Imelda Esquer, de 49 años, se ha dedicado a la educación sobre la violencia doméstica en Tucsón, enfocándose en la comunidad latina.
Como sobreviviente de violencia doméstica, Esquer entiende las dificultades que una persona enfrenta cuando intenta salirse de una relación violenta, especialmente si se trata de mujeres inmigrantes.
Esquer nació en Magdalena de Kino, Sonora, y se mudó a Estados Unidos hace más de 20 años. Es manejadora de los programas del Instituto de Liderazgo para Latinas del Centro de Oportunidades Económicas de la YWCA del sur de Arizona.
Brindar educación sobre la violencia doméstica es solo uno de los programas que administra Esquer. También ofrecen programas para mujeres que quieren desarrollarse en el área profesional, algo que sería difícil para alguien que es afectada por la violencia, dice.
“Si tu área personal está afectada por la violencia, las oportunidades de que tú llegues a triunfar en el área profesional son limitadas, porque tu interior está dañado”, dijo Esquer.
Cuando ella salió de su situación de violencia, su objetivo era estudiar, superarse, aprender inglés y ayudar a otras mujeres que están pasando por la misma situación.
“El hecho de haber superado todo eso me hace tener un poquito más de resistencia y empatía hacia mi comunidad”, dijo.
Esquer dice que le gustaría ver algun día un programa específicamente para mujeres inmigrantes que brinde ayuda con servicios y recursos para superar la violencia de género.
Para ayudar a crear un programa así, le gustaría regresar a la escuela y estudiar servicios sociales. También quiere ver crecer los programas que existen en la YWCA y en Tucsón, y que haya más organización para ofrecer estos programas en español, incluyendo consejeros, médicos y otro personal bilingüe.
“Me da mucha tristeza ver que una mujer está en una situación y está atrapada en esa situación porque es indocumentada”, dijo Esquer. “Eso, para mí, es una grande barrera”.
Las leyes contra los indocumentados han creado situaciones más peligrosas para víctimas de la violencia de género, dijo Esquer. Existen recursos, pero las mujeres indocumentadas o inmigrantes no se sienten seguras de reportar, y muchas veces viven con muchas carencias.
“A mí me gustaría que algún día eso no fuera un obstáculo”, dijo Esquer.