Por Mikayla Mace
La Estrella de Tucsón
Un investigador de la Universidad de Arizona ha estado trabajando durante décadas para reducir el creciente número de enfermedades serias del hígado que afectan desproporcionadamente a los latinos.
Para llevar este trabajo más lejos, el Dr. Diego Martin y su equipo están solicitando a Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health) un fondo de 12 millones de dólares para investigación de cáncer por cinco años, en los que se pondría a prueba la capacidad de un tipo de medicamento recién desarrollado contra la diabetes de evitar el progreso de lo que se conoce como enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Martin, quien trabaja en el Departamento de Imágenes Médicas, es un líder reconocido a nivel internacional en el área de resonancias magnéticas para el diagnóstico de enfermedades y del desarrollo de métodos no invasivos para su detección temprana y medición.
La obesidad, una causa común de esta enfermedad, está creciendo entre todas las razas, edades y grupos étnicos de Norteamérica, subrayó Martin.
En consecuencia, entre una cuarta parte y una tercera parte de los adultos en Estados Unidos tienen hígado graso, coinciden los expertos. Algunos lo describen como epidemia. Por sí sólo, el hígado graso puede no ser peligroso, pero aproximadamente un 20 por ciento de quienes lo padecen desarrollarán una condición más peligrosa, como la enfermedad del hígado graso, que incluye daño e inflamación del hígado. Con el tiempo, esto puede convertirse en insuficiencia hepática o cáncer.
“Históricamente, el principal conductor hacia la enfermedad del hígado era el alcohol. Después se convirtió en hepatitis viral”, dijo Martin. “Ahora tenemos tratamientos para eso, así es que el principal conductor es la obesidad”.
El sobrepeso y la obesidad también pueden ocasionar otros síndromes del metabolismo -marcados por la alta presión, altos niveles de colesterol malo, resistencia a la insulina y grandes cantidades de grasa estomacal- como la diabetes, infartos, enfermedades cardiacas y enfermedades renales.
“Como grupo, los hispanos son propensos a la obesidad y el sobrepeso”, de acuerdo con Martin, quien es latino. Y según la Clínica Mayo, los mexicoamericanos parecen correr el mayor riesgo de desarrollar síndrome metabólico.
Esto es ocasionado por una combinación de factores, entre ellos hábitos alimenticios culturales, estatus socioeconómico y acceso limitado a los servicios de salud, dijo Jorge Gómez, director asociado del Centro para la Eliminación de las Desigualdades de Salud en la Frontera de la Universidad de Arizona y otro de los investigadores que están solicitando el subsidio.
El riesgo de enfermedades en esta población se compone de la genética. “Para el mismo nivel de obesidad de los no latinos, también son más propensos a tener la enfermedad de hígado alcohólico y su progresión”, dijo Martin.
En este punto, la única solución es un trasplante de hígado. Sin embargo, un individuo hispano tiene menos probabilidades que la población en general de recibir un trasplante.
Se espera que esta situación se vuelva más urgente, a menos que se desarrolle alguna intervención. Los latinos constituyen casi el 20 por ciento de la población de Estados Unidos, lo que los convierte en la minoría étnica o racial más grande del país, y se espera que esa proporción aumente en las próximas décadas.
En Tucsón, alrededor del 40 por ciento de la población es latina, según datos del Censo federal. “Al estar en esta comunidad, estos son problemas que debemos enfrentar”, dijo Martin. “Esta universidad tiene una responsabilidad con esta comunidad. Mi departamento está muy enfocado en este tipo de problemas”.
La solución
Martin dice que la dieta y el ejercicio pueden ser efectivos en el tratamiento del hígado graso a corto plazo, pero busca una solución rentable a largo plazo. “Estamos viendo un medicamento que creemos que será efectivo”.
El reto es demostrarlo.
“Ahí es donde se necesitan diagnósticos de precisión”, dijo. Los diagnósticos de precisión son exactamente por lo que Martin y su equipo son conocidos, dijo Gloria Guzmán Pérez-Carrillo, directora de la Iniciativa de Biometría de Neuroimagen Avanzada en la UA.
Han estado desarrollando una tecnología de resonancia magnética (MRI) rápida y precisa para presentar una serie de medidas para la enfermedad del hígado graso, incluida la capacidad de determinar el porcentaje de grasa hepática. El objetivo es reemplazar los análisis de sangre insensibles y las biopsias invasivas.
“Es una enfermedad silenciosa”, dijo Martin. “Pueden pasar años después de una prueba negativa errónea. Cuando un paciente finalmente siente dolor, podría tener una enfermedad hepática avanzada y cáncer”.
Si no ganan la beca, no serán disuadidos, dijo Gómez.
“Mi equipo va a toda velocidad, realmente creemos en lo que estamos haciendo”, reforzó Martin. “Esto es en lo que he estado trabajando a lo largo de mi carrera profesional y no me detendré por una beca”.