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Las Mujeres de la Pandemia: Enseñar, limpiar, cuidar y curar, verbos esenciales en tiempos de crisis

Celebramos el Día Internacional de la Mujer a través de las historias de nuestras vecinas, madres, hijas y amigas resilientes al asociarnos con This Is Tucson para esta serie bilingüe especial, Las Mujeres de la Pandemia. Busca las versiones en inglés de este especial en This Is Tucson.


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Hace un año, nuestra vida cambió cuando se informó por primera vez casos de coronavirus en el sur de Arizona.

Se cancelaron eventos, se pidió a la gente que se quedara en casa, que ajustaran la forma en que hacen su trabajo o que siguieran trabajando con un riesgo adicional de infectarse por el virus potencialmente mortal que se estaba propagando rápidamente

Casi de la noche a la mañana, se les pidió a los maestros que encontraran formas de enseñar virtualmente, a profesionales médicos que pudieran encontrar formas de brindar atención médica por teléfono o en línea a través de la telemedicina. Aquellos que no podían trabajar desde casa siguieron yendo a realizar sus labores en hospitales, supermercados, respondiendo a emergencias, limpiando más a fondo.

Una encuesta del New York Times en abril de 2020 mostró que las mujeres representaron el 52% de todos los trabajadores esenciales en EE. UU. entre 2014 y 2018, y representaban más del 75% de los empleados en áreas de trabajo social y atención médica. Además, “las mujeres no blancas tienen más probabilidades de estar haciendo trabajos esenciales ”, informó el New York Times.

Patricia Dorado-Lawrence: Rezar le dio ánimo

Todos los días desde hace casi un año, Patricia Dorado-Lawrence y sus ocho hermanos se conectan en una videollamada con su mamá para orar y conversar.

La hermosillense Patricia Dorado-Lawrence es maestra de kínder en el programa de inmersión al español de Ventana Vista Elementary en Tucsón.

Dorado-Lawrence, maestra de inmersión al español en la primaria Ventana Vista, en Tucsón, es la única de la familia viviendo en Estados Unidos. Su mamá y la mayoría de sus hermanos viven en Hermosillo, Sonora, mientras que otros viven más al sur en México.

Cuando llegó la pandemia, Dorado-Lawrence tuvo que detener por varios meses sus visitas de casi dos veces al mes a Hermosillo, hasta que aprendió más sobre cómo evitar que su familia y ella se enfermaran.

Entonces, Dorado-Lawrence comenzó a manejar con su esposo y su hijo las más de cinco horas hasta Hermosillo, donde ella y sus hermanos visitaban a su madre desde sus autos afuera de su casa. Con cada hermano y su familia manteniéndose a distancia cerca de sus propios autos, y su madre mirando por una ventana abierta desde adentro, la familia extendida se mantenía en contacto lo mejor posible mientras protegían a su madre del virus.

Dorado-Lawrence, su esposo y su hijo de 14 años luego manejaban otra hora y media hasta una casa que tienen en Bahía de Kino, un pueblo costero al oeste de Hermosillo, porque no podían hospedarse con su familia durante la pandemia.

Las videollamadas proporcionaron fuerza a la familia mientras algunos de los hermanos luchaban contra el coronavirus, dijo Dorado-Lawrence.

“El escucharlos a ellos, y el rezar con ellos me daba mucho ánimo de ponerme fuerte, de echarle ganas”, dijo. “Porque es muy fácil sentirte decaída cuando estás enferma y deprimida, es muy fácil. Y eso pues no te ayuda a recuperarte”.

Cuando Dorado-Lawrence se enfermó a principios de este año, sabía que tener a sus hermanos allí para orar y visitarla virtualmente la ayudaría a superar el virus, dice. Fue la tercera de sus hermanos en infectarse y estuvo enferma durante más de dos semanas.

Dorado-Lawrence luchó contra el virus principalmente durante las vacaciones de invierno, pero cuando las clases comenzaron de nuevo, trató de ignorar los dolores corporales y se conectó para dar su clase en línea a pesar de no sentirse bien.

“Cómo pude saqué adelante mi trabajo. Y los papás (de los estudiantes), yo no les decía qué pasaba, pero ellos me veían que no me sentía bien. Quizás mi cara reflejaba muchas cosas”.

Sin maestros sustitutos que la reemplazaran y dos grupos a los cuales darles clase, Dorado-Lawrence decidió que al menos podía tratar de mantener en buen camino a sus estudiantes en línea, dijo. La instrucción en persona desde el aula en persona tuvo que perderse una semana mientras ella seguían tratando de combatir el virus.

Antes de la pandemia, Dorado-Lawrence era maestra de español en el Distrito Escolar Catalina Foothills y tenía estudiantes de jardín de niños, de 2ndo, 4to y 5to grado que la visitaban dos veces por semana, dijo.

Cuando el coronavirus llegó a Arizona, se les pidió a ella y a sus colegas que se cambiaran por completo a un aula virtual. Dorado-Lawrence dijo que tenía un fin de semana para hacer los cambios y poder seguir enseñando español pero ahora en línea.

Su trabajo se consideraba de medio parcial, ya que trabajaba cuatro días a la semana con menos clases. Pero dice que a menudo se encontraba trabajando 50 horas a la semana, porque cualquier tarea que daba significaba que tenía que calificar más de 300 asignaciones.

En el otoño, Dorado-Lawrence se mudó a un salón de clases de kínder de tiempo completo en Ventana Vista Elementary, donde imparte todas las materias escolares en español, que para los alumnos a veces es un segundo o tercer idioma, mediante un programa de inmersión al español. Al crear su programa en línea, Dorado-Lawrence tomó en cuenta que esta era la primera experiencia escolar para sus alumnos.

“Yo tenía que buscar las herramientas para que ellos se divirtieran, aprendieran y además apriendieran en un segundo idioma” dijo.

Cuando el distrito cambió al aprendizaje híbrido en octubre, con algunas clases en persona y algunas clases en línea, Dorado-Lawrence se encontró dando una clase en persona a 21 estudiantes y una clase en línea separada a 26 estudiantes.

“Era muy complicado”, dijo. “Sigue siendo complicado”.

Sonia McElroy: ‘Estamos al frente’ de la pandemia

Cada mañana, Sonia McElroy se despierta a las 4 a.m. para ir a trabajar a las 5 a.m. y limpiar clínicas.

Para McElroy, quien es parte del personal de limpieza del Centro del Cáncer de la Universidad de Arizona, trabajar desde casa no era una opción.

La pandemia le provocó nuevos temores y desafíos mientras limpiaba los espacios médicos donde, a veces, más tarde descubriría que había estado un paciente que dio positivo por COVID-19.

La universidad tiene un equipo especial que envía a limpiar áreas donde habían estado pacientes del COVID-19, pero a veces, para cuando una prueba daba positivo, McElroy y sus colegas ya habían limpiado ese espacio, dijo.

“Somos practicamente los que estamos al frente de todos, porque pues igual son oficinas de doctores, de enfermeras las oficinas y hay que desinfectarlas, hay que limpiarlas”.

Su esposo tiene diabetes y ella está constantemente preocupada de que pueda llevar el virus a casa y enfermarlo, dice.

“Ya no nadamás está el estrés de que queden bien las cosas,” dijo. “Está el estrés de que hay que desinfectar para que no se vaya a enfermar alguien. Y luego no llevar nosotros a casa el contagio, la enfermedad”.

Sonia McElroy, originaria de Navojoa, Sonora, es una de las mujeres que han sido trabajadoras eseciales durante la pandemia en Tucsón, Arizona.

Pero con su esposo sin trabajo debido a la pandemia, McElroy continúa yendo a trabajar todas las mañanas, usando productos desinfectantes en lugar de los limpiadores habituales y asegurándose de limpiar con más cuidado. Cuando llega a casa alrededor de las 2 p.m., inmediatamente pone su uniforme de trabajo en la lavadora.

Tres horas después, McElroy se va a su segundo empleo limpiando oficinas administrativas en El Rio desde las 5:30 p.m. y trabaja con la misma precisión, entendiendo la importancia de desinfectar los lugares donde los trabajadores de la salud pasan tiempo.

Después de recibir su segunda vacuna en febrero, McElroy se siente un poco menos estresada estos días, dijo. Pero todavía le preocupa su esposo, que aún no se ha vacunado.

Dijo que recibió sus vacunas a través de El Rio.

Está agradecida de haber conservado sus trabajos en un año en el que tantos perdieron el empleo.

“Doy gracias que siempre tuve trabajo, nunca me fui a casa, nunca me descansaron”, dijo. “Siempre mantuvimos el riesgo ahí, pero en todo hay riesgo. Teníamos que trabajar, ni modo. Pero teníamos un cheque para llevar a casa. Teníamos comida qué llevar a casa”.

Monica Prieto es la nueva capitana de la división sur del Departamento de Policía de Tucsón. Imagen tomada el 4 de marzo de 2021.

Monica Prieto: Seguridad y apoyo a sus colegas policías

Monica Prieto fue ascendida a capitana de la División Sur de Operaciones del Departamento de Policía de Tucsón en agosto, en medio de una pandemia y luego de las protestas por la muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis y los llamados a retirar fondos a los departamentos de policía de todo el país.

“Muchos de nuestros policías respondieron (a las protestas) y sintieron que su legitimidad estaba cuestionada y muchos de ellos estaban cuestionando su carrera elegida”, dijo.

Después del verano, muchos policías se jubilaron y ocho policías de patrulla fueron promovidos para llenar esas vacantes, dejando una escasez de oficiales de patrulla en la división, dijo Prieto.

Casi al mismo tiempo, hubo un aumento de crímenes violentos en Tucsón, con incremento de agresiones agravadas y homicidios, dijo.

Sus prioridades son asegurarse de que los oficiales estén seguros y tengan éxito en el trabajo. Tenía que concentrarse en brindarles a sus agentes el apoyo y las herramientas que necesitaban para superar los desafíos mismos de una pandemia y el aumento de la delincuencia, dijo Prieto.

“Estos son los guardianes de la comunidad, por lo que es mi trabajo asegurarme de que estén saliendo con las herramientas adecuadas y ayudándolos a tener éxito en eso”, dijo. “Porque una vez que tienen éxito, la comunidad realmente tiene éxito”.

Prieto dijo que sus oficiales y su capacidad de recuperación son lo que la ha mantenido firme para superar los desafíos del año pasado.

“Vienen listos para los desafíos del día y manejan cualquier desafío que se les presente”, dijo. “Lo hacen sin buscar reconocimiento”.

Prieto nació y se crió en el lado sur de Tucsón y asistió a escuelas en el Distrito Escolar Unificado de Sunnyside.

Sus padres han estado casados durante 48 años y les inculcaron a ella y a sus hermanos valores de fe, familia y ética laboral. Ella siempre ha estado cerca de sus hermanos, sobrinas y sobrinos, pero tener que lidiar con la pandemia significaba que no los veía con tanta frecuencia, dijo.

Al ser una trabajadora esencial que tiene que presentarse físicamente a su trabajo “no pude verlos con la frecuencia que quería y definitivamente no en la misma forma en que estaba acostumbrada a verlos”, dijo Prieto. “Así que estar lejos de mi familia fue probablemente el desafío más difícil personalmente”.

La Dra. Khadijah Breathett es profesora asistente en la Facultad de Medicina de la UA y especialista en insuficiencia cardíaca en el Centro Médico Banner de la Universidad.

Dra. Khadijah Breathett: “Hacia un mañana mejor”

La Dra. Khadijah Breathett, profesora asistente en la Facultad de Medicina de la UA y especialista en insuficiencia cardiaca en el Centro Médico Banner de la Universidad, pudo trabajar desde casa durante la pandemia a través de la telemedicina.

Poder ver a sus pacientes de forma remota también fue beneficioso para los pacientes que a veces no tienen acceso o recursos para llegar al hospital al norte de la universidad o que viven fuera de Tucsón y que antes de la pandemia tenían que conducir hasta la ciudad, resaltó.

”Toda esta área de la telemedicina se elimina por completo durante este periodo de COVID, porque tenemos una cantidad de pacientes que no viven en el área de Tucsón”, dijo. Y es una carga llegar a nosotros físicamente. Esto brinda oportunidades en tiempo real para recibir atención por parte de sus especialistas. “

Breathett dice que el año pasado fue doloroso debido a la pérdida de vidas y difícil debido al enfrentamiento del país con las injusticias sociales.

Como médico científica, la Dra. Breathett también se enfoca en reducir las disparidades raciales, étnicas y de género en la insuficiencia cardíaca. Eso ha sido especialmente importante, ya que la pandemia ha puesto de relieve las iniquidades en la atención médica.

“He podido hacer diferentes formas de implementación de la ciencia, estudios de resultados, investigación basada en la población que ayuda a abordar el núcleo de algunas de estas disparidades que han sido particularmente iluminadas durante esta pandemia”, dijo.

Para Breathett, las evidentes disparidades en la salud han llevado a la gente a querer que las cosas sean más equitativas en la atención médica.

“Así que me ha animado durante este difícil periodo de tiempo saber que nos dirigimos hacia un mañana mejor”, dijo. “Va a requerir mucho trabajo, impulso continuo y deseo de reflexionar para cambiar los sistemas actuales que existen a fin de hacerlos equitativos para todos, de modo que todos puedan tener una oportunidad en el entorno donde trabajo, equidad en la salud cardiovascular”.

Breathett nació y se crió en Ohio y ha asistido a universidades de todo el país, en Illinois, Michigan, Carolina del Norte, Ohio y Colorado, hasta que se mudó a Tucson en 2017.

No pudo visitar a su familia en Ohio y la costa Este el año pasado, lo que ha sido difícil, dijo. Pero agregó que ese aislamiento es una experiencia compartida que ha sido necesaria para mantener seguras a nuestras comunidades y seres queridos.

“Creo que muchos de nosotros sentimos que podemos mirar hacia un futuro mejor, ya que estamos viendo que ha habido un aumento en la tasa de vacunación del COVID-19. Todavía queda un largo camino por recorrer antes de que alcancemos la inmunidad colectiva”, dijo, “pero al menos parece estar en el horizonte, y eso es algo qué esperar”.


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Contacta a la reportera Stephanie Casanova en scasanova@tucson.com.