Mientras lees este reportaje, decenas, cientos, quizá miles de seres humanos están intentando entrar a Estados Unidos por innumerables rutas consideradas ilegales.
Algunos están esperando solo una señal para emprender un recorrido que, de resultar exitoso, los pondría de este lado de la frontera. Otros lo intentarán por segunda, tercera o cuarta vez, después de que en anteriores intentos fueran detectados por agentes de la Patrulla Fronteriza y expulsados del país.
Otros cuantos están, en este preciso instante, usando sus últimas fuerzas vitales mientras la realidad inhóspita del desierto los pone, más cerca no del “sueño americano” sino de la muerte.
Sobre esta irrefrenable crisis migratoria que le ha costado la vida a miles de migrantes en las últimas dos décadas, los periodistas Curt Prendergast y Alex Devoid del Arizona Daily Star produjeron un especial investigativo que se publicó en inglés a finales de 2021 bajo el título: Muerte en el desierto. Allí, después de meses de investigación, en cinco completos reportajes demuestran cómo año tras año cada vez más inmigrantes están muriendo en el desierto del sur de Arizona.
La investigación contiene fragmentos de grabaciones de llamadas que hicieron los migrantes al 911, informes de incidentes de las fuerzas encargadas de mantener el orden y discusiones que han dado los legisladores frente a esas muertes. También contiene un profundo análisis de datos médicos forenses y de registros públicos en varios condados del sur de Arizona.
Para acopiar material adicional, los periodistas hicieron decenas de entrevistas y recorrieron el desierto y las montañas identificando los sitios en donde más comúnmente mueren los migrantes. Fueron en compañía tanto de agentes de la Patrulla Fronteriza como de voluntarios de organizaciones humanitarias.
El resultado fue una investigación que aborda las razones por las cuales están aumentando las muertes, presenta tendencias clave y recomienda acciones urgentes y cambios de política para prevenir más muertes.
¿Por qué mueren los migrantes?
Durante las últimas dos décadas, en esta región se han encontrado los restos de más de 3,900 migrantes, según cifras de la Oficina de Medicina Forense del Condado Pima, el grupo de ayuda Humane Borders con sede en Tucsón y la Oficina del Sheriff del Condado Yuma. Además de esta cifra, un número indeterminado de personas también ha perdido la vida al cruzar la frontera, pero sus restos no han sido encontrados.
Algunos de los hallazgos de la investigación revelan que la exposición a los elementos, particularmente al calor, es la causa más común de muerte de migrantes. Aunque las muertes ocurren durante todo el año y en miles de millas cuadradas, son más frecuentes durante el verano y en el desierto al oeste de Tucsón.
El riesgo empeora a medida que el mortal verano avanza en el sur de Arizona. El año 2021, por ejemplo, fue el segundo año más cálido registrado en los últimos 10 años, así como el más seco, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. En cuanto al invierno, suele suceder que durante estos meses los migrantes pierdan la vida a causa de hipotermia.
Los análisis revelan que las muertes de migrantes por violencia se han vuelto más raras en la región durante la última década. Menos del 3% de todas las muertes de migrantes, equivalentes a unas 120 muertes, fueron el resultado de la violencia como heridas de bala o apuñalamientos. Otras 220 muertes más o menos estuvieron vinculadas a accidentes de vehículos.
Otra evidencia de la investigación es que en las últimas tres décadas el viaje se ha vuelto más largo y más peligroso. Esto se debe, en parte, a los muros y barreras que han hecho que los migrantes busquen áreas de tránsito más remotas. Junto con ello, la investigación resalta que, a menudo, los migrantes no pueden pedir ayuda. Un alto número de ellos fallece en zonas sin cobertura celular o pierden la vida pocas horas antes de que llegue la ayuda.
Los efectos de la política de seguridad
El aumento de la seguridad fronteriza en el sur de Arizona ha hecho parte de una estrategia de amplio alcance que la Patrulla Fronteriza comenzó a implementar en la década de 1990 conocida como “prevención a través de la disuasión”.
Desde un principio, la idea era bloquear áreas urbanas y dejar terrenos peligrosos como el único lugar por el cual los migrantes pudieran cruzar la frontera. Si, en cambio, los migrantes cruzaran hacia áreas urbanas concurridas, podrían mezclarse rápidamente con la población que ya reside ahí, lo que dificultaría que los agentes los detectaran y arrestaran.
En su momento, los funcionarios federales reconocieron que la estrategia podría poner a los migrantes en “peligro mortal”, como lo expresó un documento de planificación de 1994, pero se pensó que justamente por ese hecho los migrantes dejarían de cruzar la frontera. No fue así, y desde entonces miles de ellos han muerto en el desierto del sur de Arizona.
Durante las últimas dos décadas la cantidad de agentes en Arizona ha aumentado considerablemente, y se ha instalado una amplia gama de tecnología de vigilancia y barreras fronterizas, incluidas cercas en áreas urbanas como Nogales, Douglas, Naco y Lukeville.
Los puestos de control de la Patrulla Fronteriza están ubicados en la mayoría de las carreteras norte-sur en el sur de Arizona y rodean la reserva de la Nación Tohono O'odham. En muchas áreas, las torres de vigilancia se ubican en las cimas de las colinas a varias millas de distancia unas de otras en una larga fila cerca de la frontera. Los agentes se estacionan en camiones con equipos de vigilancia portátil y miles de sensores los alertan cuando pasa alguien.
A esto se suma el hecho de que Arizona estuvo en el centro del plan del ex presidente Donald Trump para construir un muro de acero de 30 pies de altura a lo largo de la frontera en 2019 y 2020, lo que representa aproximadamente 225 millas de muro, cerca de la mitad de todo el muro construído en su administración.
Como candidato, el actual presidente Joe Biden dijo que no construiría ni un pie más de muro fronterizo. Poco después de asumir el cargo, Biden detuvo la construcción del muro, incluidas 20 millas planificadas para la frontera de 370 millas de largo de Arizona con México. Su política migratoria, sin embargo, se enfocó en otras estrategias, como veremos más adelante.
Las rutas remotas
Intentando cruzar en medio de todo, los datos de médicos forenses y de OpenStreetMap –una base de datos geográfica pública–, revelan que en la actualidad los restos de los migrantes fallecidos durante las travesías se encuentran a un promedio de 17 millas de los pueblos, en un alto número de casos en las cadenas montañosas.
Según el agente de la Patrulla Fronteriza Alan Regalado, las rutas peligrosas que eligen los “coyotes” para llevar a los migrantes a través de la frontera son también una razón clave de las muertes en el desierto.
Él comenta que, antes de que lleguen a la frontera, es posible que los migrantes hayan tenido que caminar durante días o semanas y ya estén en estado de desnutrición cuando cruzan. “Sus cuerpos simplemente se apagan cuando suben la montaña”, dijo.
En 1990, cuando se encontraron relativamente pocos restos de migrantes, la distancia promedio entre ellos y la carretera más cercana era de menos de una milla. Desde 2010, la distancia promedio desde la carretera más cercana osciló entre cinco y ocho millas de distancia.
Este hallazgo está en línea con las conclusiones de un estudio publicado por investigadores de la Universidad de Arizona en abril de 2021, el último de una serie de estudios realizados sobre este tema en los últimos 15 años.
Allí se afirma que las políticas de control fronterizo han empujado a los inmigrantes a áreas cada vez más remotas y peligrosas, lo que ha provocado más muertes, a pesar de una disminución general en las detenciones de la Patrulla Fronteriza. En lugar de caminar uno o dos días hasta una casa o una carretera y conseguir que los lleven, los migrantes caminan cada vez más por el desierto, dijo Daniel Martínez, sociólogo de la UA y coautor del estudio.
Los investigadores de la UA describieron “efectos embudo” en los que las políticas de control fronterizo en la década de 1990 alejaron a los inmigrantes de ciudades como San Diego y El Paso hacia el sur de Arizona. A partir de ahí, las políticas de control fronterizo de principios de la década de 2000 alejaron a los inmigrantes de Nogales y otras ciudades fronterizas de Arizona hacia áreas remotas.
Otra barrera legal: el Título 42
En la actualidad, la gran mayoría de los encuentros de la Patrulla Fronteriza con migrantes en el área de Tucsón resultan en expulsiones rápidas a México, en aplicación de la orden de salud pública relacionada con la pandemia del COVID-19 conocida como Título 42. La administración Trump comenzó a usarla en marzo de 2020 y la administración Biden continúa haciéndolo.
Apoyados en esta orden, en el año fiscal 2021, la Patrulla Fronteriza reportó alrededor de 159,000 expulsiones en el área de Tucsón y alrededor de 32,500 migrantes procesados bajo las leyes de inmigración.
De acuerdo con el informe investigativo del Arizona Daily Star, se cree que debido a esta orden, en la actualidad los migrantes realizan repetidos intentos de cruce solo unas horas o días después de emprender agotadoras caminatas por el desierto. Aunque las estadísticas de la Patrulla Fronteriza muestran que las expulsiones por el Título 42 fueron la norma en el área de Tucsón en 2021, no hay datos disponibles sobre cuántos de los migrantes que murieron fueron previamente expulsados.
Aunque el Título 42 es relativamente nuevo y necesita más investigación, no sería prudente descartar su efecto sobre el aumento de muertes de inmigrantes en el sur de Arizona, dijo Martínez de la UA. “Mucha gente está atrapada en la frontera con muy pocas opciones distintas a intentar cruzar de nuevo”, dijo.
¿Quién está a cargo?
Una de las conclusiones de esta investigación es que, aunque diversas instituciones locales trabajan arduamente para rescatar a los migrantes, nadie está a cargo de la coordinación de esta situación en las 20 jurisdicciones ni de trabajar con los grupos humanitarios y las familias que perdieron a sus seres queridos en el desierto.
En la investigación se afirma que después de dos décadas de muertes constantes, el alcance de la crisis sigue sin estar claro. La Oficina de Medicina Forense del Condado Pima es la única agencia involucrada que lleva el registro detallado de los casos. Pero, como resultado, las muertes de migrantes tienden a ser tratadas más como incidentes aislados, que como parte de un gran fenómeno.
Entre tanto, las decisiones políticas que dan forma a la respuesta oficial a las muertes de migrantes se ven constantemente envueltas en el debate sobre la vigilancia fronteriza sin ser “elevadas a la discusión que debe tener”, como manifestó el representante federal Raúl Grijalva, un demócrata que ha representado distritos a lo largo de la frontera de Arizona con México desde 2003.
Sin una guía clara del Congreso, la respuesta de política pública a las muertes de migrantes permanece atrapada entre argumentos opuestos.
Por un lado, hay quienes consideran que si los migrantes no cruzaran la frontera ilegalmente o trataran de evadir a los agentes de la Patrulla Fronteriza, no correrían el riesgo de morir en el desierto.
“Si tuviéramos un 100% de aprensiones, nadie moriría”, manifestó el agente Jesús Vasavilbaso. “Para evitar futuras muertes en la frontera debemos dejar absolutamente claro que nadie debe embarcarse en este peligroso viaje porque la entrada ilegal simplemente no es una opción”, dijo el representante estadounidense Guy Reschenthaler, republicano de Pensilvania, durante un debate en el pleno de la Cámara en diciembre de 2020.
Por otro lado, el argumento es que las estrategias de control fronterizo ponen en peligro la vida de los migrantes al dejar solo una opción: cruzar por un terreno peligroso en lugar de ingresar por los puertos de entrada, mientras buscan una vida mejor en los Estados Unidos o huyen de la pobreza, la corrupción y la violencia en sus países de origen.
En 2005, el representante estadounidense Jim Kolbe, un republicano que representó al sur de Arizona de 1985 a 2007, describió una “dura lección” aprendida en Arizona después de un gran aumento en la cantidad de agentes y tecnología de la Patrulla Fronteriza en años anteriores: “No importa en cuánto aumentamos nuestra vigilancia, los inmigrantes ilegales seguían llegando, al mismo ritmo o más rápido que en años anteriores”, dijo.
En un informe de febrero de 2021, el grupo de ayuda con sede en Tucsón No More Deaths manifestó que, durante las últimas dos décadas, la Patrulla Fronteriza “monopolizó la respuesta de emergencia a una crisis de su propia creación”. El informe afirma que “solo la abolición de las políticas y prácticas de la Patrulla Fronteriza que hacen que las personas se pierdan, desaparezcan y resulten heridas en terrenos salvajes, detendrá la muerte en la frontera sur”.
Frente a esto, la investigación del Star menciona que el aumento en las muertes de migrantes confronta la agenda del presidente Joe Biden, quien busca reformar la política migratoria con acciones que no están destinadas a ayudar a las personas en el desierto. Sin una acción urgente y sostenida por parte de las autoridades federales, cientos de muertes predecibles y evitables podrían continuar presentándose en el futuro.
¿Qué hacer entonces?
Como lo han hecho durante dos décadas, los grupos de ayuda locales y la Patrulla Fronteriza impulsan medidas a pequeña escala por iniciativa propia. La Patrulla Fronteriza aumentó sus esfuerzos de rescate a lo largo de los años, aunque los funcionarios se apresuran a decir que deben equilibrar los esfuerzos para rescatar a los migrantes con el objetivo principal de la agencia de asegurar la frontera.
“Nuestra misión principal es la seguridad fronteriza, pero somos un eslabón en el sistema de gestión de emergencias”, dijo el agente Ryan Riccucci. Cuando los agentes reciben una llamada de socorro de un centro de despacho del 911, “en ese momento la misión de seguridad fronteriza se detiene y se vuelve puramente humanitaria”, dijo.
Cuando los funcionarios hablaron con una multitud de reporteros de noticias en un evento anual de seguridad fronteriza en la primavera de 2021, trataron de enviar un mensaje claro a cualquier migrante que planee cruzar la frontera: llame al 911 si necesita ayuda. No desperdicie su valiosa batería llamando a su familia o a cualquier otra persona. “Si llama a alguien más, está desperdiciando su batería. La batería de su teléfono celular es su vida. Llame al 911”, dijo el agente de la Patrulla Fronteriza y jefe adjunto, Sabri Dikman.
Sin embargo, incluso para los migrantes que se encuentran en áreas con recepción de telefonía celular, la capacidad de hacer una llamada no garantiza un rescate.