El resultado de la votación del premio Cy Young de la Liga Nacional era uno de los más esperados del actual receso de temporada. Y no defraudó.

Resultó muy interesante. Jacob deGrom, de los New York Mets, lo ganó casi en forma unánime, ello a pesar de presentar un modesto récord de ganados y perdidos de 10-9.

Sólo uno de los 30 periodistas eligió a alguien diferente, se inclinó por Max Scherzer de los Washington Nationals, quien ganó 8 juegos más que DeGrom durante el rol regular.

El año en que ganó Félix Hernández este premio en la Liga Americana era como la principal referencia para hacer ver que los juegos ganados no son la estadística más importante para los lanzadores en esta época. El venezolano ganó apenas 13 juegos y fue considerado el pitcher número uno.

Con DeGrom se está confirmando que antes de la estadística de victorias hay otras más importantes. Hay quien dice el juego ganado no está ni siquiera entre los cinco principales aspectos a calificar de un serpentinero.

Lo curioso es que se llama premio Cy Young en honor al máximo ganador en Major League Baseball, Denton True Young, a quien apodaban “Cyclone”. Logró 511 triunfos en su paso por la gran carpa.

No creo que le quieran cambiar el nombre al premio para mejor honrar a alguien con menos triunfos pero mejores estadísticas generales. Cy Young es líder en todos los tiempos entre los lanzadores en WAR, las victorias por encima del reemplazo.

Simplemente, hay que acostumbrarse a ver los juegos ganados como algo que dice poco de un pitcher.

De hecho, es común ver partidos donde el pitcher ganador termina siendo alguien que lo merece poco. El típico ejemplo es cuando el abridor viene lanzando 8 innings sin permitir carrera y deja el partido ganando 1-0. Entonces viene el relevo y le empatan el juego, ya el abridor automáticamente se fue sin decisión, y muy seguido ese pitcher que permitió la carrera del empate viene siendo el pitcher ganador.

Por eso es entendible el razonamiento de esta época sobre la estadística que antes era la más importante para considerar quién merecía el premio Cy Young.

Jacob deGrom jugó para un equipo que lo apoyó con pocas carreras y por eso ganó pocos encuentros, pero en números generales sin duda fue el número uno.

El cerrador

En la Liga Mexicana del Pacífico se entrega un premio al mejor relevista de cada temporada. Por lo general lo gana el que salva más partidos; de hecho, el premio lleva el nombre de Isidro Márquez, el número uno en rescates en la historia de la liga.

Aquí también se presenta un buen debate, porque hay cerradores con alto número de juegos salvados pero mala efectividad. A menudo ingresan al juego en la novena entrada con ventaja de 3 carreras, ponen el juego en peligro permitiendo dos anotaciones pero salvan el partido.

Platicando con Isidro Márquez sobre este punto, me comentaba algo muy interesante de los cerradores. Se supone que la prioridad es simplemente mantener la ventaja, por lo que cuando el partido está un poco cómodo se administran y lanzan con menos intensidad, para también estar listos al día siguiente.

Al menos así procedía él en su época de “bombero”. Si el juego se ponía en peligro, entonces metía el brazo y quizás provocaba un desgaste que lo ponía en duda para lanzar al día siguiente, pero su prioridad era simplemente mantener la ventaja, porque ya era la recta final del encuentro.

Como se dice en el beisbol, “jugaba con el score”.

Si volvemos al caso de Jacob deGrom, él quizás presentó números más espectaculares porque también estaba obligado a lanzar todo el partido bajo mucha tensión, porque los Mets tuvieron una pésima ofensiva que lo apoyó con pocas anotaciones. En cambio, otros pitchers podían administrarse de una manera distinta para lograr lo que al menos antes era considerado lo más importante en estadísticas, la victoria.


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