El padre del pueblo descansaba ya el viernes 5 de mayo.
Monseñor Arsenio Sotomayor Carrillo, quien por casi 50 años prestó sus servicios a los católicos de Tucsón y el sur de Arizona, fue elogiado y celebrado ese día en la Catedral San Agustín en el centro de Tucsón, donde fue pastor asistente en su primera encomienda tras su ordenación en 1956, y después fue pastor y rector por más de 30 años, a partir de 1969.
Monseñor Thomas Cahalane, pastor de Our Mother of Sorrows Parish, recordó a quien fuera su amigo de toda la vida y mentor por su humildad, humanidad y corazón. Ellos se conocieron en 1969 y sirvieron juntos en la Catedral, creando un profundo lazo de amistad y lealtad que se extendió por los años.
“Comparto el dolor de su duelo”, dijo Cahalane a las familias Carrillo y Sotomayor al principio de su homilía.
Carrillo, quien era conocido por mucha gente como Padre Cheno, murió el 26 de abril en su casa en el noreste de Tucsón, donde vivió en los últimos años con los cuidados de su familia. Había cumplido 87 años el 2 de abril. Fue uno de los primeros sacerdotes mexicoamericanos y tucsonenses de nacimiento en servir en la Diócesis de Tucsón.
En el oeste de la ciudad, dos murales -uno en el Barrio Anita en la lateral de la carretera y el otro en el paso a desnivel en West St. Mary’s Road y la Interestatal 10- tienen la imagen de Carrillo, un recordatorio del rol espiritual y secular que jugó en la vida de muchos tucsonenses.
Unos 40 sacerdotes y diáconos, entre ellos el obispo Gerald F. Kicanas, condujeron la misa fúnebre en la que estuvo toda la familia de Carrillo y muchos amigos y conocidos, algunos de los cuales fueron bautizados o casados por él.
Carrillo fue un sacerdote “al estilo del Papa Francisco” mucho antes de la era del Papa Francisco, dijo Cahalane, en referencia a que el nuevo papa es conocido por su forma pastoral y su apoyo a las causas sociales.
Frank Sotomayor, primo de Carrillo, elogió a Cheno por haber sido un “sacerdote dedicado a la gente y para la gente”. Dijo que Carrillo tenía un toque especial que ejercía en una forma poco común y destacada” y “siempre tenía las palabras correctas” para compartir con quien vivía un duelo, atravesaba algún problema o necesitaba compasión.
Cheno siempre tenía un chiste o una historia divertida para empezar su sermón, dijo Sotomayor, sin importar si tenía o no conexión con las lecturas de la misa de ese día. Pero Carrillo tenía talento para conectarse con la gente mediante sus significativas y magistrales homilías. Se recargaba en el púlpito, se remangaba la túnica y hablaba a los feligreses de forma directa y sencilla. Y cuando terminaba, Carrillo siempre le pedía a la gente que orara por él.
“Era un gigante del sacerdocio”, dijo Kicanas.
Cuando estaba al frente de la parroquia de la Catedral, Carrillo movió a la congregación hacia un rol social más activo. Creó CROSS, siglas en inglés para Responsabilidad Cristiana de Compartir y Servir. Fue miembro fundador del Concilio Interconfesional del Condado Pima y promovió numerosas actividades parroquiales como las Posadas de Navidad en la Capilla San Cosme en West Simpson Street, en el Barrio El Hoyo, justo al sur de la Catedral.
Por encima de todo, Carrillo disfrutaba de ser un sacerdote, humilde y devoto, de llevar la Sagrada Comunión a los enfermos y las personas mayores hasta sus casas. No buscaba atención ni le interesaba escalar en la jerarquía eclesiástica.
“Como sacerdote, monseñor Carrillo dijo ‘nos ordenamos para estar con la gente’”, dijo Sotomayor.
Carrillo nació en el Barrio Anita, al norte del centro de la ciudad. No creían que lograría vivir. Él y su hermana gemela María nacieron con bajo peso y débiles. Ella no logró sobrevivir. Carillo ingresó al seminario en Ohio cuando tenía 14 años y se ordenó como sacerdote el 26 de mayo de 1956. Celebró su primera misa con su familia en la Iglesia de la Sagrada Familia, a la que pertenecía la familia y donde Carrillo y sus hermanos fueron monaguillos.
Estaba profundamente orgullosos de sus raíces de un barrio mexicoamericano.
Y como si las contribuciones de Carrillo como sacerdote no hubiesen sido suficientes, también jugó un papel en el crecimiento de la música de mariachi en Tucsón. Amante de este género de toda la vida, Carrillo compartió la música de mariachi con su compañero sacerdote Charles Rourke, asignado a la Catedral. Rourke, quien era músico, formó un ensamble juvenil en 1964. Los Changuitos Feos, con dos sobrinos de Carrillo en el grupo, Randy y Steve, fue incubadora del próspero movimiento de mariachis juveniles de Tucsón.
Para entender y apreciar a Tucsón hay que haber conocido a Cheno. En su vida, fue un guía espiritual y amigo de incontables tucsonenses a lo largo de varias generaciones, cuyas experiencias reflejaban su arduo trabajo, su perseverancia y su fe en Dios y en la familia. Su mano firme, su aguda inteligencia y su devoción sin cortapisas a su iglesia y sus congregaciones fueron las huellas de Cheno.
Era el sacerdote de Tucsón.