En un momento de melancolía, Carlos Tapia recordaba el tiempo en que era estudiante de 4to grado en Mission View Elementary, en Sur Tucsón. Era 1973, su primer año en una escuela en Tucsón, cuando su familia se vino de Nogales, Sonora. No hablaba inglés.
Pero con la ayuda de su maestra, quien se interesó en él y lo alentó, Tapia aprendió las materias en inglés, siguió en la escuela y graduó de preparatoria. Poco después se unió a la Fuerza Aérea de EE. UU. y prestó servicio a su país en despliegues en todo el mundo. Después de 30 años, el sargento mayor Tapia se jubiló en 2010. Cuatro años después regresó a Tucsón para hacerse cargo de su padre.
Hace poco, en ese momento de reflexión, Tapia se metió a Facebook a buscar a su maestra de hace 45 años. De todos los maestros que tuvo en la escuela, ella siempre ha sido especial para él. “Ella fue mi comienzo”, dijo Tapia.
Sin estar seguro de si era ella, le envió a la maestra un mensaje privado.
Esperanza Bejarano estaba conectada a Facebook cuando recibió un inusual pero sentimental mensaje. ¿Será él?, pensó. Ese pequeño niño que no hablaba inglés pero que a todas luces era inteligente y estaba ansioso por aprender.
Ella buscó en su colección de recuerdos y sacó una foto del grupo de 4to grado al que le dio clases. Ahí estaba Carlitos Tapia.
“Me dio tano gusto”, dijo la maestra sobre el primer mensaje que recibió de Tapia. Aunque se ha encontrado con ex alumnos en público, la profesora Bejarano, quien se retiró después de 32 años de trabajo en la educación pública, nunca había sido contactada de esa forma por un estudiante.
Lo que lo hacía aún más especial es que Tapia fue su alumno en su primer año como maestra en una escuela pública. El que él la buscara, reavivó en ella el orgullo por la función vital que jugó como maestra. Vio en su ex alumno un poquito de ella misma, cuando ella también llegó a Tucsón sin saber inglés.
El jueves 26 de abril me reuní con Tapia y Bejarano en la casa de la maestra en el oeste de la ciudad, cerca del Colegio Comunitario Pima. Fue el mismo día en que decenas de miles de maestros y empleados escolares iniciaron el histórico paro de labores exigiendo mejores salarios y condiciones de trabajo.
La reconexión entre ellos no tiene precio. Es imposible ponerle precio al respeto y aprecio de Tapia por Bejarano, como tampoco hay cifra que pague la dedicación y pasión que Bejarano le demostró a Tapia.
Pero como estado, definitivamente podemos mostrar nuestro respeto por los maestros y empleados de escuelas públicas – y en general por la educación pública – pagándoles un mejor sueldo y reinvirtiendo dinero público después de varios años de estarle quitando a las escuelas públicas.
Bejarano, quien nació en Sonoyta, Sonora, frontera con Lukeville, y quien egresó de Pueblo High School y de la Universidad de Arizona, se hizo maestra bilingüe porque quería cambiar vidas y ayudar a otros a ser exitosos. Definitivamente no lo hizo por dinero, dijo Bejarano, quien recordó que en su primer año ganó en total 10 mil dólares.
Y Tapia, quien egresó de Sunnyside High School en 1980, dice que fueron sus maestros, quienes ayudaron a moldearlo, quienes le dieron las herramientas para tener éxito en la milicia. “Gracias a cada uno de ellos, yo estaba preparado”, dijo.
Comprendo por qué Tapia buscó a su maestra para decirle gracias. Como Tapia, he contactado en el pasado a maestros que sé que jugaron un papel clave en mi educación y crecimiento. También he escrito sobre ellos, exaltándolos, dándoles las gracias. Es lo mínimo que podemos hacer.
Pero podemos y debemos hacer más. Apoyarlos a ellos y a la educación pública en sus demandas. Llamar o escribir a los legisladores estatales y al gobernador Doug Ducey.
Bejarano apoya la educación pública. El viernes 27 estuvo en la protesta de #RedForEd en el centro de Tucsón. Comparte la frustración de los maestros y demás personal. Una de sus hijas dejó la educación pública por las condiciones abismales. Otra hija, quien es administradora de escuela pública en California, también está pensando en dejarla, dijo Bejarano.
Tapia también considera que los maestros hacen la diferencia. Él es un testimonio vivo de la experiencia de cómo pueden cambiar vidas. “Los jóvenes son nuestro futuro”, dijo. “¿Por qué no invertir en ellos?”.
Exactamente.