Rosi Vogel.

Continuamos el Mes Americano del Corazón hablando de un tema muy discutido: las grasas.

Hoy en día, las “dietas de moda” compuestas por un porcentaje extremadamente alto en grasas son populares. Algunas de estas dietas son recomendadas por dietistas y médicos por razones de salud y bajo la estrecha supervisión de estos expertos. Sin embargo, hay consideraciones importantes que hacer al pensar en adoptar este tipo de dietas o simplemente al incorporarlas en su dieta. En resumen, ¡la fuente y el tipo de grasa son importantes!

Hay grasas que son más saludables y brindan beneficios al cuerpo en comparación con otras que son calorías sin valor nutritivo, lo que significa que brindan poca o ninguna nutrición para el cuerpo.

Grasas Saturadas: La mayoría de las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente y tienen un impacto negativo en su cuerpo ya que aumentan los niveles de colesterol en la sangre lo cual aumenta su riesgo de enfermedades cardíacas y derrames cerebrales. Ejemplos de grasas saturadas incluyen carne de res grasosa, carne de cerdo, manteca de cerdo, mantequilla, pollo con cuero, queso, leche entera y otros productos lácteos.

La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) recomienda limitar el consumo de grasas saturadas a aproximadamente 13 gramos por día, es decir, aproximadamente 20 papas fritas, 3 huevos, 4 rebanadas de tocino o 2 rebanadas de queso, por mencionar algunos.

Grasas Trans: Las grasas trans aumentan el colesterol malo (LDL) y reducen el colesterol bueno (HDL), y su consumo aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, y diabetes tipo 2. Estas grasas se encuentran en alimentos procesados como donas, pasteles, galletas, margarinas. La AHA recomienda evitar o limitar las grasas trans.

Grasas Insaturadas: Existen dos grupos de grasas insaturadas; las poliinsaturadas y las monoinsaturadas. Estas grasas suelen ser líquidas a temperatura ambiente. Las grasas monoinsaturadas son de origen vegetal y pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Algunos ejemplos son aceite de oliva, aceite de maní, aguacates, nueces y semillas. Las grasas poliinsaturadas ayudan con el movimiento muscular y nuestro cuerpo las necesita para funcionar. Las grasas poliinsaturadas se dividen en dos tipos: ácidos grasos omega 3 y omega 6

Los omega 3 son beneficiosos para la salud del corazón, y buenas fuentes son: pescados grasos como sardinas, atún, salmón y trucha, nueces, semillas de girasol, soja, semillas de chía y ostras. La AHA recomienda 2 porciones de pescado por semana.

Los omega 6 se pueden encontrar en estos aceites: canola, girasol, soja, maíz, girasol y nuez. La mayoría de los estadounidenses consumen ácidos grasos omega 6 más que suficiente.

Cuando se encuentre en el supermercado, ¡recuerde lo que acaba de aprender! Seleccione las grasas que no solo se ajusten mejor al gusto de su familia, sino también a su salud. Recuerde, su corazón necesita grasas para mantenerse saludable, y un corazón sano es un corazón feliz.


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Rosa María Vogel es egresada de la Universidad Anáhuac en la Ciudad de México, entrenadora de salud certificada con 18 años de experiencia en gestión empresarial y extensión comunitaria y coordinadora del programa de la UA “Nosotros Comprometidos a Su Salud”.

Vogel también es la coordinadora de la Red de Investigación y Prevención del Cáncer de Arizona (AzCPCRN).