Los esposos Jesse Adcock e Hypatia Luna decidieron pintar las paredes de su nueva librería de color blanco.
“Queríamos que el color viniera de los libros”, dijo Luna. “Queríamos que la belleza de los libros fuera el centro de atención”.
El contraste de las paredes blancas con los títulos que se exhiben en Littlest Bookshop –ubicada en 5011 E. Fifth St.– es mágico. Hay dinosaurios, dragones, osos y un par de ropa interior espeluznante (que viene de un libro con ese mismo nombre), todos esos diseños parecen saltar de sus cubiertas en tonos coloridos: verde brillante, amarillo, púrpura, rojo y azul.
Los títulos a la vente incluyen desde obras ilustradas que los padres pueden leerles a sus hijos antes de irse a la cama, hasta novelas para jóvenes, como la popular serie sobre el niño mago, Harry Potter.
Este nuevo espacio para la lectura fue inaugurado el primero de enero, después de casi dos años de retraso a causa de la pandemia del Coronavirus. Ahora, Adcock y Luna también están listos.
“Tenemos amigos padres que han hecho un buen trabajo contándole sobre esta librería a otros padres”, comentó Luna. “Gran parte de la publicidad del sitio se está haciendo de boca en boca y a través de Instagram”.Si bien el objetivo principal de la librería es ofrecer un espacio enfocado en la literatura infantil para los lectores más jóvenes de Tucsón, la librería tiene también diferentes propósitos para Adcock y Luna.
La formación de Luna es en educación primaria. Durante 15 años trabajó como maestra de escuela primaria y hoy, además de la librería, es la codirectora de un preescolar local.
Para Luna, a sus 39 años, disfrutar de los libros para niños, del arte, de las historias y de las lecciones que transmiten los personajes se convirtió en una pasión.
“Usé muchos libros en mi trabajo de enseñanza y ahora tengo mi propia pequeña colección”, dijo.Adcock, también de 39 años, tuvo varios trabajos tanto en Tucsón como en el sur de California, donde la pareja vivía antes de regresar, hace unos años, al sur de Arizona con su hija Inez Luna. Su sueño era algún día abrir su propio negocio.
Y fue en una librería para niños que visitaron durante un viaje de regreso a California en 2019, The Frugal Frigate en Redlands, en donde tomó forma la idea de su propia librería.
“Es un lugar muy dulce, muy querido”, dijo Luna sobre The Frugal Frigate. “Es especial estar allí, en ese espacio. Yo pensaba, ‘Aquí es donde quisiera estar todo el tiempo’”.
Los esposos conversaron y exploraron su idea. Había muchas librerías independientes en Tucsón, como Antigone Books en North Fourth Avenue, en donde había secciones para niños, pero no se les ocurría ninguna tienda que atendiera específicamente a los pequeños lectores.
Si no hubiera sido a causa de la pandemia, la pareja habría abierto la librería Littlest hace varios meses.
“Estábamos casi listos para empezar”, dijo Adcock. “Era un espacio diferente. Estábamos a punto de firmar el contrato de arrendamiento. Pero en cuestión de una semana, pasó de ‘Vamos a hacerlo’ a ‘No creo que esto vaya a suceder pronto’”.
Además, los cambios en el horario de trabajo Luna a consecuencia de la pandemia, también se sumaron a la vacilación.
“Había tenido que ajustarme a dar clases vía Zoom”, comentó Luna. “Ya no tenía la flexibilidad, y nuestra hija estaba en casa porque su preescolar había cerrado. Así que la tienda quedó en un segundo plano por un tiempo”.
A medida que los casos se nivelaron, las aulas volvieron a abrirse y las vacunas estuvieron disponibles, la perspectiva de abrir la librería para niños volvió a tomar fuerza.
Adcock y Luna encontraron un lugar de 800 pies cuadrados en un pequeño centro comercial en East Fifth Street, al oeste de North Rosemont Boulevard.
“Crecí a un par de cuadras de aquí”, dijo Adcock. “Es central. Todo el mundo puede llegar fácilmente, y logramos firmar un buen contrato de arrendamiento para iniciar un negocio”.
A partir de ahí, todo fue cuestión de acondicionar el lugar, instalar pisos de madera y pintar las paredes. Luego se enfocaron en la última pieza del rompecabezas –quizás la más entretenida para Luna–: ordenar los libros.
“Fue un poco abrumador”, dijo Luna. “Recibí esta enorme lista de 30 páginas con títulos de solo libros de ficción. Aunque al principio quería que la tienda se centrara en libros ilustrados de ficción, porque es lo que amo, mientras estábamos trabajando en el inventario, me encontré con que había muchísimos libros ilustrados de no ficción que eran tan impresionantes y hermosos”.
Hoy en día, además de una sección de libros ilustrados de ficción y no ficción –ubicados a poca distancia unos de los otros–, la tienda también tiene ofrece libros de capítulos para lectores principiantes, novelas gráficas y presenta en una mesa especial obras de los autores de Arizona.
En la medida en que la pandemia lo permita, Luna y Adcock planean programar eventos como una hora del cuento o visitas de autores. A Luna también le gustaría decorar un poco las paredes con obras de arte y reseñas de libros escritas por los niños que visitan la tienda.