Los estudiantes de Arizona de familias inmigrantes pueden verse obligados a abandonar el país debido a la aplicación de leyes migratorias o dificultades económicas, entre otras causas, lo que interrumpe su educación. Esta situación ha incentivado la investigación en ambos lados de la frontera para encontrar formas de ayudar a los niños en esta transición a menudo difícil.
Entre los estudiantes que debieron adaptarse a la escuela en otro país está Martín, un adolescente que estaba cursando la preparatorio (high school) cuando compartió lo horrible que se sintió al tener que regresar a México con su familia.
En un video realizado por el Seminario Niñez Migrante del Colegio de Sonora, Martín habla sobre cómo su mundo se puso patas arriba y cómo cambiaron todos sus planes futuros. Luego dice que tenía que aceptarlo, como les pasa a muchos de los que migran de los Estados Unidos. Este programa en Hermosillo, Sonora, investiga e implementa formas de garantizar una educación significativa para los niños y jóvenes migrantes.
Al testimonio de Martín le siguieron numerosas experiencias compartidas por escolares que, en inglés y en español, comentaron en el video lo que significó para cada uno tener que mudarse repentinamente de Estados Unidos a México y cómo esto afectó su educación y sus planes.
Entre otras cosas, los estudiantes de primaria y secundaria mencionan la dificultad para comprender las tareas escolares, los desafíos para leer en español e incluso el hecho de ser intimidados por ser diferentes.
Pero no solo se manifiestan los estudiantes. Una maestra habla sobre la falta de ayuda en su escuela para apoyar a los niños que regresan de Estados Unidos y que no hablan o leen bien en español. Los padres mencionan que las escuelas no tienen espacio para inscribir a sus hijos o que no les brindan la ayuda que necesitan.
Tanto los padres como los maestros comentan la necesidad de tutorías y apoyo adicional para ayudar a los niños que vienen de Estados Unidos, de manera que puedan asimilar y desempeñarse bien en sus nuevos entornos educativos.
Aunque el video se produjo hace aproximadamente una década, el problema sigue vigente, mientras que investigadores del Seminario y de la Universidad de Arizona continúan buscando formas de ayudar a los niños a adaptarse a estas nuevas e inesperadas situaciones.
Por qué se van
Se estima que, desde 2008, entre 35,000 y 45,000 niños y adolescentes han migrado de Estados Unidos hacia el estado de Sonora, México. De ellos, se estima que el 80% salió de Arizona, según investigaciones del Seminario Niñez Migrante. En todo México, se calcula que en los últimos años más de un millón de niños ha regresado al país desde Estados Unidos, según un estudio académico de 2019 realizado por El Colegio de México.
Gloria Ciria Valdez, coordinadora e investigadora del Seminario Niñez Migrante, quien lleva 15 años trabajando para ayudar a las familias en esta situación, considera que en realidad muchos estudiantes y familias esperan regresar a los Estados Unidos en algún momento.
El 88% de esos estudiantes que salen de Arizona tienen raíces en Sonora: padres, abuelos o familiares que son de allí, lo que hace que este tema sea “muy importante para la perspectiva regional de la frontera y los lazos políticos, geográficos, ambientales y económicos entre Sonora y Arizona”, dice Ciria.
El Seminario Niñez Migrante ha trabajado para ayudar a los niños migrantes en Sonora desde 2007, en distintas categorías: niños y adolescentes que migran de regreso a México después de vivir en Estados Unidos, niños que están esperando para buscar refugio o asilo en Estados Unidos, y niños que buscan refugio en Sonora.
A lo largo de los años, el Colegio de Sonora ha entrevistado a cientos de niños que regresaron a Sonora, especialmente a los poblados de Nogales, Agua Prieta, San Luis Río Colorado, Hermosillo, Puerto Peñasco, Magdalena de Kino y Cajeme.
“Si un alumno no responde a las preguntas que le hace el profesor o no levanta la mano o no hace la tarea, no es porque sea flojo”, dice Ciria. “Es porque no entienden español”.
El Seminario ha capacitado a más de 1,000 maestros de escuelas públicas, tanto de primaria como de secundaria, para comprender mejor los desafíos y las fortalezas de estos estudiantes.
En 2018, comenzaron un programa que ofrece clases gratuitas y tutoría para brindarles a estos niños ayuda adicional en matemáticas, español y ciencias sociales, impartido por maestros que hablan inglés y español.
“Lo que estamos haciendo es brindar un servicio en ausencia de un programa aquí en México”, dice Ciria. “Dado que no hay un programa que les ayude a hacer la transición de la escuela de la que vinieron en Estados Unidos o Centroamérica a la escuela a la que vienen aquí en Sonora, estamos apoyando esa transición”.
La investigadora de la Universidad de Arizona, Anna Ochoa O’Leary, también estudia este grupo demográfico, entrevista a estudiantes y padres de familias de estatus mixto que regresaron a Sonora debido a una acción policial o por condiciones económicas.
“El problema es generalizado”, dice Ochoa, jefa del Departamento de Estudios Méxicoamericanos de la UA. “Muchas familias han regresado a México, pero hay mucho pendiente en términos de no saber qué se podría hacer para mejorar esa experiencia una vez que regresen”.
Frente a esto, ella y su colega Nolvia Cortez, de la Universidad de Sonora, están identificando los desafíos que enfrentan estos estudiantes para crear pautas para mejorar su transición y experiencia educativa.
El estudio, financiado con una beca Fulbright, está analizando el caso de estudiantes de secundaria de 15 a 17 años y de estudiantes universitarios de 18 a 24 años, o estudiantes recién graduados.
Estos dos grupos de edad se encuentran en etapas vulnerables de sus vidas en las que están tomando decisiones sobre su futuro, lo que hace que la interrupción que produce el tener que mudarse a un país diferente, a menudo con poco aviso, sea aún más sustancial, dijo Ochoa. Mientras que para algunas de las familias la mudanza fue pensada y planificada, para otras fue impulsada por algo inesperado, como que el empleador de un padre indocumentado les dijera que algo andaba mal con su número de seguro social.
“La gente que enfrenta esa situación se va porque no quiere tener ningún problema”, dijo Ochoa. “No quieren ser deportados. No quieren que los detengan. Y corren el riesgo de separarse de la familia… A menudo eligen regresar porque no quieren correr el riesgo de ser separados”.
Para muchos estudiantes mayores, el costo de la matrícula universitaria en Estados Unidos está totalmente fuera de su alcance, con un problema secundario que es que su estado migratorio puede minimizar después las perspectivas de empleo.
En Estados Unidos, independientemente de su estatus migratorio, los niños tienen derecho a asistir a la escuela pública, pero después de la preparatoria ese no es el caso. Los estudiantes indocumentados y nacidos en el extranjero no son elegibles para los programas federales de ayuda para estudiantes.
Algunos estados ofrecen matrícula estatal a estudiantes indocumentados y a aquellos que califican para DACA y crecieron en ese estado (DACA significa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o Deferred Action for Childhood Arrivals). En Arizona, esos estudiantes no califican para la matrícula estatal y pueden terminar pagando más del triple de lo que pagan sus compañeros que se graduaron de las escuelas secundarias de Arizona junto a ellos.
“No hay nada claro al terminar la escuela preparatoria (high school), lo que significa que están bien solo hasta el final del último año”, dijo Ochoa. “Lo hemos hecho terrible con ellos, ofreciéndoles una ilusión, un sueño de ‘quizás algún día’ y luego quitándoles eso”.
Derecho a la educación
El estudio de la UA analiza cómo cambiaron las aspiraciones y los comportamientos de los jévenes frente a la fijación de metas de estos estudiantes con el cambio repentino a México, y qué necesitan para superar los desafíos.
Una mujer que entrevistaron, que acababa de graduarse de la Universidad de Sonora, había tenido el valor para decirle a su maestra que sus habilidades de escritura en español no eran muy buenas. La maestra, que resultó ser bilingüe, le dijo que podía escribir el ensayo asignado en inglés. Algunos otros estudiantes escucharon y, al final, aproximadamente la mitad de la clase obtuvo permiso para escribir su ensayo en inglés, dice Ochoa.
Además de las dificultades académicas, los entrevistados se quejaron de ser intimidados y de recibir burlas por la forma en que hablan español. También manifestaron que los funcionarios administrativos les dijeron que no había lugar para que ellos se matricularan.
El Seminario Niñez Migrante descubrió además que inscribirse en la escuela es uno de los mayores desafíos que enfrentan estos niños, una dificultad que va de la mano de la invisibilidad en el salón de clases por no poder hablar y escribir con confianza en español.
El Seminario ha ayudado a más de una decena de niños y adolescentes de Arizona a matricularse en escuelas primarias y secundarias de Sonora luego de que las escuelas dijeran que no los admitirían porque no había cupo o porque las familias no tenían la documentación adecuada. En algunos, casos la documentación apropiada podrían obtenerla solo si sus hijos hubieran nacido en México.
El equipo del Seminario también ha ayudado a una decena de niños centroamericanos que piden refugio para quedarse en Sonora y que no fueron admitidos inmediatamente en la escuela.
Muchos migrantes que, durante meses o incluso años, esperan en las ciudades fronterizas la oportunidad de buscar asilo en Estados Unidos dicen que tienen problemas para matricular a sus hijos en la escuela porque no tienen los papeles que les exigen. Este es un grupo demográfico que Ciria, con el Seminario, dice que también están tratando de ayudar de manera que puedan tener acceso a una educación adecuada.
Ciria comenta que el derecho a la educación para todos los niños está protegido por la constitución mexicana, la ley estatal en Sonora y los estándares establecidos por la Secretaría de Educación Pública de México, que dice que la falta de documentación no puede impedir que un niño se inscriba en la escuela. Sin embargo, agrega que poco se hace para cumplir con esas leyes y normas.
“Con la ley en la mano, vamos a las escuelas y les decimos a los directores: este niño tiene derecho a ir a la escuela”, dijo. “Aquí hemos establecido que todos tienen derecho a ir a la escuela independientemente de su nacionalidad”.
Lo que se está haciendo
Como las leyes existentes han sido insuficientes para garantizar el acceso a la escuela para todos los niños en México, el Seminario también está involucrado en la redacción de una nueva iniciativa, que pasó por la Comisión de Educación y está esperando la aprobación del ente legislativo en Sonora, dice Ciria.
La iniciativa garantizaría el derecho a la educación de todos los niños, niñas y adolescentes migrantes que retornan al estado de Sonora, independientemente de su lugar de nacimiento, así como a los niños que esperan en Sonora para buscar refugio o asilo. Y requeriría que la Secretaría de Educación y Cultura del estado de Sonora emita una normativa que asegure que esos niños tengan acceso a la escuela.
En el estudio de la UA, O’Leary y sus colegas están por analizar los datos que recopilan sobre las experiencias de los estudiantes y los padres y elaborarán una guía de mejores prácticas para los estudiantes que regresan a México desde Arizona. En el otoño, este equipo espera reunirse con funcionarios mexicanos a nivel estatal y federal para crear un plan que permita difundir más ampliamente las pautas que crean.
Si bien O’Leary espera que su trabajo ayude a estas familias, esto no soluciona lo que ella ve como el problema más grande.
Muchos de los estudiantes a los que entrevistó regresaban a México siendo estudiantes de alto rendimiento en las escuelas de Arizona: representantes de clase, estudiantes sobresalientes y estudiantes que obtuvieron prestigiosas becas a las que luego no pudieron acceder debido a su estatus migratorio.
“¿Se imaginan lo maravilloso que sería si, en lugar de echarlos, les permitiéramos venir a la universidad, ofrecerles matrícula estatal y, si es posible, tener ayuda financiera a nivel estatal?”, dijo. “Estos son estudiantes que están listos para trabajar, se están educando y quieren contribuir a la sociedad. Es nuestra pérdida y la ganancia de México en muchos sentidos”.
Si deseas obtener más información sobre el Seminario Niñez Migrante, contacta a la Dra. Gloria Ciria Valdez Gardea en gvaldez@colson.edu.mx.