Su encuentro fue dulce y el escenario era perfecto.
Ella abría la panadería y el aroma a pan recién horneado recorría las texturas y colores de cada pieza en la vitrina. Él recortaba el pasto y daba forma a las plantas que adornaban el hermoso patio.
Era una mañana fresca de otoño en el Mercado San Agustín, en el oeste de Tucsón. Pedro León entró con dos de sus compañeros de trabajo en busca de café y un panecito a La Estrella Bakery. Karina Kelly los atendió y sintió el flechazo.
La escena parecía ideal, hasta que Karina, con el corazón acelerado e intentando actuar con normalidad, se machucó el dedó y se quebró la uña al cerrar la vitrina del pan.
“Un dolorzaso, hasta me sangró un poco”, dice Karina, “pero al mismo tiempo me sentía contenta. Era un enredo de emociones que no se puede explicar”.
Los amigos habían captado el flechazo entre ambos y de una vez se fueron sobre Pedro: “Ándale, sóbale la mano”, recuerda Karina que le decían. “Se dieron cuenta luego luego de que nos gustamos”.
Él le preguntó si estaba bien y ella le preguntó su nombre antes de salir.
Pedro y sus compañeros en la empresa de jardinería solo trabajaban en el Mercado San Agustín los viernes. Tampoco Karina estaba siempre ahí, muchas veces atendía en la panadería La Estrella de La Doce, en 5266 S 12th Ave. Pero al siguiente viernes se volvieron a encontrar.
“Llegó y me saludó, y le dije: ‘Oye, te fuiste y no me pagaste el pan’”, recuerda Karina, entre risas. Él decía que sí, que claro que lo había pagado. Ella insistía en que no, que ella lo tuvo que pagar, porque con el asunto del machucón nadie se acordó del dinero.
“Así es que me pagó y me dijo que me invitaba a comer, que él sabía cocinar muy rico”, dice Karina.
“’¿A poco si?’, le dije. ‘Sí, yo hago un ceviche muy bueno’, me dijo. ‘A pues a mí me gusta mucho el ceviche, porque soy de Mazatlán’”, le respondió ella.
“Y entre el pan dulce y por culpa de un ceviche, aquí estamos”.
Antes de conocerse, Karina, de 44 años, y Pedro, de 55, habían estado casados y ambos tienen hijos grandes. Después llegaron Camila, de 6 años, y Pedrito, de 3.
“Me enamoré en un segundo y ya llevamos 8 años juntos y dos hijos”, dice Karina. “Lo amo muchísimo”.