¿Te has preguntado alguna vez qué significa México? Fue previamente el nombre de la ciudad imperial que establecieron los Mexicas, un dinámico grupo que formaba parte de los Aztecas. Luego de una larga peregrinación llegaron a un altiplano rico y templado, rodeado de enormes volcanes cubiertos de nieve y salpicado de lagos que les hicieron pensar en un paisaje lunar. ”El ombligo de la Luna” bautizaron a ese valle: México, en su lengua nativa, el náhuatl.
La misión de los Mexicas era encontrar un águila encima de un nopal devorando una serpiente y establecerse en ese lugar. Encontraron tal portento en medio del lago de Texcoco e iniciaron luego la construcción de su ciudad. Posteriormente, esta señal se convertiría en el mito fundacional de un país que ahora tiene, en su territorio, una población de 126 millones de habitantes y que tomó ese mismo nombre: somos el país del ombligo de la Luna.
2021 es un año en que los mexicanos celebraremos tres momentos definitorios de nuestra historia nacional.
El primero de ellos es que hace 700 años, estos Mexicas completaron la larga migración de un lugar mitológico llamado Aztán, localizando en alguna región al norte (me tomaré una licencia literaria e imaginaré que fue Arizona). Fundaron México-Tenochtitlán, la actual Ciudad de México, que pronto se convirtió en la capital del imperio azteca, una de las civilizaciones más fascinantes del mundo.
Tenochtitlán fue, en sí misma, una innovación urbana con avances agrícolas impresionantes que maravillaron a los europeos que llegaron en el siglo XVI. No podían siquiera compararla con alguna ciudad del “Viejo Mundo”. Sus habitantes habían construido un intrincado sistema de chinampas que flotaban sobre el lago y donde cultivaban sus productos y usaban los canales que formaban para transportar sus mercancías de manera eficiente entre los exuberantes tianguis de la ciudad.
El imperio prosperó y su principal ciudad-estado lo reflejó con espléndidos templos, palacios y diseño. Acumuló los progresos científicos, artísticos y organizativos que otras grandes culturas prehispánicas habían desarrollado. Es todavía posible admirar los vestigios de esa era en el Zócalo de la Ciudad de México, o en museos, parques y hasta en las estaciones del metro.
Una segunda conmemoración para 2021 serán los 500 años de la caída de Tenochtitlán por parte de los españoles y alianzas con indígenas locales, que estuvo al mando de Hernán Cortés. Una placa en la plaza de Tlatelolco sintetiza lo que pasó el 13 de agosto de 1521 con estas palabras: “No fue triunfo, ni derrota. Fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.
Esa fecha marcó el inicio de tres siglos de historia colonial en lo que entonces se llamó la Nueva España, que iba desde lo que hoy es el Sudoeste de los Estados Unidos hasta el norte de Centroamérica. En 1810 el cura Miguel Hidalgo tocó las campanas de la iglesia de Dolores e inició una guerra que duró once años por la Independencia de España.
La tercera celebración es que el 27 de septiembre, 200 años atrás, el ejército Trigarante creado por ex realistas e independentistas puso fin a esa guerra, marchando en la Ciudad de México. La gente se unió en fiesta ese día con los mismos tres colores de la bandera de ese ejército: el verde, blanco y rojo que todavía nos identifican a los mexicanos de hoy. El águila devorando una serpiente y parada sobre un nopal – el mito fundacional – se agregó a nuestra bandera convirtiéndose en el escudo nacional de la República Mexicana, afianzando nuestra identidad con el orgullo por las civilizaciones indígenas con las que México se formó.
Es un honor para mí invitar a todos los tucsonenses a unírsenos a recordar estos tres eventos que son parte de nuestra historia común y contribuyen a entender nuestro pasado, apreciar nuestro presente y esperar un futuro más promisorio, en el que nuestra cercanía y diversidad, nos ayudará a seguir progresando juntos, como vecinos, socios comerciales y, sobre todo, como amigos.