Durante más de un año, Dalianis, una solicitante de asilo de Cuba, ha estado atrapada en la frontera entre Estados Unidos y México en Nogales, Sonora, esperando en el limbo con su hijo de 13 años a que su caso de asilo continúe.
Para llegar ahí, cruzaron otras cinco fronteras en un viaje que ha estado lleno de pérdidas y traumas.
Mientras espera, Dalianis dedica gran parte de su tiempo al hilo, la aguja y la tela, creando hermosos bordados inspirados en su fe y la belleza que encuentra en la naturaleza.
“Aclara nuestras mentes de la negatividad que experimentamos en nuestra desesperación por cruzar (la frontera) y, para mí, es la forma en que me distraigo”, dice. “Es como si me llevara a otro mundo”.
Dalianis, quien pidió que utilizáramos un seudónimo para identificarla, es una de los 15-30 solicitantes de asilo en Nogales, Sonora, que participan en Artisans Beyond Borders (Artesanos Más Allá de las Fronteras), un programa con raíces en Tucsón.
Fundado por Valarie Lee James, residente de Tucsón, en el verano de 2019, Artisans Beyond Borders conecta a las mujeres (y a algunos hombres) con los recursos para coser hermosas piezas de bordado mientras esperan en Nogales durante el proceso de solicitud de asilo en EE. UU.
James y su pequeño equipo de voluntarios pagan a los artesanos un salario justo por su trabajo y recolectan y preparan las piezas terminadas para venderlas en EE. UU., más recientemente a través de la tienda de Etsy BordandoEsperanza. La tienda de Etsy ha visto un aumento en los pedidos de estas piezas únicas hechas a mano y Artisans Beyond Borders dice que “las ofertas de la tienda de Etsy se agotan periódicamente, pero la donación directa al sitio web te garantiza una servilleta hecha a mano”. Hay una donación mínima de $45 para recibir una servilleta.
Durante el último año, los voluntarios de ambos lados de la frontera se han adaptado para trabajar dentro de las limitaciones de la pandemia global, utilizando WhatsApp para permanecer conectados con los artesanos de Nogales.
Los voluntarios ya no están dando presentaciones en los pasillos y salones de iglesias de Tucsón para vender y compartir las piezas. En cambio, están compartiendo con grupos por Zoom y dirigiendo a los participantes a la nueva tienda de Etsy, donde pueden comprar coloridas mantas o servilletas de tela bordadas a mano que se usan tradicionalmente para envolver tortillas y otros alimentos o como bolsos de mano (carteras), según Artisans Beyond Borders.
“Para mí, una de las cosas más importantes de este proyecto es que estamos ayudando y siendo conductos para las personas que practican su oficio y su arte en circunstancias realmente difíciles”, dice la voluntaria de Artisans Beyond Borders, Susan Ferrell. “No es que hayamos creado esto. Ellos son los creadores y nosotros los facilitadores”.
Actualmente, el programa trabaja con solicitantes de asilo originarios de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Cuba, dice James. Muchos solicitantes de asilo han estado esperando en Nogales durante un año o más bajo una política de inmigración de la administración Trump que requería que los solicitantes de asilo esperaran en México hasta sus audiencias de inmigración. Esas audiencias se han detenido debido a la pandemia.
El Departamento de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden anunció recientemente que detendría nuevas inscripciones en esa controvertida política de “Permanecer en México”, según la Radio Pública Nacional (NPR, por sus siglas en inglés).
El bordado hace más fácil la espera
Dalianis y su hijo de 13 años han estado viviendo en Nogales, en tres albergues diferentes, desde noviembre de 2019, mientras esperan continuar con su caso de asilo. Ella espera que ahora que el presidente Biden está en el cargo, finalmente pueda ingresar a Estados Unidos, pero aún no tiene ninguna indicación de cuánto tiempo podría tomar ese proceso.
Entonces se enfoca en su bordado para distraerse de la incertidumbre que siente.
“Me hace dejar de pensar en las cosas negativas”, dice.
Se dedica a este arte la mayor parte de sus horas de vigilia y, por lo general, solo se toma descansos para las comidas y para ducharse. La mayoría de los días, ella y un grupo de otros ocho solicitantes de asilo que viven en el refugio bordan juntos afuera antes del desayuno y después del almuerzo. Después de la cena, Dalianis, que aprendió a bordar de adolescente con su abuela, continúa cosiendo en su habitación a veces hasta la medianoche o la 1 a.m.
Se necesita aproximadamente una semana de trabajo diario constante para completar una servilleta y hasta ahora ha hecho alrededor de 50.
Si un artesano termina su pieza más rápido, ayudará a otro a completar la suya, dice Dalianis.
“Eso es lo bueno que tenemos aquí”, dice. “Nos ayudamos unos a otros”.
Encuentran belleza en el desierto
La historia de Artisans Beyond Borders comienza un día en que Valerie James sacaba a sus perros a pasear por las afueras de Amado, Arizona, donde ella vivía en ese momento.
“Me tropezaba con estos hermosos pedacitos de color, y siempre terminaban siendo estas hermosas y bellísimas reliquias de bordado”, dice. “Eran muy misteriosos. ¿De dónde venían? ¿Quién los hacía? ¿Por qué los llevaban y por qué los dejaban ahí? ¿Y por qué a nadie le importaba?”.
Eso fue en 2004. Pero incluso hoy, esas preguntas todavía la persiguen. A lo largo de los años, ella y otros residentes de la zona fronteriza recolectaron decenas de mantas dejadas por migrantes que cruzaban el desierto. Los diseños suelen celebrar la fe y la naturaleza.
“Las recojíamos y comenzamos a cuidarlas como lo harían las mujeres que las hacían”, dijo James. “Las lavamos, planchamos y colgamos y se convirtieron en esta increíble instalación (de arte)”.
Cosiendo paz
James ha trabajado con solicitantes de asilo durante años, específicamente a través de Casa Alitas, un crefugio en Tucsón administrado por Servicios Católicos Comunitarios (Catholic Community Services) para brindar ayuda a los solicitantes de asilo liberados por la Patrulla Fronteriza y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
James, ex terapeuta de arte clínico, recuerda cómo una canasta de suministros de bordado podría transformar la habitación.
“Casa Alitas estaba en una casa pequeña en ese momento... y yo era en los hechos la encargada de artes como voluntaria”, comenta James. “Y era increíble la sensación de paz que eso llevaba a la casa (Alitas). Nos sentábamos después de la cena y bordábamos en el sofá, y los niños simplemente se apiñaban alrededor de nosotros y estaban todos relajados y diciendo: ‘¡Qué linda! ¡Qué hermosa!’”, recuerda. “Yo era como una abuela sentada en el sofá. Eso ayudó a generar un sentido de familia”.
Llevaban artículos para el bordado cuando salían del refugio temporal, por lo general en viajes en autobús a campo traviesa.
La voluntaria de Artisans Beyond Borders, Mary Sheridan, recuerda haber sido voluntaria junto con James en Casa Alitas y heber visto con asombro cómo el hilo y la tela se convertían en obras de arte en manos de hábiles artesanos.
“Recuerdo un día en particular cuando, de alguna manera, había una pieza de trabajo a mano sin terminar que tenía un borde de ganchillo, y Val y yo nos estábamos mirando, porque no sabíamos qué hacer con esto”, dice Sheridan. “Pero se lo entregó a una de las mujeres que estaba allí y la mujer se limitó a mirarlo, asintió y tomó un ganchillo para empezar a trabajar en él y terminarlo”.
Fue algo natural, entonces, que en el verano de 2019, cuando James se enteró de una solicitud de suministros de bordado y crochet de un refugio en el lado mexicano de la frontera, ella respondiera y finalmente se llevara a otros voluntarios de Casa Alitas con ella. En ese primer viaje, 14 mujeres comenzaron de inmediato a hacer uso de los artículos de bordado que les llevaron, dice.
“Realmente somos súper libres en términos de orientación e indicaciones”, dice. “Queremos que los artesanos hagan el trabajo que aman, lo que sea que les brinde un momento de paz... y eso es lo hermoso de este tipo de artes y actividades con enfoque en el trauma. Generalmente son capaces de evocar recuerdos realmente hermosos y relajantes y generar esa sensación de paz”.
Muchas de las mujeres ya saben bordar, y si no, aprenden unas de otras, dice James.
Dalianis dice que a veces les llevan al refugio libros con diseños bordados, pero ella prefiere usar su imaginación.
“Dibujo lo que me viene a la mente y luego empiezo a bordar”, comenta.
Sus mantas siempre incluyen frases que expresan su devoción y gratitud a Dios, quien, dice, la ha ayudado a superar muchas experiencias traumáticas.
“Estoy viva gracias a Él. Me pasaron muchas cosas en el camino hasta aquí. La gente me robó mucho, todo el dinero que había traído. Todo”, dice. “Apuntaron con un arma a la frente de mi esposo y me dijeron que me quitara la ropa porque lo tenía escondido entre la ropa (el dinero) y me dejaron sin nada”.
En su viaje a la frontera, el esposo de Dalianis murió y su hijo casi fue secuestrado. En Nogales se sometió a una cirugía para extirpar un fibroma y temía no sobrevivir al procedimiento.
“Todos los días, cuando me despierto por la mañana, lo primero que hago es rezarle en silencio a Dios: ‘Gracias, Dios, por darme aliento, por darme la vida. Gracias por tener a mi hijo a mi lado. Gracias por darme un día más. Y por mi salud’”, dice.
Cuando sale a pasear, Dalianis admira la variedad y los colores de las mariposas y flores que ha visto en Nogales y que también se encuentran con frecuencia en sus mantas.
“Hay flores en Cuba, pero no como las de aquí, que son aún más hermosas. Cuando camino por la calle, miro las flores y cómo son. Eso es lo que más me gusta”, dice. “En Cuba son las mismas, ya las conozco. Poco a poco voy conociendo las flores aquí y aprendiendo sus nombres”.
Además de ser una salida creativa y una fuente de ingresos, el bordado también ha ayudado a crear amistades entre los solicitantes de asilo.
“Como que siento más paz, mientras que antes estaba muy ansiosa; tenía miedo incluso de salir a la calle”, dice Dalianis. “Pero aquí con las bordadoras he podido hacer amistades. No todas somos de México y pasamos mucho tiempo hablando de las familias y tradiciones de las demás”.
Persistencia
Desde que comenzó el proyecto en el verano de 2019, el equipo de voluntarios de Artisans Beyond Borders ha perfeccionado su proceso. Aprendieron que lo mejor para los voluntarios era comprar la tela de manta y cortarla y remendarla antes de llevarla a los artesanos. Dejaron de aceptar donaciones de materiales (las telas a veces se descoloraban cuando las lavaban) y comenzaron a ayudar a los artesanos a comprar algunos de sus propios suministros en Nogales.
Trabajan en estrecha colaboración con Francisco “Pancho” Olachea Martín, un conocido enfermero/médico en Nogales, Sonora, que brinda atención médica gratuita a migrantes y solicitantes de asilo, varios de los cuales forman parte del proyecto de bordado. Ayuda a coordinar el programa en el lado mexicano de la frontera, lo que incluye mantenerse en contacto con los artesanos, ayudar con la traducción y otras tareas.
Para muchos de los solicitantes de asilo, el dinero que ganan con sus bordados es una fuente importante de ingresos y también ayuda con su autoestima, dice Olachea.
“Recuerda que esta gente ni siquiera es de Nogales; hay algunos de Cuba, Guatemala, El Salvador, así que puedes imaginarte que un poco de ingreso (puede) realmente ayudarte cuando no tienes casa”, dice Olachea.
Olachea ha estado brindando atención médica durante 12 años a través de su asociación civil “Panchito y su Cristina”, atendiendo la salud física de los solicitantes de asilo.
El bordado, sin duda, ayuda a su salud mental, afirma.
Muchos solicitantes de asilo han experimentado traumas no solo en su país de origen, sino en su viaje a la frontera, y el bordado les da algo de tranquilidad, dice Olachea.
“Realmente ayuda mentalmente... es algo súper maravilloso”, señala. “Les da dignidad humana”.
Antes de la pandemia, Olachea hacía rondas diarias en persona con los bordadores.
Ahora usa Zoom, llamadas telefónicas y WhatsApp para monitorear la salud de todos y mantenerse conectado en medio de la pandemia.
En los primeros días de 2020, Artisans Beyond Borders trabajaba con alrededor de 80 bordadoras.
Aunque la pandemia detuvo temporalmente el programa durante aproximadamente un mes, se reacomodaron rápidamente con la ayuda de Olachea, quien localizó a los artesanos que se quedaron en Nogales. Los voluntarios, muchos de ellos mayores, y los artesanos, comenzaron a comunicarse a través de WhatsApp.
“Yo me mantendgo al tanto de los migrantes y todos nos comunicamos por teléfono... y claro que no es lo mismo, pero al menos no se sienten abandonados; se sienten muy bien por eso”, dice Olachea. “Teniendo en cuenta las circunstancias, Internet realmente nos ha salvado a todos”.
Un voluntario ha podido cruzar la frontera una vez al mes para entregar las telas y recoger las piezas terminadas. Sheridan administra la tienda de la plataforma en línea Etsy, que ha reemplazado las presentaciones en persona, y la voluntaria Susan Ferrell lava y plancha cuidadosamente las piezas terminadas, secándolas en su patio trasero en el centro de Tucsón.
“Las mujeres estaban necesitadas”, dice Sheridan sobre los ajustes que hicieron para continuar el programa durante la pandemia. “Y en cierto sentido, con más necesidad que nunca”.
Muchas de estas mujeres y familias han estado esperando en Nogales durante al menos un año el proceso de solicitud de asilo retrasado en parte por la pandemia. Viven en refugios, habitaciones alquiladas y en la calle, dice James.
Kathi Noaker es voluntaria ye integrante fundadora de Voices from the Border (Voces de la Frontera), una organización sin fines de lucro con sede en el pueblo arizonense de Patagonia que ayuda a financiar y apoyar el trabajo de Francisco Olachea de brindar atención médica y satisfacer otras necesidades básicas de solicitantes de asilo y migrantes.
Noaker dice que la cantidad de tiempo que muchos solicitantes de asilo han estado atrapados en Nogales los ha obligado a ganarse la vida en la frontera y tratar de salir adelante mientras esperan. Debido a que los refugios tienen una capacidad limitada, algunos alquilan habitaciones pequeñas de bloques de cemento sin calefacción, que son mucho peores que el refugio, dice.
“Solía ser más o menos una puerta giratoria: la gente venía, la gente se iba y les dábamos la atención que necesitaban en ese momento”, dice Noaker. Pero con tanta gente atrapada en Nogales por mucho más tiempo del que anticiparon, la organización sin fines de lucro los ha estado ayudando a largo plazo con necesidades como pagar el alquiler, comida, ropa, cobijas y calentadores.
“Mucha gente tiene una necesidad desesperada, pero, honestamente, sus actitudes son siempre asombrosas; tienen una fe realmente fuerte y su fe les ayuda a salir adelante”, dice Noaker.
Viendo al futuro
Artisans Beyond Borders se encuentra bajo el ministerio de migración en la Iglesia Episcopal Grace St. Paul, aunque está financiado en su totalidad por donaciones y ventas del trabajo de los artesanos, dice James.
“Puedes ver esto a través de muchos lentes; yo soy ex terapeuta de arte clínico, así que lo veo a través de un lente terapéutico y curativo, pero en última instancia, se trata realmente de la gracia de Dios, y ahí es donde la gente se siente segura, porque hay verdad ahí y nadie está tratando de explotar a nadie y se trata de levantarnos unos a otros. Eso es lo que hacemos. Ayudamos a la gente a levantarse”.
James es devota de la Regla de San Benito (Rule of Saint Benedict). Es su fe lo que la empuja a ofrecer sus habilidades y recursos para ayudar a los solicitantes de asilo que han quedado en el limbo en la frontera entre Estados Unidos y México.
“Es nuestra responsabilidad como seres humanos”, dice en un correo electrónico. “Mi fe y lo que significa dar la bienvenida al ‘otro’ van de la mano”.
En este momento, el pequeño equipo central de voluntarios está buscando agregar más voluntarios (especialmente jóvenes) a sus filas para servir mejor a esta comunidad de artesanos.
“Hay tanta creatividad y valor entretejidos en cada puntada”, dice James. “Todos los voluntarios de todo el mundo saben que el verdadero secreto es que tú eres el que cambia con el voluntariado. Es una relación mutua”.
Dalianis dice que ama tanto el bordado que ha preguntado si puede seguir participando en el proyecto incluso después de que logre entrar a Estados Unidos.
“Incluso si tuviera que cruzar mañana, me gustaría seguir bordando, porque todavía es una liberación para mí y también porque sestamos desesperados por encontrar trabajo para empezar en un país nuevo y desconocido”, comenta.
Para obtener más información, visite artisansbeyondborders.org o compre una manta en la tienda de Etsy en etsy.com/shop/BordandoEsperanza.