La Estrella de Tucsón está presentando los perfiles de atletas de preparatoria del sur de Arizona cuyas temporadas fueron cortadas por la pandemia del coronavirus.

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Al igual que muchos atletas, Briana Garcilazo, de 18 años, ha tenido que adaptar su entrenamiento físico a las restricciones relacionadas al coronavirus.

Eso significa regresar a los cimientos y crear rutinas caseras para mantenerse en forma.

Pero lo que tiene Garcilazo, esta estudiante de último grado de la preparatoria Rio Rico, que otros atletas no poseen, es un par de compañeras de equipo improvisadas (sus hermanas de 14 y 21 años), quienes le ayudan a mantenerse en forma.

“Cuando esto comenzó, nos estábamos volviendo locas pensando: ‘¿Qué podemos hacer?’”, comenta Garcilazo. “Ahora nosotras más o menos tenemos una rutina con un plan de ejercicios que hemos estado realizando cada día”.

El softbol es algo así como una tradición familiar, ya que ambas hermanas lo practican también. Garcilazo, quien es pitcher, primera base y jardinera en el equipo de Rio Rico, continuará su carrera en el colegio, firmando para jugar el año próximo con Mesa Community College.

Ella tiene la intención de dirigirse al norte en agosto e ingresar a la escuela de enfermería, pues dice que quiere convertirse en enfermera instrumentista para asistir en cirugías.

“Quería ser cirujana, pero entonces pensé que a lo mejor no quería tanta presión en mí”, dijo Garcilazo. “Pero sé que quería estar en la sala de operaciones, entonces pensé que esto sería perfecto”.

Garcilazo tampoco es la única integrante de la familia que vio terminar su temporada de softball antes de tiempo. Su hermana mayor, Ari, estaba en su último año en Arizona Christian University cuando la pandemia estalló y los estudiantes fueron enviados a casa.

“Ella estaba jugando su última temporada también, y toda su carrera de softbol termina así”, lamenta Garcilazo.

Briana Garcilazo se mantiene cerca de sus ex compañeras de las Hawks mediante llamadas de Zoom todos los jueves.

Briana Garcilazo comenzó a jugar softbol a la edad de 5 años, y fue lo suficientemente talentosa como para jugar en el equipo universitario (varsity) de las Hawks. Sus calificaciones y liderazgo en la escuela la hicieron ganar una nominación a la beca Heisman, con oficiales escolares describiéndola como alguien dedicada a lo académico y siempre ayudando a sus compañeros de clase a ser mejores.

Y con todo lo que perdió en esta primavera –incluyendo juntas motivacionales, la semana loca, las cuales han creado sus mejores memorias de preparatoria- lo que Garcilazo extraña más es ver con frecuencia a sus amigos y compañeros de equipo.

“Siempre terminamos haciéndonos cercanos durante la temporada, pero este año tuvimos un acercamiento realmente estrecho desde un inicio”, afirma Garcilazo. “Solo tuvimos dos juegos en nuestra temporada, pero nos hemos hecho llamadas por medio de Zoom cada jueves, en donde todo el equipo platica y nos ponemos al corriente”.

Y aunque estas reuniones de Zoom estilo “Brady Bunch” está funcionando por ahora, la verdad no es lo mismo.

“Estar en el campo con ellos es totalmente diferente a estar en una llamada de Zoom”, comenta Garcilazo con una sonrisa.

Estudiantes se despiden de su mariachi abajo del escenario

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Contacta a la reportera Caitlin Schmidt en cschmidt@tucson.com.