The 3000 Club Tucson

Miembros de la Guardia Nacional del Ejército de Arizona ayudan a empacar productos para la distribución de autoservicio The 3000 Club Tucson, que tendrá lugar de 6:30 a.m. a 9 a.m. todos los sábados.

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Para los 24 voluntarios de planta del 3000 Club Tucson (Club de los 3000), dar su tiempo y energía es una forma de compartir, cuidar a otros y hacer redes de apoyo vecinal, mientras, además, reducen el desperdicio de alimentos.

El Club obtuvo su nombre en honor a los 3,000 miembros de Tucsón y Arizona que iniciaron la asociación sin fines de lucro haciendo una aportación individual de $100 dólares que permitió la creación de un pequeño banco de alimentos en Nogales, el cual evitaba que camiones enteros de frutas y verduras sin vender se pudrieran en los rellenos sanitarios. Eventualmente, este esfuerzo daría origen al proyecto estrella del Club de los 3000: el Market On the Move o Mercado sobre Ruedas.

El año pasado, el programa distribuyó más de 5 millones de frutas y verduras desde distintos puntos de Tucsón y compartió más de 2 millones de producto con el Banco de Alimentos de Nogales. De acuerdo con la directora ejecutiva del club, Pam Boyer, este número se podría disparar debido a la pandemia de COVID-19.

“Ayudamos a llenar los bancos de alimentos con producto fresco y ahora hay en abundancia, ya que muchas universidades y escuelas cerraron y existe menos demanda de los restaurantes. A los norteamericanos les encanta dar y los agricultores son increíblemente generosos tanto en este país como en México, donde conseguimos más del 70 por ciento de nuestras frutas y verduras. Acopiamos producto de menor calidad que el que reciben los supermercados y lo ponemos directamente en las manos de los pequeños bancos de alimentos y distribuidores, así como de programas de alimentación”, dijo Boyer.

Por una donación de $10 dólares, los visitantes de Market On the Move (MOM), pueden recibir hasta 60 libras de frutas y verduras, así como lácteos y otros productos de primera necesidad, en sedes itinerantes de distintas partes de la ciudad que operan varios días a la semana.

Actualmente, para ayudar en la reducción del contagio por COVID-19, MOM ha suspendido la distribución en lugares fuera de la sede, ofreciendo a cambio cajas pre-empacadas con 60 libras de frutas, verduras y lácteos. Estas cajas están disponibles para recogerse desde el auto en The 3000 Club Tucson, localizado en el 4515 E. 22nd St cada sábado de 6:30 a.m. a 9 a.m.

Boyer dijo que cada caja tiene un equivalente a 20 cenas. Les da crédito a las alianzas con bancos de alimentos regionales y locales por compartir sus recursos. La organización también colabora con la Universidad de Arizona y la Red de Refugiados de Ishkashitaa para educar a la gente sobre diferentes métodos para preparar alimentos y conservas.

“Intentamos rescatar alimentos que pueden estar un poco maduros o muy pequeños: no hay nada mejor que cortar un tomate que acaba de salir de la mata. Los agricultores y productores solo quieren que su producto llegue a la gente para que pueda ser consumido”, dijo Boyer.

La organización no sólo se limita a alimentos, sino que también acepta donaciones de computadoras, equipo electrónico y suministros médicos.

“Nuestra misión principal es que nada que tenga un uso acabe en el relleno sanitario”, dijo Boyle.

El programa de reciclaje, reparación y distribución de equipo de cómputo y electrónicos entró en marcha forzada cuando las escuelas iniciaron la instrucción en línea durante la primavera. Los niños con necesidad económica comprobada pudieron comprar una computadora por $20 dólares, dependiendo de la disponibilidad. El programa se ha asociado con varias escuelas públicas y privadas para ofrecer equipo a estudiantes de bajos recursos.

Chuck Nelson, un voluntario que se jubiló de IBM, trabaja 40 horas a la semana para poner las máquinas en manos de los estudiantes.

“Le tengo mucho cariño a ese programa en particular. Estas computadoras vienen usadas y me gusta ponerlas en servicio al menos una vez más”, dijo Nelson.

Nelson está agradecido con muchos negocios e individuos que realizan donaciones y hacen el programa posible.

“Tenemos grandes donadores dándonos equipo para trabajar y hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Nadie aquí es un genio con todas las respuestas, pero trabajamos juntos para generar ideas y, como grupo, hacemos la diferencia”, dijo Nelson.

Moni Ammon, una voluntaria veterana que trabaja alrededor de 60 horas semanales para El Club de los 3000, secundó la opinión de Nelson.

Subrayó que reciclar y reusar son una prioridad, y que las computadoras que no pueden ser reparadas se desarman para obtener partes útiles o que contienen metales preciosos, mientras que los alimentos que no pueden ser aprovechados se mandan a pequeños agricultores para composteo o alimentación de ganado.

Ammon dijo que la organización está agradecida por las donaciones y acepta todo menos “mascotas, niños o cualquier material tóxico”.

“Para todo lo demás, buscamos un hogar. Nadie pasará hambre o tendrá falta de ropa mientras podamos operar a nuestro modo. Ayudamos a la gente en situación de calle, gente a la que se le agotó la suerte y a quien sea que podamos con lo que sea que tengamos”, dijo Ammon.

La voluntaria Pam Parry dice que encuentra especialmente inspirador trabajar tanto con compañeros voluntarios como con clientes.

“Cada sábado tenemos a más de un cliente que compra una caja de alimentos por su donación de $10 y también da dinero para pagar por la siguiente persona en la fila o para quien lo necesite. Esto es increíble. Te demuestra que aún queda mucha gente buena en el mundo. Entonces, cuando regresas a casa y ves las noticias, esto equilibra las cosas”, dijo Parry.


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