El hambre durante la pandemia de COVID-19 puede verse de esta manera: Trabajo irregular y falta de dinero suficiente para pagar las cuentas y comprar comida.
O de esta otra: Personas mayores que sobreviven con ingresos fijos y, por miedo al virus, dependen totalmente de la ayuda de otros.
O como esta: Hay muy poco disponible cada mes para alimentar a la familia y pagar la renta.
Aproximadamente un tercio de las familias de Arizona están experimentando actualmente lo que se llama inseguridad alimentaria, según detectó una encuesta de más de 600 hogares en todo el estado.
El Departamento de Agricultura de EE. UU. lo define como la falta de acceso constante a suficiente alimentación para congtar con buena salud.
Los hallazgos, que se centran en lo que ocurrió durante los primeros meses de la pandemia, muestran un aumento del 28% en la inseguridad alimentaria en comparación con el año anterior a la pandemia, siendo los hogares hispanos y de bajos ingresos los más afectados.
La encuesta fue realizada por la Universidad de Arizona (UA) y la Universidad Estatal de Arizona (ASU) como parte del Equipo de Investigación Nacional de Acceso a Alimentos y COVID, que incluye a investigadores de 15 estados que analizan cómo el COVID-19 ha limitado o cambiado el acceso a los alimentos y la seguridad alimentaria.
Uno de los factores clave, como era de esperar, son las interrupciones en el empleo, con el 59% de los hogares hispanos en Arizona que reportan haber perdido el empleo, en comparación con el 22% de los hogares blancos no hispanos.
Y de aquellos que experimentaron interrupción en el empleo, los hogares de bajos ingresos en Arizona fueron los que sufrieron lo peor. Casi la mitad de los que ganaron menos de $25,000 en 2019 perdieron el empleo una vez que la pandemia empezó.
”No entra ningún cheque”
Un jueves reciente por la mañana, los autos se formaron en el Community Food Bank of Southern Arizona (el Banco de Alimentos Comunitario del Sur de Arizona) para recoger la caja de alimentos mensual de emergencia.
Amber Ferrell y su amigo, Scott Hentges, estaban en la fila en 3003 S. Country Club Road, lugar que ha sido establecido para recolección desde el automóvil los martes, miércoles y jueves por la mañana.
Ferrell ha estado trabajando de vez en cuando en un centro de llamadas, pero no tiene un ingreso estable. Desde la pandemia, sus horas de trabajo fluctúan y, cuando la gente se enferma, espera a que pase la cuarentena en casa.
“Cuando no hay ningún cheque por dos semanas, es angustioso”, dijo, y agregó que ahora está retrasada con el pago del alquiler y está tratando de obtener ayuda para eso.
Hentges también ha tenido problemas para encontrar trabajo constante. Estaba ganando dinero haciendo entregas a domicilio, pero luego tuvo problemas con el automóvil y no tenía suficiente para pagar la reparación. Afortunadamente, pudo contar con la ayuda de su familia.
“Le pedí ayuda a mi familia con las cuentas y busqué otro trabajo que pudiera hacer en ese momento, pero no encontré nada”, dijo.
Ahora ha vuelto al trabajo, dijo, pero el dinero es muy escaso.
Demasiado dinero para calificar
Al igual que Ferrell y Hentges, alrededor del 32% de las personas de la encuesta dijeron que por lo general no tienen suficiente comida para todo el mes y que no hay suficiente dinero para conseguir más.
En general, el 31% de los hogares no podía pagar los alimentos, el 25% informó comer menos, el 23% redujo el tamaño de las comidas o las omitió y el 21% pasó hambre.
Los hogares hispanos experimentaron una inseguridad alimentaria mucho mayor, con un 38% de inseguridad alimentaria persistente y un 19% de inseguridad alimentaria reciente en comparación con los hogares blancos no hispanos con un 15% de inseguridad alimentaria persistente y un 5% de inseguridad alimentaria reciente.
Y si bien los programas de asistencia alimentaria pueden ser fundamentales para las familias durante emergencias como la pandemia, los resultados de la encuesta no mostraron un aumento general de las personas que buscan programas como el programa federal SNAP (Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria).
Algunos de los encuestados dijeron que no buscaron ayuda debido a sus convicciones personales de ser independientes, según muestran los datos, además de pensar que tenían dinero demás para calificar.
En cambio, aproximadamente uno de cada siete hogares, o el 14%, compró alimentos usando tarjetas de crédito y el 12% pidió dinero prestado a amigos y familiares. Alrededor del 13% acudió a los bancos de alimentos en busca de ayuda.
“Miedo de contraer el virus”
Los trabajadores del Banco de Alimentos pueden recibir hasta 1,500 automóviles en una mañana y la fila a veces llega hasta South Country Club Road.
Mayola Salazar estaba en la fila el jueves, pero no para ella ni para su familia. Recoge comida para su vecina de edad avanzada.
“Ella tiene diabetes y presión alta y no maneja, por eso no puede ir a recoger la comida”, dijo. Salazar dijo que su vecina es “como una abuela” para su hija y que está feliz de poder ayudarla.
Otras personas mayores, como Elaine Smith, no visitan el banco de alimentos ni otros lugares similares. Smith normalmente ha dependido del transporte público para moverse, pero se muestra reacia a hacerlo durante la pandemia.
“Definitivamente tengo miedo de contraer el virus”, dijo Smith, quien entonces comenzó a recibir comida en su casa a través del Pima Council on Aging (PCOA, por sus siglas en inglés).
El PCOA ha visto un aumento considerable en la cantidad de personas que reciben comida desde el inicio de la pandemia, dijo la portavoz de la agencia, Adina Wingate.
“Casi se ha duplicado desde el comienzo de la pandemia”, dijo Wingate. “Hoy en día, alrededor de 1,600 personas reciben comida de PCOA semanalmente”.
Más cerca de lo que piensas
La mayor necesidad se refleja en las filas para obtener cajas de alimentos de emergencia en el banco de alimentos aquí, donde los trabajadores y voluntarios vieron un aumento del 100% en la participación durante los primeros meses de la pandemia en comparación con el año anterior.
“El hambre era un problema en el sur de Arizona antes de la pandemia”, dijo Norma Cable, portavoz del banco de alimentos. “El hambre está presente. Probablemente esté más cerca de lo que piensas”.
La necesidad ha variado durante todo el año, dijo, a medida que el pago por desempleo federal comenzó o cuando llegaron los cheques de estímulo, por ejemplo.
“Este mes estamos viendo un aumento estimado del 10% con respecto al mismo período del año anterior”, dijo Michael McDonald, director ejecutivo de la agencia. El banco de alimentos sirve a cinco condados del sur de Arizona con la ayuda de unas 400 agencias asociadas.
McDonald dijo que de marzo de 2020 a marzo de 2021 ha habido un aumento del 25% de hogares atendidos en comparación con los de marzo de 2019 a marzo de 2020.
Los investigadores que realizaron esta encuesta están planeando otra más que se centrará en cómo les fue a las personas entre noviembre y el año nuevo, un período en el que terminaron muchos beneficios suplementarios por desempleo y los casos de COVID-19 en el estado aumentaron dramáticamente.
Anna Josephson, profesora asistente de econometría aplicada en la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Vida de la UA, dijo que, si bien las preguntas enfatizan el acceso a los alimentos, las respuestas reflejan mucho más que eso.
Ella pregunta: “Si pierde su empleo, ¿puede prender la calefacción? En el caso de los hogares de personas mayores que tienen problemas para acceder a los alimentos, ¿también tienen problemas para tener un entorno seguro y protegido para vivir?”
“Estamos hablando de alimentos, pero si uno no puede conseguir alimentos, es posible que tampoco tenga acceso a las necesidades básicas de la vida”.