhéroes con los que Warner Bros., a través de DC Cómics, les puede hacer competencia.
Al parecer, el afán de expansión del poderoso emporio no tiene límites, pues no sólo amplió su alcance comercial al adueñarse de las minitas de oro llamadas Pixar, Marvel y Lucas Films (ni George Lucas pudo decir que no), sino que ya decidió que el público sólo debe ver con buenos ojos lo que se produce en el seno de la compañía de Mickey Mouse.
Para constatarlo no tiene uno que ser amante de las teorías conspirativas, basta con leerse las reseñas en periódicos y redes sociales sobre las películas que producen ambas empresas: condescendientes y porristas hacia una y severísimas o burlescas con la otra.
¿Recuerda la calificación de 27 por ciento en Rotten Tomatoes para BvS o los memes “Sad Affleck”? Eso sí, por otra parte llovían halagos exagerados para la aceptable The Jungle Book (Jon Favreau, 2016) y los comentarios tipo “Civil War podría ser la mejor película de Marvel a la fecha” o “La secuencia del aeropuerto podría ser la mejor secuencia con superhéroes”; es más, sincérese: ¿no le parece hasta ridícula la manera en que se infló a Deadpool?
Para ser honesto, ni Jungle Book, Deadpool o Civil War fueron tan buenas ni BvS tan mala; de hecho, ese no es el punto aquí, sino la manipulación de los medios a las decisiones del espectador.
El caso es que Suicide Squad ha llegado a carteleras y, junto a ella, la esperada estela de malos comentarios, incluso no descarte próximos memes a Will Smith o ridiculizando la rebuscada inmersión de Jared Leto (tipo Daniel Day Lewis) en el papel de The Joker.
La cinta (ya para entrar en tema) tiene como premisa la creación de un grupo especial de combate conformado por los villanos (supuestamente) más peligrosos del mundo debido a que la (aparente) muerte de Superman ha dejado al mundo desprotegido.
Todo esto ha sido organizado por una agencia gubernamental secreta (A.R.G.U.S), dirigida por Amanda Waller (Viola Davis), quien les ha prometido una reducción de sus sentencias a cambio de ejecutar las tareas que la agencia les asigne; eso sí, los villanos a quienes estos villanos deberán enfrentar son lo de menos, pues lo rescatable aquí será el curioso proceder del estrafalario comando.
El grupo está integrado por un tipo llamado Deadshot (Smith), cuyo talento consiste en nunca fallar en el blanco cuando dispara su arma; también están Diablo (Jay Hernández), quien puede lanzar bolas de fuego, y el asaltabancos Captain Boomerang (Jai Courtney), el cual no cuenta con facultades sobrehumanas como el resto.
Completan el grupo el asesino Slipknot (Adam Beach), Katana, una guerrera samurái que puede adueñarse del alma de sus víctimas; Killer Croc (Adewale Akinnuoye/Agbaje), un sujeto que puede transformarse en un monstruo con forma de cocodrilo; The Joker (Leto), como el mortífero psicópata The Joker y, por último pero acaparando tanta atención como el anterior, Harley Quinn (Margot Robie), su ex psiquiatra y pareja sentimental.
En el elenco están también Joel Kinnaman como el militar Rick Flag, quien intentará poner algo de orden en el caos y Ben Affleck haciendo un cameo importante encarnando a Batman (odiado por los miembros del escuadrón por ser el responsable de su encarcelamiento); también aparecen Cara Delevinge como la bruja Enchantress y Common en el papel de Monster T.
Tal vez lo más sobresaliente de la cinta (que puede ser bueno o malo, según la perspectiva de cada quien) es su tono violento, que hay demasiados personajes e historias secundarias y, sobre todo, un esfuerzo mucho mayor en lo visual que en el del guion, algo que ha sido una constante desde que comenzaron a expandirse los universos Marvel y DC Comics.
Hasta la próxima.
