Tucsón tiene un museo nuevo. Es el Museo de la Herencia y la Historia Mexicoamericanas (Mexican-American Heritage and History Museum) en la histórica Casa Sosa-Carrillo.

Sí, es un nombre muy largo, tanto como lo fue la espera de los tucsonenses para contar con un museo como éste. Ya era hora de que Tucsón, con sus grandes y profundas raíces mexicanas, tuviera un museo dedicado específicamente a las generaciones de familias mexicoamericanas, las personas y organizaciones que crearon Tucsón, lo desarrollaron y siguen sosteniendo nuestra comunidad.

El viernes 8 de marzo, el grupo de preservación local Los Descendientes del Presidio de Tucsón abrió oficialmente las puertas del museo con una exhibición muy adecuada, en un mes muy oportuno y en un edificio muy significativo.

La exposición Trailblazing Women of Mariachi Music (Mujeres Pioneras del Mariachi) destaca a las primeras mujeres en este género musical de presencia mundial, con una buena parte de su enfoque en mujeres de Tucsón. La exhibición coincide con el Mes Internacional de la Historia de las Mujeres y la puesta en escena por el Arizona Theater Company de “American Mariachi”, una obra sobre un mariachi de puras mujeres. Y la exposición se realiza en la casa que ejemplifica clara y completamente el trato que Tucsón da a la historia mexicoamericana.

“Para nosotros, es importante reabrir este lugar y celebrar el hecho de que está aquí y celebrar a las familias que vivieron aquí. Celebrar nuestro legado mexicoamericano que estaba aquí, justo en medio de esto”, dijo Betty Villegas, presidenta de Los Descendientes.

La exposición fue investigada y curada por Leonor X. Pérez, de San Diego, docente y fundadora del Festival del Mariachi Femenil. La exposición en la Casa Sosa-Carrillo, en South Granada, a un lado del Music Hall del Centro de Convenciones de Tucsón (TCC), seguirá abierta al público hasta el 5 de mayo.

Pero más allá de eso, el futuro está abierto para que Los Descendientes creen y presenten exposiciones sobre una amplia gama de temas relacionados con la historia mexicoamericana de Tucsón.

Villegas dijo que el objetivo es convertir el museo en un atractivo para turistas y para la comunidad. “Pero, para mí, la comunidad es más importante. De verdad necesitamos entender nuestra historia”.

Más aún, agregó, “queremos enfocarnos en ser inclusivos, especialmente con la comunidad que fue desplazada de aquí”.

Era una comunidad diversa, de familias mexicoamericanas, negras, chinas y judías que se habían establecido en el barrio al sur del presidio español colonial original. Pero para fines de la década de los sesenta, el orgulloso barrio, cuya vida y actividad lo hacían pulsar, se había evaporado por la negligencia de arrendatarios ausentes y las fuerzas económicas y políticas que arrasaron con el barrio para crear espacio para el TCC.

La Casa Sosa-Carrillo es de lo poco que quedó, con su largo linaje de familias que ocuparon ese espacio. Incluso entonces, Tucsón intentó borrar esa historia cuando a principios de los años setenta el nombre Sosa-Carrillo se eliminó para poner el de John C. Frémont, el controversial y breve gobernador territorial de Arizona que se decía que se había quedado en esa casa. Después se le volvió a integrar el nombre Sosa-Carrillo para quedar como Casa Sosa-Carrillo-Frémont.

Pero en un paso por recuperar propiamente la historia de la casa, el apellido Frémont se ha eliminado del nombre del museo.

“La historia de la casa es sobre los Carrillo y los Sosa. Eso refleja más la historia de la casa”, dijo Bill Pounder, gerente de operaciones de la Sociedad Histórica de Arizona, la cual es dueña de la Casa Sosa-Carrillo desde principios de los setenta. “Frémont no”.

Los Descendientes tendrá carta abierta para crear exhibiciones para la Casa Sosa-Carrillo, que también se comparte con Borderlands Theatre. Hace tres años, Borderlands produjo una obra en movimiento, “Barrio Stories”, en los terrenos del TCC y de la Casa Sosa-Carrillo.

Los Descendientes buscarán colaborar con Borderlands, el Museo de Historia Judía, el Centro Cultural Chino de Tucsón, el Centro Cultural Dunbar y la Sociedad Histórica de Arizona, dijo Villegas.

Esas colaboraciones serán críticas para el éxito y el alcance del museo, dijo Lydia Otero, profesora asociada de Estudios Mexicoamericanos de la Universidad de Arizona y autora del estudio de 2010 sobre la destrucción del barrio, titulado “La Calle: Spatial Conflicts and Urban Renewal in a Southwestern City”.

Demion Clinco, presidente y director general de la Fundación para la Preservación Histórica de Tucsón, trabajó en esta exposición con Villegas. Clinco dijo que el uso de la Casa Sosa-Carrillo es el regreso a la comunidad de un bien que era subutilizado.

“Un grupo como Los Descendientes es lo que se necesita para que el museo sea un éxito”, dijo.

Además de la visión del grupo y su colaboración con socios comunitarios, el dinero, por supuesto, será fundamental.

El supervisor del Condado Pima, Richard Elías, cuyas raíces familiares se extienden hasta la era del Presidio, dijo que Tucsón es rico en historia, pero los fondos para operar son siempre los más difíciles de encontrar. “El museo tiene el encanto para atraer visitantes y apoyo”, dijo. Pero dado que la casa es pequeña y está entre la Arena y el Music Hall del TCC, se siente como perdida, lo cual puede representar un reto para generar ingresos, agregó.

Elías confía en que Tucsón superará ese reto.

A pesar de los obstáculos, Villegas dijo que la necesidad del museo es hoy más importante que nunca.

“No conocemos nuestra historia (Tucsón, México-Estados Unidos). Ni siquiera muchos de nosotros que hemos crecido aquí”, dijo Villegas, nativa de Tucsón. “No entendemos de dónde venimos. Y en el clima en el que vivimos ahora, necesitamos aprenderlo de nuevo y necesitamos entenderlo con precisión: lo bueno, lo malo y lo feo”.


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Ernesto “Neto” Portillo es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.

Traducido por Liliana López Ruelas.