Ya alguna vez dediqué un espacio en esta columna al personaje de Lisbeth Salander con pretexto del estreno de The Girl of the Dragon Tattoo (David Fincher, 2011). En ella, halagué a la protagonista de la famosa trilogía Millenium, escrita por el fallecido Stieg Larsson, y la comparé con grandes heroínas del cine, como Ripley (de la saga Alien) o Sarah Connors (Terminator), debido al buen sabor que me dejó Noomi Rapace en la adaptación cinematográfica sueca hecha de los famosos libros.

La cinta de Fincher, por cierto, estuvo a la altura de la trilogía europea, con una Rooney Mara luciendo en serio encarnando al personaje de Salander, una joven autista, temeraria y dotada de una inteligencia privilegiada y un sentido particular de la justicia.

Para The Girl in the Spider’s Web (Fede Álvarez, 2018) se armó una producción totalmente nueva, con un reparto distinto y otro director, lo cual se antoja algo extraño (todos esperábamos una trilogía Fincher, la verdad).

Sin embargo, hay que aclarar algo: esta cinta no está basada en los populares libros de Larsson (el autor original), sino en uno nuevo y creado póstumamente, el cual fue escrito por un tal David Lagercrantz.

En esta ocasión, la responsabilidad de darle vida a Lisbeth es Claire Foy, quien con la serie de Netflix The Crown se ha ganado el respeto de todos. Por su parte, la dirección ha recaído en los hombros del Uruguayo Fede Álvarez, quien saltó a la fama con su cortometraje lleno de efectos especiales Ataque de Pánico (2009), pero que se consolidara con trabajos como el remake de Evil Dead (2013) y la joyita de suspenso Don’t Breath (2016).

Mientras que tanto las cintas suecas como la versión hollywoodense lograron balancear en importancia la presencia de sus dos protagonistas (el periodista Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander), en The Girl on the Spider’s Web es la heroína quien carga con el peso importante de la historia, dejando en papel secundario al periodista, esta vez encarnado por Sverrir Gudnason.

Además, mientras que las cintas previas como la propia versión literaria subrayaban el misterio y el suspenso como su atractivo mayor, en esta nueva entrega se le dio más importancia a los episodios de acción, colocando al emblemático personaje en un lugar medio entre una versión femenina de James Bond y la hacker retraída y oscura de la versión original.

La trama del nuevo capítulo nos presenta a Frans Balder (Stephen Merchant), un ingeniero informático que ha decidido renunciar a su empleo en una prestigiosa compañía de Sillicon Vally para regresar a Suecia y cuidar a August, su hijo autista.

Debido a que los proyectos en los que ha estado involucrado Frans tienen que ver con la inteligencia artificial, su vida corre peligro. Sus conocimientos podrían resultarles atractivos a empresarios con poca ética y fines siniestros.

El talento de su propio hijo le agrega un peligro extra a la ecuación, pues August tiene un extraño talento conocido como el síndrome de savant, el cual consiste en la facultad de dibujar, con precisión matemática, cualquier cosa que le pongan enfrente.

Como era de esperarse, una peligrosa organización intentará aprovecharse de esta situación y hacerse de los servicios de padre e hijo, con o contra su voluntad.

Es ahí cuando aparecen en escena la dupla Blomkvist/Salander, quienes utilizarán todos sus recursos y talentos para proteger a los mencionados y dar con los culpables para exponerlos a la ley y a la opinión pública.

La historia se toma algunas libertades que vienen desde la versión literaria, como la aparición de una supuesta hermana de la heroína y sendas persecuciones a toda velocidad.

Completan el elenco Sylvia Hoeks como Camilla Salander, Lakeith Stanfield como Edwin Needham y Cameron Britton como el famoso Plague.


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